Agustín Gómez Arcos, el autor que fue censurado en España y venerado en Francia
Un documental de Laura Hojman, 'Un hombre libre', recupera la figura del autor de la memoria, cuya obra se enseña en Francia y ha sido permanentemente olvidado en España, también en la transición.

Sevilla--Actualizado a
"¿Cómo era posible que no fuera conocido? Te lees El Cordero Carnívoro, Ana no y te estalla la cabeza", exclama en conversación telefónica Miguel Lázaro, director editorial de Cabaret Voltaire, que lleva años ya en el trabajo de recuperar la obra de un autor tremendo, único, el almeriense Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933; París, 1998), exiliado en Francia —y aclamado allí— ante la imposibilidad de ejercer con libertad en la España franquista.
Un documental, dirigido por la cineasta Laura Hojman, quien también ha indagado en excelentes trabajos en Antonio Machado y María Lejárraga, que se estrena en cines este viernes recupera la figura de Gómez Arcos. Su título es Un hombre libre y está construido a través de entrevistas y testimonios, también imágenes del propio autor, por medio de las que saca de las sombras su figura, que el franquismo quiso tapar, ocultar bajo las capas de cebolla de la muerte, la guerra, el hambre, la represión, la monstruosidad, el amor propio, materiales de los que, junto a su Enix natal, se nutrirían sus escritos.
"Él se exilia porque no podía escribir. Todo se le censuraba, le quitan los premios. Agustín da voz a una España que no ha tenido esa voz. Es el autor de la memoria, da voz a quienes fueron silenciados", resume Lázaro. "La memoria es una fuente de vida, no podemos hacer nada sin la memoria. No podemos escribir nada", dice el propio escritor en la película de Hojman.
"Gómez Arcos se aferra al francés como a un espacio de libertad y cuenta lo que no puede contar en su propio país", afirma la cineasta, en conversación con Público. A Hojman, como a muchos de sus lectores, sus peripecias vitales y su obra les llega a través del boca a boca, de quien, tras leerlo, queda fascinado por un autor vital, moderno, rechazado, incomprendido y censurado en su país, tanto en el franquismo, como en la transición, etapa en la que no se hizo memoria ni recuento ni inventario, repleta por tanto, de cierres en falso.
"Cuando llega la democracia, la gente dice que las heridas están abiertas y no es el momento de ahondar en las heridas, dicen que ahora cómo vamos a mirar para atrás y cómo vamos a meternos en esa literatura tan reivindicativa que habla de esa separación tan sangrante y sangrienta de España", afirma a Público Daniel Blanco, escritor, autor de La niña santa, entre otros volúmenes, y gran conocedor de la obra y vida de Gómez Arcos.
"Él es muy crítico con todo ese proceso, siempre muy crítico, lo dice en sus novelas, en esa transición no se siente representado. Y como él muchos exiliados", reflexiona Lázaro.
"En esa transición —abunda Hojman— en la que vuelve a España y piensa que puede contar y hablar y se encuentra con un país que no quiere saber nada de la memoria, que iba a perpetuar ese silencio: eso ha quedado hasta nuestros días".
"Me parece importante, ahora que parece que estamos viviendo a veces un retroceso, en el mundo entero, no solo en España, la memoria, no como una mirada al pasado, sino como una herramienta de presente y de futuro y de saber cómo somos y cómo hemos sido. Que haya chicos muy jóvenes que devoran las novelas de Agustín Gómez Arcos, me parece muy esperanzador. Siempre hay un camino para construir el futuro", agrega Hojman.
"El lenguaje, la modernidad que tiene. Sus personajes femeninos, como si fueran de hoy. Es muy moderno. Y esa transgresión... Los lectores más jóvenes alucinan, habla su lenguaje", afirma Lázaro.
"Ahora parece que llega el tiempo de Agustín. Ojalá la sociedad esté preparada para enfrentarse de forma serena y madura a la literatura y la cosmovisión de Agustín", añade Blanco.
