Algunos insectos podrían "oír" los sonidos de las plantas que tienen sed
Por si no fuera bastante sorprendente que una planta emita unos particulares chillidos cuando anda escasa de agua, un estudio reciente acaba de demostrar que ciertos insectos escuchan y reaccionan a esos sonidos, decidiendo no poner sus huevos en las hojas para las que el futuro no se presenta prometedor.
Madrid--Actualizado a
“Es fascinante considerar cuánta información existe por debajo del umbral de la percepción humana”, comenta la entomóloga de la Universidad de Tel Aviv Rya Seltzer. Se refiere, por ejemplo, a esos sonidos que producen las plantas cuando están estresadas, en frecuencias tan altas que son inaudibles para las personas.
No lo son, sin embargo, para algunos insectos, como acaba de demostrar Seltzer en sus experimentos. La idea se le ocurrió cuando, en 2023, sus colegas de la misma universidad publicaron un trabajo en la revista científica Cell donde detallaban el comportamiento sonoro de las plantas ante ciertas circunstancias.
“Incluso en un campo silencioso, hay muchos ruidos que no oímos. Son sonidos que portan información. Hay animales que pueden percibirlos, por lo que es posible que estén dándose numerosas interacciones acústicas que desconocemos”, escribía la investigadora principal de aquel estudio, la bióloga evolutiva Lilach Hadany.
En concreto, el equipo de Hadany comprobó que las plantas de tomate y tabaco producían unos sonidos muy especiales cuando eran sometidas a diversas canalladas –las dejaban sin agua o les amputaban parte del tallo–.
En ambos casos, emitían unos ruidos similares a los que hacemos al estallar las burbujas del plástico de embalar, del orden de 30 a 50 estallidos por hora –puedes escucharlos aquí–, mientras que sus congéneres bien regadas o no molestadas permanecían en silencio.
Mediante un programa de inteligencia artificial, incluso, fue posible identificar patrones y diferenciar a cuál de las dos situaciones había estado expuesta la planta “gritona” en cuestión.
La clave de la toma de decisiones de la polilla
Un año después, Seltzer se propuso averiguar si los insectos capaces de percibir las altas frecuencias reaccionaban a las protestas sonoras de las plantas.
Utilizó para sus experimentos ejemplares una hembra de una polilla muy común en Europa meridional y África, la Spodoptera littoralis, que suele poner sus huevos en el envés de las hojas de especies de cultivo, las mismas que luego servirán de alimento a su descendencia, orugas que comen cualquier parte verde de la planta y los frutos.
Probó a ver qué pasaba cuando dejaba a las polillas sueltas en un terrario donde había dos plantas de tomate en esquinas opuestas. Una de ellas, bien regada –y silenciosa–, y la otra falta de agua –emisora de sonidos de “estrés”–.
Sin pensárselo, el insecto se alejaba de la segunda y ponía sus huevos en la que estaba bien hidratada. Una buena elección, pensando el futuro alimento de su progenie. “Creo que este descubrimiento es solo el comienzo de nuestra comprensión de las interacciones acústicas entre plantas y animales”, señala Seltzer.
¿Altavoces contra plagas?
Los científicos también quisieron descubrir qué sucedía cuando soltaban a las polillas en un terrario sin plantas, pero con un altavoz en una esquina que reproducía los sonidos que hacen las plantas deshidratadas. Entonces, los insectos ponían sus huevos junto al altavoz.
“Parece ser que, a falta de plantas reales que puedan percibir con sus otros sentidos –como la vista o el olfato–, ponen sus huevos cerca del único indicio de vida vegetal que encuentran, el altavoz que emite sonidos de plantas, porque no pueden elegir: esa es la única opción que tienen para criar a sus orugas”, explicaba la investigadora en sus conclusiones.
Para corroborar sus hipótesis, en un tercer experimento, la entomóloga utilizó a polillas a las que había privado de su capacidad auditiva. Entonces, no mostraban preferencia por ninguna de las dos plantas –la jugosa y la medio seca– y ponían sus huevos por igual en las hojas de ambas.
El hallazgo podría, tal vez, ser aplicado al control de plagas, lo que plantea una nueva pregunta para la ciencia: ¿y si pusiéramos altavoces que emiten sonidos de estrés para ahuyentar a los insectos indeseados en los cultivos?
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