'Parthenope', mirada masculina a la libertad de una mujer bellísima
Paolo Sorrentino firma una carta de amor a la juventud, a la belleza y a Nápoles en la película, historia de vida de una mujer protagonizada por la debutante Celeste Dalla Porta. Estrenada en Cannes, pasó por la sección Perlak del Festival de San Sebastián.

Madrid--Actualizado a
“El repertorio entero de la vida”. Eso es, en palabras del cineasta Paolo Sorrentino, su nueva película, Parthenope, una carta de amor a la belleza y a la juventud, una mirada masculina al viaje hacia la independencia y la libertad de una mujer bellísima, en medio de la hermosa y salvaje Nápoles.
Protagonizada por la debutante Celeste Dalla Porta, la película, relato de toda la vida de una mujer, Parténope, desde su nacimiento en los años 50 hasta hoy, quiere ser el retrato de una mujer libre mientras aprende a vivir en mundo puritano y opresor. En el recorrido, Parténope encuentra amor y desamor, desilusiones, dolor y dicha. También se tropieza con amigos y cómplices, uno de ellos, el escritor John Cheever, otro, su propio hermano.
El cineasta napolitano se desprende de muchas convenciones en esta película, un relato arriesgado y sorprendente, que en su parte final suelta amarras y flota un poco a la deriva, “como avanza la vida, que nunca es ordenada”. El filme cuenta en el reparto con Gary Oldman, Stefania Sandrelli y Silvio Orlando, entre otros intérpretes.

Ya ha hecho usted tres películas sobre la juventud y la belleza…
Al final se hacen películas sobre lo que no se conoce, pero lo que a uno le atrae y de lo que se enamora. Entonces cuando era joven y no conocía el mundo de los ancianos, hacía muchas películas sobre los ancianos y ahora que me estoy haciendo anciano y estoy desaprendiendo lo que es ser joven, hago películas sobre jóvenes.
¿Ese es el motivo también por el que ha hecho una película sobre una mujer?
Sí, ya he dicho que normalmente se hacen películas sobre aquello de lo que se está enamorado, pero no se conoce. Yo estoy enamorado de las mujeres, pero no las entiendo y no las conozco bien, por eso he hecho esta película con la que quería profundizar en las mujeres.
Y en ese personaje ¿hay algo de usted?
Pues no lo sé, desde luego no es la belleza porque nunca he sido ni bello. En eso no me puedo identificar con el personaje, pero tal vez esta mujer es el joven que yo hubiera querido ser, guapo, que se deja ir, se abandona, que deja atrás las seguridades… Bueno, no tuve ninguna posibilidad de ser así de joven, así que quizás es el joven imaginado que me hubiera gustado ser ahora que hablo de esto, un joven que vive a vida sin pensar en seguridades.
La película es un viaje hacia la libertad de una mujer y su independencia, pero también es un viaje hacia la libertad del creador. ¿Ha arriesgado más en este trabajo que en otros?
Esta película no necesitaba muchas normas ni muchas reglas, aunque en realidad es una película muy clásica y es una película sobre una mujer que recuerda lo que ha sido importante en su vida. Y los recuerdos, en general, son anárquicos, no son cronológicos ni van siguiendo una causa efecto cuando recuerda su vida. Los recuerdos le vienen como a una persona laica que recuerda lo sagrado, y esta película sigue este hilo de sacralidad que le permite, además, descubrir el sentido de la época actual.
Hay un momento que el personaje del hermano dice que es imposible ser feliz en un lugar tan hermoso, tan bello. Nápoles. ¿Parthenope es una historia sobre las consecuencias de la belleza?
La belleza física, estética, es un arma de doble filo. Bueno, es solo una consideración mía, no lo puedo saber porque nunca he sido guapo, pero las personas bellas suscitan muchísimo interés inicialmente y con el tiempo suscitan irritación, son muy irritantes también por su belleza. O sea, el interés viene por la belleza y la irritabilidad viene por la belleza, y esto hace infelices a las personas bellas porque se las juzga todo el tiempo. Además, siempre se las juzga por los motivos equivocados, primero por ser bellas y luego por ser irritables o causar irritación.
Usted se esmera en mostrar la belleza de Nápoles, ¿ha llegado a irritarle la belleza de la ciudad?
No. La respuesta es no, porque la belleza de una ciudad siempre es una belleza quieta, estática, la belleza de las personas se vuelve irritable porque está en movimiento por escapar a tu control, mientras que una ciudad bella te vas, vuelves y siempre está ahí. Incluso puede dar seguridad.
¿Por qué ha elegido introducir al escritor John Cheever como un personaje de esta historia?
El personaje de Cheever, aparte de que efectivamente estoy enamorado de los libros que escribió, como muchísimos lectores, en la película me resulta de mucha utilidad porque es un hombre que está aprisionado en su homosexualidad y se encuentra con esta mujer que está a punto de explotar de libertad y de explotar de belleza. Y este encuentro entre la libertad y la prisión, la libertad de la mujer y la prisión de Cheever me resulta muy, muy interesante. Si uno lee el diario de Cheever, se reconoce claramente que está aprisionado por el miedo y por sus tendencias sexuales.
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