"Tenemos una deuda pendiente con él como sociedad y como lectores. Es un autor venerado en Francia, que se estudia en las escuelas, y no se entiende el silencio con el que ha sido tratado aquí en España. Ahora empieza a formar parte de algunos circuitos, pero de forma periférica aún", asegura Blanco.
"Es necesario reivindicar a Agustín como una de las voces más potentes del siglo XX. Fue capaz de radiografiar un momento específico, decisivo de la historia, con dramatismo, dureza y corazón. En el fondo, en la semilla de todas sus obras está esa fraternidad rota, donde de repente el vecino se convierte en enemigo, en acusador. Volverle la cara a Agustín es negar una parte de nuestra literatura, negar una parte de nuestro pasado", remacha el escritor.
Geografías y memoria
Las geografías de la vida de Gómez Arcos son cinco. Sin embargo, la iniciática, la fundamental, la que marca toda su vida, la del territorio de la infancia, en fin, es Enix y Almería. Allí, en la cercanía del Mediterráneo, nació y creció Gómez Arcos. "En el pueblo nace todo, del pueblo se alimenta continuamente su universo literario", considera Blanco. "Toda esa luz, toda esa cosa andaluza, esa felicidad, se transmite, hay algunas de sus obras que son muy poéticas", considera Lázaro.
El Niño Pan retrata parte de aquellos años, una obra que recoge los años miserables, el hambre, la humillación, la mancha en la palabra paz. "Todo esto que cuenta en El Niño Pan es real. Ficciona, pero es real. Muchos vecinos se sintieron identificados y se generó una polémica en el pueblo", afirma Lázaro.
Gómez Arcos pertenecía a una familia numerosa, que "confía en él". "Ven —explica Lázaro— que se le dan muy bien las letras. Y es gracias a Celia Viñas, el único que estudia. Ella [era una escritora y pedagoga], que ve en él una mina, lo hace su pupilo. Luego, siempre mantienen correspondencia. Recibe después una beca para estudiar derecho en Barcelona". Allí arranca la vida adulta, las decisiones.
La biografía que recoge la web de Cabaret Voltaire, que está en el proceso de publicación de toda su obra, resume así su trayectoria: "A los veinte años, tras haber finalizado su bachillerato en Almería, se desplaza a Barcelona para estudiar Derecho, pero pronto descubre que su vocación es la literatura y su auténtica pasión, el teatro. A mediados de los años 50 se traslada a Madrid, donde trabaja como actor, director de escena y traductor. Su labor de dramaturgo es merecedora, en dos ocasiones, del Premio Nacional Lope de Vega, pero la censura prohíbe la representación de sus obras. Acosado por la dictadura, decide exiliarse: primero en Londres; luego, definitivamente, en París, donde se instala en 1968".
"Enseguida —afirma Lázaro—, se le empieza a censurar, se le quitan los premios. Escribe una carta a Fraga [enotnces responsable de la propaganda] diciendo que se va de España, que no puede crear, que todos los proyectos se le echan abajo. Es una carta política. Y coge sus maletas. Así que se va, en el 66, primero a Londres y luego a París, donde empieza a escribir en francés. El teatro lo tiene escrito en español, que es lo que hemos recuperado ahora", dice Lázaro.
Cabaret Voltaire acaba de sacar el teatro completo. El proceso de recuperación de los textos no fue sencillo. "Él era muy anárquico", dice el director editorial. "Los hemos podido recuperar entre las amistades, la biblioteca nacional, dos obras se han perdido, hemos recuperado 17, él tenía 19. Era un teatro político, muy subversivo: 'Escribo teatro para hacer la guerra', decía".
Su primera novela en francés, publicada en 1975, es El cordero carnívoro. Esa fue también la primera obra que leyó Hojman, la primera que cayó en sus manos. "Acababa de estrenar el documental sobre Machado, y estaba escribiendo el guión de Lejárraga. María Díaz Valderrama me habla de Agustín. Me compro El cordero carnívoro. Me alucina, la verdad. Nunca había leído algo así. Y yo que ya pensaba que no iba a hacer mas películas de autores literarios, pues.... Hay muchos temas que me interesan y que están en los documentales. Las voces silenciadas y apartadas, una historia del silencio, cómo el silencio ha conformado la identidad [de este país]...", cuenta Hojman.
