Serie 'Parot' Adriana Ugarte: "Nuestro trabajo tiene que servir como instrumento agitador y transformador"
La actriz, junto a Iván Massagué y Javier Albalá, encabeza el reparto de 'Parot', un thriller con aristas que se estrena en Amazon Prime Video.
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MADRID,
Partiendo de un contexto real, la anulación de la doctrina Parot en 2013, esta serie creada por Pilar Nadal, Alonso Laporta, Luis Murillo Arias y Luis Murillo Moreno que este viernes estrena Amazon Prime Video plantea una compleja trama que incluye un asesino en serie que mata a los presos liberados recreando el escenario de sus propios crímenes. Además, Parot pone sobre la mesa un profundo debate enfrentando a sus personajes principales a intensos dilemas morales sobre lo que deben, pueden o desean hacer. Empezando por Isabel Peña, policía y a la vez víctima de uno de los excarcelados.
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Explica Adriana Ugarte sobre cómo ha construido a Peña que le ayudó documentarse con los "testimonios de víctimas que han sufrido abuso y con terapeutas para trabajar" un plano concreto de su personaje. Se refiere al de la intimidad, "en el que es completamente incapaz de verse cara a cara con el trauma, pero está sumida en el dolor por los continuos ataques de ansiedad que sufre". Después está esa otra versión más social, "una cara más fría, hermética, de disociación en relación al trauma". Algo que, como ella misma reconoce, estaba ya en los guiones de una producción de ViacomCBS International Studios en asociación con RTVE y en colaboración con ONZA.
Su gran aliado en su batalla personal (la del trauma por la violación) y en la profesional (dar caza al asesino en serie) es Jorge Nieto, al que da vida Javier Albalá. Un tipo algo seco, muy crítico con la decisión del tribunal y al que no le parece de todo mal que alguien esté eliminando a los beneficiados por la anulación de la doctrina Parot. Albalá dice de que en Nieto "hay mucho lugar común respecto a las circunstancias de los thrillers" y que lo que le ha resultado más divertido y supuesto un reto ha sido dar con la manera de mostrar, "dentro de la seriedad y dentro de la parquedad que tenía el personaje, que tenía corazón, que despertara empatía. También que él tuviera empatía hacia los demás de una manera que no era obvia. No es ni sonriendo, ni siendo muy social, ni siendo estupendo. Sino, con una cosa de estar, de presencia, de mirada…".
El tercer vértice del triángulo principal de Parot es Haro, el violador encarcelado gracias al testimonio de Peña y que vuelve a estar en la calle. Es, sin duda, el malo de la historia, el personaje al que odiar. Y eso lo sabe Iván Massagué, quien vio en el papel "una oportunidad de hacer del villano de la serie". Sobre todo porque se han visto tantos que siempre se quiere "aportar algo nuevo".
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Para ello trabajó con Mónica Vic y con su ayuda y la de una criminóloga y psicóloga quiso conocer un poco sobre "cómo son esta gente, cómo piensan, cómo enfocan…". Una de las principales dificultades que encontró a la hora de interpretar a Haro fue "empatizar, porque al final tienes que querer un poco a tu personaje, ¿no? Lo haces tú y tienes que amarlo de alguna manera, sea quien sea. Y lo difícil era eso, la dualidad moral de saber dónde estás y cuál es la línea".
Para Javier Albalá, ver a su compañero en acción fue "muy divertido y tenebroso". Y eso es algo que sucede como espectador también.
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El dilema ético, que no existe en Haro pero sí en otros personajes como su padre (Juan Gea) y la madre de Isabel Mora (Blanca Portillo), está muy presente en los dos agentes que persiguen al asesino de los excarcelados. Desde el punto de vista de Ugarte, lo que ocurre con Mora es que, aunque es duro, "para ella servir a la justicia y ser policía es una vía de escape para no gestionar su propio dolor y no verse cara a cara con el trauma y así, de alguna manera, negarlo y que, en su mentalidad y su ilusión infantil, desaparezca". Sobrellevar así la carga la hace sentir "fuerte" y "útil". Pero al final es "como una trampa mental".
