Realidad y espejismo de los grupos femeninos de pop rock en España
Cariño, Ginebras, Melenas o Shego ejemplifican una nueva explosión de bandas de chicas. Intentamos analizar qué hay detrás de ello.
David Saavedra
Sevilla--Actualizado a
El punto de partida binario de este reportaje ya debería ser erróneo: ¿en pleno 2023 todavía estamos dividiendo a los grupos de música por el género de sus componentes? El tema sería irrelevante en un mundo ideal, pero los datos nos dan otra perspectiva. Si observamos las listas oficiales de los 100 discos más escuchados en España en los últimos tres años, el total de grupos femeninos que aparecen es: cero en 2020, cero en 2021 y cero en 2022.
Tan solo las solistas Rosalía y Aitana figuran entre las diez primeras en los dos últimos años, y en 2020 había que bajar hasta el puesto 15 hasta encontrar a Vanesa Martín. En los carteles de los festivales sí se ve cierta presencia en la parte alta: Cariño, Ginebras, Shego, Bala... pero solo Tanxugueiras aparecen como cabeza de cartel en alguno de ellos. En las listas de mejores discos, según los medios especializados en 2022, apenas podemos ver a la citadas Cariño y a Magia Bruta, en Rockdelux, a Cariño y Tanxugueiras en Mondosonoro, Adiós Amores en Jenesaispop, y ninguno en Efe Eme.
Pero, paradójicamente, la situación es bastante más alentadora si se observa desde otro punto de vista. En una época en que, por el abaratamiendo de la tecnología, el encarecimiento de los alquileres de los locales de ensayo y todas las dificultades económicas que conlleva intentar salir a tocar en directo con una banda –todo ello agravado por el parón pandémico- se puede pensar que hay en España más grupos femeninos que nunca de pop y rock. Eso ocurre especialmente en el entorno independiente, donde, en los últimos años han aflorado bandas reconocidas internacionalmente como Hinds, Mourn, Melenas, Cariño -que habrían llegado a tocar en el festival de Coachella de no ser cancelado por la covid-, Bala o Agoraphobia.
Habría que sumar a ello los nombres de Las Odio, Rayo, Ginebras, Shego, Magia Bruta, Viuda, Uniforms, Adiós Amores, Tarta Relena, Lisasinson, Pipiolas, The Crab Apples, Hickeys, Fillas de Cassandra, Las Dianas y Las Petunias, entre otras muchas. El caso de Tanxugueiras, un fenómeno reciente por el impacto televisivo del Benidorm Fest, se podría englobar también dentro del pop, aunque ellas provienen de la cultura tradicional de las pandereteiras, agrupaciones fundamentalmente femeninas y que ya vivieron una renovación popular en los años noventa con Leilía.
Mejores condiciones climáticas para la visibilidad
Anabel Vélez: "Yo creo que siempre ha habido grupos de chicas, lo que pasa es que ahora tienen más visibilidad"
"Yo creo que siempre ha habido grupos de chicas, lo que pasa es que ahora tienen más visibilidad, les prestan más atención los medios de comunicación y la industria incluso los busca y apoya más, pero eso sucede sobre todo en el indie, a escala minoritaria", apunta Anabel Vélez, periodista musical y autora de los libros Rockeras. Las protagonistas de la historia del rock (Robinbook, 2016) y Mujeres del rock. Su historia (Robinbook, 2018).
Añade la escritora que "ahora hay muchas más mujeres reivindicando su papel en la industria, y asociaciones como MIM, que están luchando por tener ese espacio que siempre han merecido. Los festivales también están apostando más por ellas. Aún no está la cosa igualada, pero sí ha habido cambios en los carteles porque la gente lo pide, se queja, y eso al final tiene su efecto".
Joan Vich fue el descubridor de Hinds y es el actual mánager de Melenas y Adiós Amores. Antes de eso, fue uno de los organizadores del Ladyfest Madrid y trabajó en el Festival Internacional de Benicássim desde su primera edición. Él coincide de pleno con lo que dice Anabel Vélez. "Pienso que, precisamente, esa mayor visibilidad puede ser la razón de que estén saliendo más grupos", añade. "Por eso es importante seguir trabajando en cuotas y en aumentar la presencia femenina en carteles y programaciones: porque eso es lo que provoca el gusanillo y aporta el refuerzo psicológico que anima a las chicas que empiezan a confiar en que tienen posibilidades y no necesitan a nadie, a ningún hombre, para salir adelante".
