Comprometida, feminista y combativa: Marisa Paredes, la dama roja del cine español
Nunca olvidó su infancia humilde y, siempre de izquierdas, defendió la libertad, los derechos y la cultura.
Madrid--Actualizado a
Marisa Paredes nunca olvidó su infancia humilde de hija de portera de la plaza de Santa Ana, donde se alza el Teatro Español, en el que será instalada la capilla ardiente de la actriz.
Madrileña del 46, su vida ha sido sinónimo de compromiso desde que se percató de que en el colegio de monjas las niñas que vestían bien entraban por una puerta distinta a la suya y luego no se juntaban ni en las aulas ni en el patio.
¿Por qué somos pobres, mamá? "Esto se hereda, hija, igual que lo otro", le respondió.
Desde entonces, como contaba recientemente en una entrevista en Icon, fue consciente de que "ser rico se hereda y ser pobre también". Hija de aquella portera y de un trabajador de la fábrica de cervezas El Águila, ella heredó además la conciencia de clase.
Antes de convertirse en una de las mejores actrices del cine español, trabajó desde cría como modista, aunque los ecos del Teatro Español la atraían hacia la interpretación, en la que debutó casi por casualidad, ofreciéndose al equipo que rodaba junto a su casa Policía al habla.
Todavía adolescente, poco después debutó en el teatro y, con los años, sería una chica Almodóvar, protagonista de películas como Tacones lejanos, La flor de mi secreto o Todo sobre mi madre.
Sin embargo, más allá de su brillante trabajo y de los premios que le reportaron, Marisa Paredes, fallecida este martes en Madrid a los 78 años, también ha sido admirada por su compromiso social y político. O lo que es lo mismo, una actriz feminista y de izquierdas.
En 2003, cuando era la presidenta de la Academia de Cine, pronunció un encendido discurso en la gala de los Premios Goya: "No hay que tener miedo a la cultura ni al entretenimiento, ni a la libertad de expresión, ni mucho menos a la sátira ni al humor". De fondo, el Trío de las Azores (Bush, Blair y Aznar) y su objetivo fijado en Irak. "Hay que tener miedo a la ignorancia y al dogmatismo", añadió Paredes. "Hay que tener miedo a la guerra".
Antes y después, en diversos actos públicos o declaraciones a la prensa, defendió la democracia, la libertad, la memoria histórica, la educación pública y la cultura, "de donde salen los seres con un sentido crítico". También, claro, los derechos de todos: desde los laborales (en 1975 ya había secundado la huelga de actores) hasta los del colectivo LGTBIQ+ y los de la mujer, como dejaban claro su presencia en las manifestaciones del 8M o su apoyo a las mujeres del cine que lideraron el #MeToo en Estados Unidos por romper el silencio.
Causas propias y ajenas: "Soy feminista, soy de izquierdas, soy madrileña, soy luchadora. Palestina, no estás sola. ¡Viva Palestina libre!". Así apoyaba recientemente Marisa Paredes un acto a favor del alto el fuego en Gaza ("Eso es una vergüenza para la humanidad, un escándalo, un genocidio: hay que salir a calle y gritar", declaró a EFE) como antes le había hecho frente a Vox, preguntándose, tras los vetos de la ultraderecha a diversas iniciativas culturales, por qué le tenían tanto miedo a la libertad y a la cultura.
"No podemos permitir que algo tan inmenso como la libertad sea aplastada [...] y lo será si permitimos que [...] unos energúmenos vuelvan a ocupar un sitio que nos costó tanto conseguir", dejó claro Marisa Paredes, quien también se enfrentó al Partido Popular. "¿Isabel Díaz Ayuso? Por Dios, pero ¿qué hace aquí? ¡Fuera!", exclamó cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid apareció en la capilla ardiente de Concha Velasco.
Apoyó, eso sí, a Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz, como en su día pidió el voto para José Luis Rodríguez Zapatero. "Hay que salir a la calle, gritar y decir que no queremos volver atrás", dijo en la sede de Comisiones Obreras durante un acto de apoyo "a Pedro y a la democracia", cuando el presidente del Gobierno se tomó unos días para reflexionar sobre su futuro político ante el acoso a su esposa, Begoña Gómez.
Goya de Honor en 2018, "el compromiso lo sientes o no lo sientes", y ella lo tenía "en el alma". Como creía en la sociedad civil como motor de la sociedad, en la fuerza del pueblo y en el poder del asociacionismo, también se sumó a manifestaciones vecinales como la que intentó frenar la decisión del alcalde José Luis Martínez-Almeida (PP) de talar los árboles de la plaza de Santa Ana. No lejos de allí vivía ella y también su hija, la actriz María Isasi, fruto de su relación con el director Antonio Isasi-Isasmendi, aunque nunca llegó a casarse "por principios".
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