Mitos alimentarios J.M. Mulet: "El Gobierno y la élite intelectual española siempre han despreciado la ciencia"
El investigador y profesor de biotecnología desmonta 101 mitos sobre la alimentación en su libro '¿Qué es comer sano?'
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madrid, Actualizado:
J.M. Mulet (Denia, 1973) tiene muchos frentes abiertos. Algunos, en contra, como la homeopatía o las medicinas alternativas. Otros, tampoco exentos de polémica, a favor, como los transgénicos. Investiga el desarrollo de plantas tolerantes a la sequía o al frío en el departamento de Biotecnología de la Universitat Politècnica de València, aunque el autor del blog Tomates con genes es más conocido para el gran público como divulgador científico. Su libro ¿Qué es comer sano? (Destino) desmonta 101 mitos sobre la alimentación, o sea, las fake news de mesa y mantel.
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Vengo calado por la lluvia, pero según usted no tengo por qué coger un resfriado.
Los del norte estáis más acostumbrados. En todo caso, el resfriado es de origen vírico, aunque cuando hace frío vive más tiempo. Una recomendación: es mejor lavarse las manos y evitar el contacto con enfermos que abrigarse.
¿Leche caliente con miel?
Si te gusta, vale. Aunque dicen que es más buena para la garganta que para los resfriados...
¿Le gusta más investigar y dar clases o escribir e impartir conferencias?
Escribir me relaja mucho. No me importa dar conferencias, al igual que impartir clases, aunque depende de la asignatura. Sin duda, lo que más me gusta es investigar.
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Mala suerte, ha tropezado con el invitado pesado: “¿Y de qué escribes?”.
De lo que me apetece. Afortunadamente, tengo libertad para abordar los temas que he querido, en general de divulgación científica.
J.M. Mulet. ¿Por qué Jota Eme? ¿Para que nos quedemos con el Mulet?
No, porque mi padre se llamaba igual y a mi madre le dio por ahí desde mi más tierna infancia.
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¿Cómo convencería a sus abuelos de que los transgénicos, como usted defiende, no son malos?
Como todo agricultor, mis abuelos aceptarían cualquier tecnología que funcionara, les proporcionara trabajo y les diera mayor rentabilidad.
¿Quién se hace más preguntas: un científico o un filósofo?
Un científico se hace preguntas prácticas y un filósofo se hace preguntas raras [risas].
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Usted es un hombre de ciencias que escribe. Parece más complicado que alguien de letras logre penetrar en esa selva tupida de la ciencia.
Sucede al menos en España, donde la élite intelectual siempre ha despreciado el conocimiento científico. Aquí hemos visto a grandes literatos soltar auténticas burradas sobre la ciencia y mostrar públicamente su desprecio, mientras la gente les aplaudía. Sin embargo, resulta más difícil que suceda en la cultura anglosajona, donde ha habido grandes escritores e intelectuales que se han interesado e incluso han escrito libros de ciencia, como los filósofos Bertrand Russell o Martin Gardner.
O sea, que en estas circunstancias la investigación en España tiene que ser vocacional.
Si alguien analizara fríamente el esfuerzo que supone dedicarse a la ciencia y la recompensa, estudiaría ingeniería, economía o derecho.
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¿Algún placer culpable?
Alguna cerveza de vez en cuando. No bebo alcohol porque me sienta fatal. Y, a veces, como más de lo que debería.
¿Qué no falta nunca en su despensa?
Ceno una ensalada y me encantan los aguacates.
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¿Detrás de los supuestos beneficios y bondades de algunos productos está la industria alimentaria, interesada en fomentar su consumo?
A veces, mas habría que ir caso por caso. Muchos mitos tienen una gran campaña de marketing detrás, aunque otros son leyendas urbanas, o sea, bolas de nieve que se viralizan solas. Disponemos de tantos canales de comunicación que el correo electrónico se ha quedado obsoleto, algo que también le está sucediendo a Twitter y Facebook. Ahora, muchas personas se informan a través de los grupos de Whatsapp, cuya inmediatez provoca que un rumor pueda propagarse en un par de horas. [Mulet desvía la mirada hacia el móvil mientras escucha la siguiente pregunta] Disculpa un momento, que tengo un mensaje del laboratorio. Es por si ha explotado algo…
“Esto antes era malo y ahora bueno”, y viceversa. ¿Marean a la gente?
Sí, porque la nutrición, como estudio independiente, es muy joven. Hasta no hace tanto, la población no se preocupaba por comer bien, sino por comer a secas. Como cualquier disciplina científica reciente, a medida que se avanza, va cambiando. La peculiaridad de la nutrición es que esos cambios pueden beneficiar a una industria y perjudicar a otra.