En el Ladyfest madrileño, que duró entre 2012 y 2014, también estaba Ágata Ahora, guitarrista de Las Odio y Rayo y, anteriormente, de grupos más subterráneos como Agnes. "Queríamos crear una oferta cultural que nos apelara más, un espacio que todavía no existía en Madrid, en el que se reprodujeran dinámicas feministas condenando cualquier tipo de discriminación, en el que pudiéramos sentirnos seguras y explorar nuestra sexualidad, crear la realidad que estábamos buscando y que no teníamos en nuestro contexto mas inmediato", recuerda la artista, quien posteriormente inició el fanzine y colectivo Sisterhood. "Fue una manera de unir a mucha gente con inquietudes muy parecidas, las componentes de Las Odio, por ejemplo, nos conocimos allí".
"Yo creo que sí hay muchas mas mujeres haciendo música -expone ella- y que se debe también a una evolución social. Hay más creadoras de contenido y de discurso, en general, y ese es un avance conseguido gracias al movimiento feminista, que ha tenido más cabida en los medios de comunicación. Hay más sensibilidad a la hora de programar y buscar este tipo de proyectos, y todo eso ha llevado a más chavalas a hacer música".
Ágata Ahora: "Hay un techo de cristal ahí que te impide llegar a ser cabeza de cartel"
No obstante, Ágata, que ha tocado con sus dos bandas en bastantes festivales de ámbito nacional, matiza los logros. "La realidad es que las cotas más altas de éxito todavía las copan los hombres. Hay un techo de cristal ahí que te impide llegar a ser cabeza de cartel". Por otro lado, opina que "la capacidad transformadora se ha visto también mermada porque al hacerte mainstream hay una moderación del discurso, las cosas más subversivas se pierden por el camino". Todo lo que ella ha hecho en sus grupos y colectivos, argumenta, "buscaba introducir referentes que nos faltaban en la escena española, y un discurso feminista, un funcionamiento mucho más horizontal y otra organización, intentando que los temas que nos preocupan quedaran reflejados en letras y mensajes".
"Hay una mayor democratización de la música, ahora es más fácil que todo el mundo pueda hacerlo, incluida una panda de chicas", añade María Talaverano, del grupo Cariño, y que también graba en solitario bajo el nombre de Valverdina. Recientemente ha creado junto a la artista y promotora queer Hanna Plum Ternura una agencia de contratación y representación. "Intentamos romper con los moldes de la industria de la música en España, con los contratos abusivos y los porcentajes de lobos que tienen y darle una vuelta a eso, y obviamente impulsar a bandas en las que creemos como Las Petunias. Estamos muy ilusionadas por ejercer ese madrinazgo", afirma.
"También Internet ha ayudado mucho a visibilizar estas cuestiones y darnos herramientas", apunta Isabel Fernández Reviriego, que comenzó en los años noventa con Electrobikinis, después formó Charades, el proyecto en solitario Aries y, en la actualidad, Magia Bruta.
La importancia de los referentes
Anabel Vélez: "La historia se ha encargado de borrar a muchas mujeres músicas de un plumazo"
Todas las personas entrevistadas coinciden de lleno en que el contar con referentes es aspecto fundamental para conseguir que haya más chicas tocando instrumentos y formando grupos. "Antes había muchos jovencitos que veían a los Beatles y a los Ramones y decían: ¡Oh, pues yo también puedo hacer eso, y también hay otras mujeres que ven reflejo en las que abrieron camino. Si tú no ves a chicas tocando la batería piensas: Si no las hay será porque no se puede. Es como en las carreras técnicas, tú piensas que no puedes ser ingeniera espacial porque casi todos son hombres", argumenta Anabel Vélez. Pero la escritora también apunta que ha habido un silenciamiento de esos referentes. "La historia se ha encargado de borrar a muchas mujeres músicas de un plumazo, como Sister Rosetta Tharpe (cantante y guitarrista eléctrica que fue precursora del rock and roll en EEUU en los años 30 y 40 del siglo pasado). Ella tuvo muchísimo éxito en su época, pero fue obviada completamente por la historiografía oficial. El canon y la tradición siempre fueron pasados de un hombre a otro, pero ahora se está revisando esa historia".
"Esto es extrapolable a un montón de campos y disciplinas, y se debe al patriarcado. Además, las chicas que toman la iniciativa y se animan a tocar padecen un escrutinio que no sufren los grupos formados por hombres", sugiere Isabel Fernández.
