Este artículo se publicó hace 10 años.
One Direction arrasa en Madrid
David Villafranca (EFE)
Cuando el sol ya se ponía, miles de adolescentes lanzaron un grito al cielo que hizo temblar el Vicente Calderón. No hubo mejor prueba que esa para saber que habían cumplido un sueño, que tras meses de ilusión y nervios por fin estaban sus ídolos One Direction sobre el escenario y que esa sería sin duda la mejor noche de sus vacaciones. Porque estos cuatro veinteañeros ingleses, más un irlandés, no tienen ahora rival en el pop juvenil.
El fenómeno One Direction vive sus días más dulces, en los que todo lo que toca es oro, destrozando récords de ventas con sólo tres discos, arrasando en conciertos en medio mundo, como anoche ante las 45.000 personas de Madrid que podrían repetirse en el concierto de mañana. La fiebre que provocan estos chavales es digna de estudio. Ha habido fans acampadas durante semanas para conseguir el mejor sitio en el concierto y hoy las colas han dado la vuelta al estadio, pese al sofocante calor que sólo las sombrillas y el agua de los bomberos han podido aliviar.
En las horas previas, los nervios acumulados han chocado con la desorganización en el acceso, confuso y con mucho retraso. Así, la figura local y telonero, Abraham Mateo, ha actuado ante menos de la mitad del aforo. Luego fue el turno de los australianos 5 Seconds of Summer y su punk de instituto, que quizá sean la próxima sensación de la volátil escena musical adolescente. Pero por atractivo que fuera el aperitivo, One Direction eran el plato principal y la única y verdadera atracción de la noche.
No es que jugaran anoche con ventaja: es que salieron a un estadio rendido sin condiciones
Atractivos, modernetes, sin grandes extravagancias, tipos normales, o eso quieren parecer, no es que jugaran anoche con ventaja: es que salieron a un estadio rendido sin condiciones, fascinado con cada uno de sus gestos, capaz de cantar de principio a fin cada una de las canciones en inglés, lo que no deja de ser una buena noticia para futuros informes Pisa.
No se puede negar ingenio a las fans. Se pintaron mil y un mensajes de amor, personalizaron sus camisetas del grupo, prepararon pancartas, cantaron sus canciones antes del concierto... Incluso hubo alguna que se vistió de novia, por si había boda de emergencia. Los excesos de emoción, que los hubo, fueron atendidos convenientemente por los servicios médicos del recinto. Los fuegos artificiales dieron pie a un comienzo enérgico, capitaneado por Midnight memories, una de las canciones más roqueras de un grupo que tiende al pop y a la balada, pero que guardó sus bazas más potentes para la primera mitad del concierto.
"¡Buenas tardes, Madrid!", "sois un público fantástico". Y cada frase en español era inevitablemente contestada por un nuevo chillido de unas seguidoras que no dejaban de agitar sus lucecitas. El pasillo central que unía el escenario con una plataforma en mitad del campo fue el lugar perfecto para carreras, saltos y carantoñas a fans desmayadas por besos lanzados al aire.
Cada frase en español era inevitablemente contestada por un nuevo chillido de las seguidoras
El concierto no tuvo ni un segundo de pausa, que para eso son jóvenes y están en forma. Encadenaron medios tiempos como Why don't we go there con tímidos arrebatos folk, a lo Mumford & Sons, como Through the dark, aunque quizá están más cómodos con baladas como Moments, en las que se sientan melancólicos y miran al infinito como si estuvieran al atardecer frente al mar.
One Direction no van a reinventar nada y tampoco lo pretenden. Tienen cinco buenas voces con unas canciones hechas a su medida, pegadizas hasta decir basta, y con un envoltorio comercial impecable. Frente a sus referentes noventeros, véase Backstreet Boys, renuncian a la coreografía y se centran en cantar, porque para la parte musical ya tienen una banda de acompañamiento. El espectáculo también ayuda, con una puesta en escena generosa e impactante, pero sin apabullar. Las pantallas gigantes cedieron el protagonismo a un nuevo escenario que se elevó, casi por arte de magia, pasada la mitad de la noche y que fue uno de los momentos más visuales.
What makes you beautiful marcó uno de los puntos culminantes en una noche en la que era palpable la euforia. Para los bises dejaron dos de sus temas más exitosos: "You & I", el enésimo canto romántico del repertorio, y "Story of my life", con un toque épico perfecto para el karaoke final. Y cuando las luces se apagaron y se despidieron One Direction, quedó claro que el presente es suyo y que por el mañana nadie parecía preocuparse anoche.
Con la luna llena como testigo, el concierto fue una exhibición del amor juvenil, loco, quizá fugaz, pero intenso de unas fans que llevaban mucho tiempo esperando a su grupo preferido, que se fueron a casa con una gran sonrisa en la boca y a las que seguro les costó dormir tras una noche soñada.
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