Estreno de 'Verónica' Paco Plaza: “He restringido la película al universo femenino por militancia”
El cineasta se inspira en un caso real, Expediente Vallecas, y en el informe policial de aquel para retratar en Verónica el miedo a crecer y a las responsabilidades. Brillante cine de terror sobrenatural y aterradora fotografía del pánico en la adolescencia.
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MADRID, Actualizado:
“Te dicen, desde pequeño, que Jesucristo murió y resucitó, que la Virgen María concibió sin pecado, que… ¿cómo no vas a atreverte a comunicar con los muertos?” Paco Plaza, uno de esos chicos educados en colegio religioso en los noventa, un chaval de barrio “de ladrillo rojo”, con dos hermanos con los que “compartía un universo mágico” y amigos con los que escuchaba a todo trapo Héroes del Silencio y jugaba a la ouija, ha vuelto su mirada del siglo XXI a aquella época para recordar una adolescencia de “pánico constante”. Verónica, con la que va al Festival de Toronto, cine de terror sobrenatural, es sobre todo una película sobre el miedo a crecer y a las responsabilidades.
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Inspirada en el caso real del Expediente Vallecas -Estefanía Gutiérrez Lázaro murió en condiciones extrañas meses después de haber jugado a la ouija con unas amigas- y en el informe policial que se hizo de él, la película está protagonizada por la debutante Sandra Escacena y por Ana Torrent, con la que Plaza rinde homenaje a Saura y a uno de los títulos referencia de esta película, Cría cuervos.
Las niñas Bruna González, Claudia Placer y el pequeñísimo y portentoso Iván Chavero, completan, con Maru Valdivieso y Leticia Dolera, el reparto. Actrices para una película brillante con la que el cineasta ha hecho un ejercicio de “eugenesia”, creando un universo donde lo masculino prácticamente no existe. “He restringido la película al universo femenino por militancia”, dice.
Cuando tenía la edad de Verónica, iba usted a un colegio religioso, ¿cuánto tiene que ver el catolicismo en la afición que hubo esos años por el espiritismo?
Creo que los niños criados en el catolicismo son más permeables a lo sobrenatural. Te dicen, desde que eres pequeño, que Jesucristo murió y resucitó, que la Virgen María concibió sin pecado, que… ¿cómo no vas a atreverte a comunicar con los muertos?
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'Verónica' transcurre a principios de los 90, ¿por qué ese momento?
Porque en 1992 en España empezamos a creernos que éramos un país moderno. El 92 es el final de la primera etapa de la Transición y la entrada en la Europa moderna. ¡Fredy Mercury venía a cantar a España! 1991 fue como la frontera entre esas dos etapas de España. En la película todo se mueve en una especie de frontera, la niña vive un momento en el que se resiste a abandonar el Parnaso infantil, los vivos y los muertos, la realidad y la fantasía…
La niña tiene miedo a hacerse mayor, pero se atreve con juegos que cree que son de mayores, como la ouija.
"El objeto no vale nada. El valor está en la fe que pones en lo que haces"
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La ouija es un elemento transgresor y en las etapas de crecimiento, y en la adolescencia más que en ninguna, la personalidad se forja jugando en los límites. En un colegio de monjas, una ouija era muy transgresora, algo casi filo-erótico, casi prohibido. Pero también es importante que en la película el tablero de la ouija se compre en el kiosco, era una cosa que se anunciaba en la tele. El objeto no vale nada. El valor está en la fe que pones en lo que haces.
¿Cuánta fe pone usted en los fenómenos paranormales?
"Los fenómenos paranormales no nos los explicamos porque no aplicamos el ángulo correcto"
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Yo estoy bastante de acuerdo con Carl Jung y su enfoque de lo paranormal, de fenómenos provocados por el inconsciente. Mucha gente utiliza la teoría de Jung para quitar épica al espiritismo, pero ¿no es mucho más espectacular que seamos nosotros los que tenemos la capacidad de provocar esos fenómenos? El eclipse que aparece en la película tiene que ver con esto. Los mayas, que no sabían que el eclipse sucedía porque un cuerpo se interpone, pensaban que era la llegada del reino de las tinieblas. Los fenómenos paranormales no nos los explicamos porque no aplicamos el ángulo correcto.