"Yo fui adolescente en los años noventa, y coincidí con la explosión de las Riot grrrls, que fueron unos referentes muy fuertes tanto musical como ideológicamente. Asimismo, muchos grupos coetáneos que me encantaban como Fugazi, Nirvana o Nation of Ulysses eran feministas. También vi a Björk en la época de Homogenic y, en el cine, el directo de Portishead. Recuerdo buscar mujeres en todas las artes. Desde pequeña, cuando veía a una mujer inspiradora haciendo cosas, sentía una especie de magia y fascinación. Un poco antes de tocar en grupos, tenía amigos en el mundo del skate, mi novio patinaba, y recuerdo pasar tardes sentada en el skatepark sintiéndome incómoda por estar de espectadora. Siendo una chavala, quería hacer cosas y ser un elemento activo y generador, no sólo admirar lo que hacían ellos", añade.
"En nuestra sociedad, nosotras tenemos un papel mucho más secundario, menos protagonista, sobre todo en el ámbito público. La generación del discurso y la creatividad no se potencian en las mujeres, o no se premia tanto. Por eso hay muchas menos chicas que se han sentido apeladas a ser las creadoras del discurso", completa Ágata Ahora.
No había referentes españoles para ninguna de estas dos artistas antes de empezar con la música. Por aquí apenas se recuerda a dúos de música ligera como Pili y Mili en los años sesenta. En los setenta aparecieron otros dúos de gran influencia, como Vainica Doble y Las Grecas (recientemente versionadas tanto por Rayo como por Viuda y hasta por Rosalía), en los ochenta estuvieron las efímeras Vulpes, cuyo caso daría para un reportaje paralelo y, en los ámbitos más populares, no podemos olvidar el impacto de Baccara, Azúcar Moreno, Papá Levante o Las Ketchup, por ejemplo.
Pero fue también en los años noventa cuando se produjo la primera explosión de grupos femeninos dentro del entorno indie, con Nosoträsh y Undershakers, o incluso con bandas mixtas pero de claro liderazgo femenino, desde nombres de éxito como Dover a formaciones de culto como Hello Cuca. Isabel Fernández, de hecho, incide en ello para denunciar la existencia de "un revisionismo machista brutal".
Según la artista bilbaína, ahora se pone el foco en los nuevos grupos pero se obvia los logros de las formaciones de su generación y la posterior. Ella cita, concretamente, a Las Bestias, Las Pussycats, B-Violet, Deviot, La Nube, Pili Perkins, Les Biscuit Salés, Sybil Vane, Las Solex, Las Sweet Nothings, Lascivos, Aias, Les Sueques, Me & the Bees... "y lo que se llamó tontipop estaba repleto de chicas: Juniper Moon, Meteosat, los Fresones Rebeldes... Muchas editaron sus discos internacionalmente y algunas son grupos de culto. Parece que no hubiesen existido y hay que volver a picar piedra". María Talaverano, de hecho, reconoce que sus referentes a la hora de montar Cariño vienen de ahí, y cita expresamente a Nosoträsh y Juniper Moon.
Muchas de las bandas citadas, por cierto, provienen del sello independiente madrileño Elefant Records, que se fundó en 1989. Sus responsables, Montse Santalla y Luis Calvo, tienen un punto de vista un tanto diferente sobre todo esto. "En nuestro pequeño universo no vemos tantos cambios. Si analizamos estos 34 años que llevamos y pensamos en todos los grupos que han formado parte del sello, creemos que la parte femenina gana por goleada. A nivel compositivo y de liderazgo, Elefant siempre ha sido una gran excepción en este sentido", exponen al unísono por correo electrónico.
Pero también conceden gran importancia de los referentes: "Si ves a alguien que te gusta y con quien te identificas, por sus letras o lo que sea, te puede animar a pensar que tú también puedes hacerlo, y en ese sentido puede que muchas chicas estén expresando con su música cómo se sienten ante determinadas cosas en esta sociedad. Eso las une y las motiva a hacer lo mismo y tocar en un grupo".
Para Luis y Montse hay otro factor más a tener en cuenta: "No nos gustaría hacer diferencias entre sexos, pero realmente sí hay una nueva escena. Creemos que la pandemia también desató el talento escondido de muchas personas, y que estamos ante una generación muy tocada a nivel mental, más comprometida, con un futuro más complicado y que por todo eso sufre mucho más que los que crecimos en los años ochenta, que éramos más despreocupados y solo pensábamos en pasarlo bien. Entonces todo eso también provoca que muchas personas tengan la necesidad de expresar sus sentimientos. Notamos mucha diferencia, no tanto a nivel musical, pero sobre todo de las letras de las canciones en estos últimos años, y una diferencia en general para mejor", aseguran.