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Operación biquini: ¿alguna dieta milagrosa que no sea la del plato pequeño?
No existen las ideas milagrosas. Si son muy radicales, puedes perder peso en poco tiempo, pero acarrean dos problemas: el efecto sobre tu salud y el rebote posterior.
Los transgénicos no son eufónicos, pero a usted le suenan bien.
Sí, porque llevo trabajando con ellos desde hace más de veinte años y para mí son una herramienta laboral. A ver, de algún modo, todo está modificado y nada de lo que comemos es natural.
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Más que de izquierdas o de derechas, ¿rechazar los transgénicos es progresista o conservador?
Rechazar los transgénicos está más vinculado a la izquierda. Sin embargo, si vas a su origen ideológico, esto es una perversión de la izquierda, porque al principio era absolutamente racionalista. Hegel, Marx y Engels se basaban en la lógica científica. Hay otra cosa mucho más divertida: el origen del movimiento verde es la extrema derecha, o sea, está vinculado al nazismo. Y las primeras leyes de protección ambiental en España fueron fomentadas por la nobleza aristocrática rural, que no quería que la burguesía de las ciudades le talara los bosques para obtener leña para las fábricas.
¿Algún mito alimentario de la izquierda que le siga sorprendiendo?
El veganismo considerado como una dieta suprema. Sobre todo, cuando esgrime una superioridad moral: “Soy mejor persona porque soy vegano”. Oiga, hay veganos malos y omnívoros maravillosos.
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¿La ciencia entra mejor con humor?
Sí, pero no es una actitud concreta, sino que en general me tomo la vida con humor. Y cuando traslado esa ironía cotidiana a los libros, mis lectores lo agradecen.
Cuanto más alarmista, ¿más cala el mensaje? ¿Las noticias menos fiables son las más efectivas?
Normalmente, las noticias que más calan en la audiencia están protagonizadas por un elemento conocido y son catastróficas. Algo terrible que afecta a tu día a día.
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España, siglo XXI.
Donde también hay ministros que condecoran a imágenes religiosas.
¿Por qué le resulta tan sencillo rebatirlos, pero tan difícil que sus respuestas calen en la gente?
Es fácil rebatirlos porque leo mucho, trabajo en el tema y estoy acostumbrado a manejar información científica, lo que significa también filtrar, porque hasta se cuelan cosas en algunos artículos. Con el tiempo, tengo un detector para percibir que, detrás de un titular alarmista, la información subyacente no puede ser buena.
También le ha dedicado uno a desmontar las medicinas alternativas, que tienen más de indie que de medicina.
Si funcionaran de verdad, no serían medicinas alternativas, sino medicinas.
En fin, anima a comer sin miedo, mas ¿qué debemos temer?
Sobre todo, lo que no nos está preocupando: el exceso de calorías vacías, los productos con muchos azúcares y grasas, y la vida sedentaria.
Pero si los productos son ecológicos…
Estás comiendo más caro, pero no más sano.
¿El azúcar engancha? ¿Somos unos yonquis y no lo sabemos?
No. El tema de la adicción al azúcar se está frivolizando mucho. Hace poco leí un titular que decía que era igual de adictiva que la cocaína. El estudio en el que se basaba era bastante flojito y con un conflicto de interés muy evidente: los firmantes vendían productos para tratar la adicción al azúcar. Sí que es verdad que estamos genéticamente programados para que nos guste y que existe el típico goloso que ingiere unas cantidades exageradas. ¿Por qué? La civilización moderna es muy reciente. Estuvimos millones de años en la sabana, cazando y recolectando. Y si te encontrabas con un panal de miel silvestre, no desperdiciabas ese aporte calórico brutal, porque después podías pasar hambre. ¡Que no sobre!
Cuanto más insólita es una teoría, ¿más creíble resulta? ¿Elegimos la opción menos probable?
A veces, sí. Sin embargo, hay noticias tan estrambóticas que no llegan a triunfar porque nadie se las cree. Tiene que haber un equilibrio: debe tener un punto de rareza y asociarse a algo cercano, por eso los mitos de la leche y del pan son los que mejor funcionan.
¿Nos quedaremos ciegos leyendo tanta letra pequeña?
Ahora hay unas gafas muy buenas para leer de cerca. Es importante, porque muchas veces la información fundamental está ahí. Una táctica comercial muy obvia es rotular en grande lo que no te sirve para nada y esconder la información relevante, como el porcentaje de azúcar y de grasas.