¿Pero de pequeño hacía sesiones de ouija?
Y coleccionaba los fascículos de Jiménez del Oso, que son los que salen en la película, y tenía ouija, y Biblia y tijeras… y vivo con esas imágenes desde los diez años. No soy el único, no es casual que otros directores de mi generación hayan mirado hacia esto mismo, como Mike Flanagan.
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¿Los niños de ahora son muy diferentes?
"['Verónica'] habla del miedo a la responsabilidad, la resistencia a crecer, a abandonar la infancia"
Las redes sociales han cambiado la forma de relacionarnos, ¿cómo crecen en un entorno tan diferente al nuestro? En el fondo, no creo que sean tan distintos de los de veinte años antes. Todos vivimos ese momento antes de que algo se rompa. Además, ¿no juegan ahora a Charlie Charlie (versión con papel y lápices de la ouija)? Hay algo en lo inexplicable que es una pulsión adolescente. Con catorce años todo te parece asombroso, es un vestigio de la infancia, todavía tienes la capacidad de creer en lo fantástico.
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¿'Verónica' es, entonces, una película sobre el miedo a hacerse adulto?
Sí, habla del miedo a la responsabilidad, la resistencia a crecer, a abandonar la infancia. Es un momento de terror. Tienes pánico a que tu vida dependa de ti, a tener que asumir el control. Cuando eres bebé están en brazo de tus padres, pero un día te dicen: “Baja, ya pesas”. Es el primer trauma. Luego viene defenderte en el colegio, el trabajo, cambiarte de compañía de teléfono… nada de eso existe en el mundo del niño.
¿El adolescente como un ser asustado?
Es que cuando eres adolescente vives asustado. Yo tenía miedo a que me cambiara la voz, a que me salieran pelos en algunos sitios, a cosas que me contaban otros más experimentados y que yo no conocía… Recuerdo la adolescencia como una época de pánico constante. La inseguridad en la adolescencia es pura, está concentradísima.
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Esta es una película casi exclusivamente de mujeres, ¿por qué?
"Es un ejercicio de eugenesia [...] no hay imágenes inocentes y los papeles que asignamos generan pautas de conducta"
Los personajes masculinos de la película dicen diez palabras en total. Lo he restringido al universo femenino por militancia. Los del cine tenemos una gran responsabilidad en cómo articulamos los personajes femeninos. Es un ejercicio de eugenesia, generar un universo donde lo masculino no existe. Tengo una pretensión feminista muy militante. Tenemos que ser conscientes los que contamos historias de que no hay imágenes inocentes y de que los papeles que asignamos generan pautas de conducta.
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Usted ha trabajado sobre sus recuerdos, pero estos están adulterados inevitablemente por el tiempo.
Sí. Quería una película que evocase el espíritu de los años 90, los encuadres, el movimiento de cámara, hemos usado ópticas viejas… Es una mirada a los 90 desde 2017, una doble capa temporal. Pienso en Borges cuando decía que si Cervantes hubiera escrito El Quijote hoy, sería otro Quijote. Por otro lado, no quería que fuera una mirada nostálgica, que el punto de vista no fuera edulcorado, sino realista, del momento presente.
Y ¿qué ha sentido al revivir en el rodaje todo esto?
Lo que he sentido ha sido el abismo, porque con las actrices, con las chicas, yo era como un astronauta en Marte. No las entendía nada. El universo de los niños y de los adolescentes nos está vetado a los adultos. Yo solo me he podido acercar de memoria.
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Con excepciones, usted y Jaume Balagueró son los únicos que resisten en el terror español, ¿se siente heredero de la tradición de Chicho, de Jess Franco…?
En España tenemos una tradición espléndida. Jesús Franco, Chicho, Becquer, Edgar Neville… todos son muy respetados y admirados fuera de España y aquí no estaría de más reivindicar cierto orgullo de esta tradición.