"No es un autor cómodo o que se pueda recomendar a todo el mundo", reflexiona Hojman. "El cordero carnívoro es quizás su novela icónica y es una bomba y le convierte en el gran novelista que después fue. Es una lectura que no es complaciente ni cómoda, te remueve la novela, pero al mismo tiempo no puedes dejar de leerla. Es bellísima por otra parte. Nos agita y nos remueve".
"El tema de su obra —analiza la cineasta— siempre es España, le da una historia, un nombre, un relato a esos personajes que están expulsados y así hace que sobrevivan. Viene de un país de silencio que pretendía desterrar esas personas y hacer como si no hubieran existido. Ve en la lengua francesa la posibilidad de hacerlos sobrevivir. Hace memoria. Decía: 'Tengo el derecho y el deber de participar en la memoria de mi pueblo'".
Estudiar a Gómez Arcos
La película de Hojman funciona como un documental sobre Gómez Arcos, pero al mismo tiempo, es un relato que viene a completar la historia de España y que le da la vuelta como un calcetín a quiénes son los fantasmas: Lorca, Gómez Arcos, ese silencio vital e intelectual al que el fascismo quiso someterlos ha fracasado: siguen hoy vivos en sus lectores.
"Como directora y guionista —expone Hojman— hay un posicionamiento claro en mis películas. Hay una historia contada desde un lugar subjetivo. Elijo la historia y la cuento desde un lugar que es el mío. Sí que hay un posicionamiento político. Todo es político realmente".
"Y me gusta —prosigue la cineasta— que sea la propia historia la que lo va contando de alguna forma: es el vehículo para hablar de lo que tiene que ver con la identidad de España y como se ha creado [esta] expulsando una parte de las identidades, voces y disidencias que estaban ahí. Sí que creo que en ese sentido tiene un posicionamiento claro".
"A raíz de la dictadura —reivindica Hojman— se expulsa a una serie de voces para el régimen las de las mujeres autoras como María Lejárraga, mujeres intelectuales y feministas, que no son el sujeto pasivo y que también se expulsaron de nuestra cultura y de nuestra historia hasta hoy. Ni se estudian ni están en los planes educativos: toda esta disidencia no ha formado parte de quienes somos. Esto deberíamos revisarlo y recuperar estas voces. Si no han quitado una parte, algo esta fallando".
En Francia se estudia a Gómez Arcos, en España apenas. En 2018, el parlamento de Andalucía aprobó por unanimidad una proposición no de ley que presentó Podemos en la que se recogía, entre otros más coyunturales, el siguiente punto: "[Existe] la necesidad de desarrollar medidas de fomento, actuaciones y actividades curriculares y complementarias que pongan en valor la obra de Agustín Gómez Arcos en todos los centros educativos públicos, para acercar así al alumnado almeriense a uno de sus más ilustres escritores".
Uno de los impulsores de aquella PNL, el periodista Francisco Artacho recuerda lo que motivó su presentación: "Agustín es un andaluz universal. Con Agustín fue cruel e injusta la dictadura, pero la democracia, desde las instituciones, no ha sido capaz de resarcir su legado, su obra, su memoria. Y, sobre todo, porque obras como Ana No deberían estudiarse en clase, porque estudiar Ana No y a Agustín es estudiar la historia más reciente de España, y la más dolorosa, pero debemos conocerla".
"Aquella PNL sirvió para que se hablara de Agustín y también, para constatar que Andalucía no había hecho nada por recuperar a este escritor, al menos desde la Junta. Hasta que Agustín no se estudie en los institutos y facultades de Andalucía y España, no se habrá hecho justicia ni con él, ni con su obra, ni con nuestra historia", remacha Artacho.
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