El enemigo en casa
"Nosotras os bailamos/ las chicas se divierten/ Nosotras os bailamos/ las chicas se divierten/ Los chicos guitarristas/ desbordan los carteles/ Ellos son artistas/ tienen lo que quieren/ Indi español, indi español/ Yo no soy la novia/ no soy la amiga/ No soy la prima/ ni la vecina/ Deja de buscarme/ no estoy en la lista/ Mira mi pulsera/ ¡¡Yo soy la artista!!/ indie español/ indi español" (Indiespañol. Las Odio, 2016).
"Mira, chico, no me des problemas/ No te sientas ofendido, no quiero ligar contigo/ Solo vengo a cantar, me da igual que seas tú el que organiza el festival/ Dime chico que debo sonreír/ Qué gran consejo, si no fuera por ti/ ¡Ay! Si no fuera por ti/ El día que yo explote/ bailarán conmigo los ángeles/ Sonarán las trompetas/ Cambiaré tus mierdas por diamantes/ Noto cómo me estás mirando/ Analizas todo lo que hago/ Parece que nunca hayas visto/ A una tía actuando/ No me digas dónde poner el jack/ Ya he escuchado bastante/ Déjame trabajar/ No tengo nada que demostrar" (Mira, chico. Lisasinson, 2023).
La gran mayoría de las voces consultadas coinciden en que no hay un discurso de base muy diferente entre un grupo femenino y otro masculino. Ágata hablaba de implicaciones políticas asociadas al feminismo, y María Talaverano alude a que se da "otra energía" al tocar con chicas, pero en lo que todas están de acuerdo es que es en la percepción externa y en el trato donde se sigue produciendo el mayor sesgo. Al hilo de la canción de Las Odio aquí citada, su guitarrista afirma que, aunque las hayan teatralizado en la letra en cierto modo, son todo vivencias reales.
En cuanto al tema de Lisasinson, los responsables de Elefant Records lo citan explícitamente para remarcar el problema. "Creemos que es interesante analizarlo, estamos en 2023 y aún sigue pasando esto, así que imagínate cuando íbamos de gira con grupos como Nosoträsh, Camera Obscura, Niza, Heavenly... Muchas peleas desde el primer día que nos metimos en este mundo fueron con técnicos de sonido por el trato hacia las chicas de nuestros grupos, y sobre todo con las vocalistas. Ven a las chicas como si estuviesen de adorno, y eso nos da vergüenza y enfada muchísimo. Hay tres tíos en un grupo y dos chicas y tratan a los chicos de una manera diferente, y en nuestro caso la mayoría de esas chicas a las que desprecian son las que escriben y componen las canciones y son el talento del grupo. Sin ellas no existiría el proyecto, ellos son totalmente sustituibles y ellas no, sin ellas no habría nada", sostienen.
María Talaverano: "La única diferencia que notamos por ser chicas es cómo nos tratan en el exterior"
La componente de Cariño secunda la idea. "La única diferencia que notamos por ser chicas es cómo nos tratan en el exterior. Ahora siento que nos respetan más, pero antes, por ejemplo, cuando había que pagar venían al técnico de sonido por ser un hombre, o en las pruebas se pensaban que no sabíamos conectar nuestro equipo", remarca María Talaverano.
En cuanto a Isabel Fernández, se retrotrae a la época en que montó Electrobikinis junto a su amiga del colegio Miren Iza (que posteriormente grabaría como Tulsa), la guitarrista Janire Salvador y un batería, Asier Gurruchaga. Era justo la época bisagra entre los noventa y los dos mil.
"Al ser tres chicas y un chico tan jóvenes, al principio te prestan atención: con nuestra primera maqueta nos llamaron de varios sellos de Madrid, firmamos por Subterfuge y empezamos a girar y a hacer mucha promo y esas cosas que hacía la compañía de meterte en series y anuncios. Las dificultades fueron el machismo y la condescendencia con la que se nos trataba. He necesitado la perspectiva del tiempo para darme cuenta, porque entonces me sentía insegura y me culpaba. Han pasado dos décadas y nunca hemos dejado de tocar y hacer discos, yo trabajo haciendo bandas sonoras, Miren hasta ha estado nominada a los Grammy Latinos. Quiero decir, que lo que sentíamos eran amor y pasión sinceras por la música y muchos hombres no nos respetaron y nos cuestionaron sólo por ser chavalas", concluye la artista.
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