madrid
Cuando el director, guionista y dramaturgo Alfonso Amador pensó por primera vez en transformar la obra teatral sobre la ultraderecha Marina, unplugged en un falso documental, lo hizo con el fin de que viera la luz poco antes de celebrarse las últimas elecciones generales, "para decir, lo que estáis votando es esto, así que pensárselo". El presidente Pedro Sánchez, no obstante, adelantó los comicios a finales de julio tras el fracaso obtenido en las autonómicas y la obra se estrenó finalmente en València en octubre de 2023.
Protagonizada por la recién premiada como Mejor Actriz en la Mostra de València-Cinema del Mediterrani, Claudia Faci, este film es un jarro de agua fría que alerta sobre la honda omnipresencia de los discursos fascistas en toda Europa. Tanto su forma como su contenido obedecen a este objetivo último: desde la puesta en escena y la edición de fotografía hasta el guion, todos los elementos de la producción traen reminiscencias claras de los ideólogos y políticos nazis.
El mockumentary, cuyo título rescata del baúl de los recuerdos aquellos célebres MTV Unplugged americanos (conciertos en acústico sin arreglos musicales), ha sido definido por la crítica como "toda una reflexión sobre cómo nos canibalizan la cultura, cómo prostituyen la palabra, lo poco que importamos, lo poco que somos, lo mucho que nos desprecian". La obra cuenta igualmente con la interpretación de Alaitz Catalá, Toni Agustí, Ángel Galán, Miguel Ángel Romo, Begoña Soler y del coguionista Jorge Picó.
La sagacidad con la que la obra retrata el argumentario de la extrema derecha a través de ingeniosos monólogos teatrales ha desatado la indignación de aquellos que, viéndose quizás retratados en la protagonista, la han sentido como una amenaza directa hacia ellos. Prueba de ello fue la negativa de algunos altos cargos de la administración valenciana de cara a asistir a su presentación.
También escoció, y mucho, al exconseller de Cultura y Deportes José Vicente Barrera, quien declaró recientemente que la obra no debería haber recibido financiación pública. Por suerte, recuerda con alivio el cineasta, "todavía no había ganado la derecha en las elecciones autonómicas cuando tuvimos una subvención que nos ayudó a poder rodarlo".
Pero lejos de representar lo que el torero retirado de Vox tildó en su momento de "cultura blanca" (aquella que no aporta contenido alguno), la obra cinematográfica permite una aproximación poética al ideario ultraderechista y la capacidad de persuasión de quienes lo abanderan, pese a sus múltiples contradicciones.
Marina, unplugged nació para incomodar y para remover algo en el fuero interno de todas las personas que creen en la solidez de sus convicciones políticas. Cuando la protagonista se dirige a un público imaginario durante sus ensayos para hablar de sus propuestas, el espectador no puede evitar entrar en un estado de intranquilidad permanente.
"Es una película antifascista que te hace tener que lidiar con algunas ideas que ha dicho la protagonista. La inquietud del espectador reside en que este no sabe a qué atenerse, nunca puede llegar a relajarse del todo", sostiene el director. De este modo, la película consigue su propósito inicial: convencer del extraordinario poder de fascinación que puede contener el ideario de extrema derecha cuando sus representantes utilizan los canales de comunicación y el lenguaje adecuados. Mensajes racistas, homófobos, machistas y xenófobos disfrazados de sentido común a través de falacias que atrapan al instante al ciudadano medio hastiado por la crisis económica y la incertidumbre.
El personaje principal no se inspira en ninguna líder ultra en particular sino que es, en cierto modo, todas ellas. La protagonista podría ser al mismo tiempo Giorgia Meloni, Marine Le Pen o Isabel Díaz Ayuso, o una versión intelectualizada y arrolladora de éstas. En lugar de emplear las fórmulas y espacios habituales de comunicación política para trasladar su programa electoral, elige llevar a cabo todo una performance teatral en forma de monólogo, un envoltorio hábilmente escogido para captar la atención de sus oyentes y llevarles con éxito a su terreno.
Lo hace sin gritos ni consignas violentas, porque sabe que no lo necesita para hacer calar su mensaje. "En lugar de hacer un meeting en una plaza de toros o en un gran estadio, lo que hace es un concierto en acústico. Lo que nos interesaba mostrar es el monólogo, el discurso", apunta Amador. Se estrena en Madrid por primera vez los próximos 1, 2 y 3 de noviembre en la cineteca de Matadero.
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