El conflicto al que se enfrenta Nieto es que "él quiere que se haga justicia, y quiere realmente que la gente buena esté protegida. Él tiene que ser un poco malo para que la gente buena esté protegida. Su ideal de justicia se pone en jaque justo con esta premisa principal que mueve toda la trama de la derogación de la doctrina Parot, porque en realidad él no movería un dedo por intervenir en este caso. Y, sin embargo, tiene que hacerlo y tiene que poner su profesionalidad en juego para hacer lo que tiene que hacer aunque no quiera. Además, con alguien que le mueve el corazón de una manera tremenda, que es el personaje de Isabel Mora. En esos dos movimientos en los que tiene conflicto se está moviendo durante toda la trama intentando ser el héroe de la mejor manera posible. Incluso a su pesar".
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Todo ese conflicto moral, ético y profesional, en palabras de Massagué, "es el jugo que tiene que tener, un engranaje para que funcione, en este caso, una serie. Tiene mucha ética, mucha moralidad y mucho de colocar al espectador en muchos colores grises. Trata un tema, tampoco la serie se quiere meter en nada más político de quién lo ha hecho bien y quién lo ha hecho mal, pero sí que toca unos palos donde el espectador tiene que escoger. Son difíciles, a mí como actor ya me pasaba. ‘Dios mío, tengo que hacer esto’. Pero tengo que hacerlo, para que alguien entienda. Si tú no lo cuentas, se queda en agua de borrajas. A alguien le tocaba hacerlo, el papel del contrapunto. Para que la sociedad entienda lo que pasó, pues tienes que poner ejemplos. Fue durete a veces, pero sí, toca cosas…".
Ugarte considera que en esta conversación que abre Parot está lo interesante, "que al final se produzca un debate que auné o que reúna distintas perspectivas (…). Aún siendo contradictorias, forman parte de lo natural del pensamiento. Hoy estás pensando esto, pero tienes equis punto de vista y te abre hacia otra manera de pensar. Al final es una oportunidad muy nutritiva. Sobre todo porque, echando la vista atrás y analizando sucesos que han sido potentes y que han generado brechas morales de estas características podemos analizar mucho el presente de nuestra sociedad y de nuestra cultura, cómo nos comportamos, cómo consideramos que los delincuentes pueden gestionar su día a día en la calle, si merecen una segunda oportunidad o no… Creo que al final da para plantearse muchas cosas y esto al final es potente porque creo que nuestro trabajo tiene que servir como instrumento agitador y transformador".
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Para Massagué Parot, como serie, "de alguna manera, claro que se posiciona. Pero lo que te está dando son dos puntos de vista o incluso tres, que serían el del espectador como sociedad, el del personaje de Adriana y el personaje desde el mal que para él igual es el bien. Te da estos tres enfoques. Creo que está bien. Encorsetando demasiado te cargas el imaginario del espectador y esto no deja de ser una realidad contada en tono de ficción y hay que jugar un poquito con eso".
La premisa de la que parte nace de la realidad, pero luego el guion crece y se amplia hacia tramas y subtramas con mayor o menor éxito que abarcan mucho más que la central de thriller, la de dar con un asesino en serie. "Creo que lo interesante de esta serie es poder contar y narrar un drama, vincularlo a un hecho histórico real muy reciente pero bastante desconocido para todos y que resultó una bomba y que abre y abrió un debate y un enfrentamiento potentísimo", apunta Ugarte.
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Sobre todo lo que tiene cabida en Parot, su protagonista menciona varios frentes abiertos que serían "la parte eminentemente policiaca, que es hilo conductor de toda la historia; el drama personal de todos los personajes, que al final son personajes profundamente solitarios y emocionalmente y afectivamente desnutridos; un drama familiar y, de alguna manera, un análisis de los daños que se producen de generación en generación".
Todo eso cabe en una primera temporada de diez episodios dirigidos por Gustavo Ron y Rafael Montesinos.