La vida tras los Goya en Torre Baró: "Queda mucho trabajo pendiente en el barrio"
Los vecinos alegan que que el ayuntamiento no da el apoyo suficiente al barrio y siguen teniendo problemas de movilidad.

Lara Malvesí (EFE)
Madrid--Actualizado a
Los vecinos de Torre Baró, un barrio del aislado distrito de Nou Barris (Barcelona) en el que se basa la película El 47, sobre la lucha de Manolo Vital para que sus habitantes dispusieran de una línea municipal de bus, se despiertan poco a poco de la resaca de los Goya, al tiempo que piden que no vuelvan a olvidarles porque "todavía queda mucho trabajo por hacer".
Pasear por las empinadas calles de Torre Baró tras ver El 47 da cuenta de los escasos efectos especiales que hicieron falta para mostrar la escasez de infraestructuras del lugar cincuenta años después del secuestro del autobús y de una lucha vecinal que en su adaptación al cine por Marcel Barrena consiguió este sábado cinco premios Goya.
En esta gélida mañana de lunes, los vecinos, la mayoría gente mayor que llegó con la emigración siendo un niño, seguían con su vidas, contentos por la película que les ha homenajeado, pero también temerosos de que al quedarse fuera de foco los desarrollos que aún reclaman nunca lleguen.
"Ni una tienda, ni un bar"
"Ya veis cómo es esto, aquí no hay nada. Ni una tienda ni un bar. Si quieres una barra de pan tienes que ir a la Meridiana", cuenta Pilar Martínez, que lleva toda la vida llamando "casa" a Torre Baró y que cuenta que ella no estuvo en el secuestro, pero sí su marido y sus cuñados, rememora.
"La película nos ha gustado mucho. Ha sido un boom. Pero aquí estamos igual que entonces, prácticamente. No se da apoyo suficiente al barrio desde el ayuntamiento. Seguimos teniendo problemas de movilidad. Cada vez que se estropea un autobús tardan un montón en enviar otro", explica otra vecina, Rafaela Macarno.
Esta vecina, involucrada en el tejido asociativo, cuenta que el aislamiento del barrio y sus carencias de conexión están además provocando que mucha gente anciana no salga de casa. "Esto es la montaña", explica Macarno, visitadora voluntaria de los vecinos de más edad del programa Soledad no deseada.
"Ayer le dieron los Oscar, ¿no?"
Una de esas personas es Antonia Jiménez, quien pese a todo cada mañana intenta dar un paseo. "Sí que llevo aquí bastante tiempo ya, como sesenta años", explica la mujer, que conocía a Manolo Vital "de toda la vida".
"La verdad que estamos muy contentos con la película, sí. Nunca se había hecho nada de nosotros. Ayer le dieron los Oscar, ¿no?", pregunta a su acompañante.
Otro veterano del lugar es Juan Antonio Romero, quien destaca que el filme ha sido "muy bueno" para la autoestima colectiva y un bonito recuerdo de su propia vida.
"Pero vaya, que aquí no ha cambiado nada, estamos igual que cuando pasó lo de Vital", afirma Romero, quien añade que él tenia once años entonces. La línea de paseo es la misma que la de la única ruta de autobús, que no es el 47, sino el 182 a día de hoy.
En la parada que lleva el nombre de Vital, en homenaje al conductor que se jugó el puesto de trabajo para dar transporte público a los vecinos, la mayoría emigrantes extremeños y andaluces, está esperando para bajar a Barcelona Magdalena Santos, que vive en Torre Baró desde que se casó.
Una visibilidad "positiva"
El más joven de los que este lunes andaba por el barrio, Dani Domínguez, se muestra esperanzado sobre que la visibilidad que ha dado la película sea "positiva" en cualquier caso.
"Todo lo que sea promoción del barrio está bien", apunta el vecino, criado en la zona. "Pero bueno, éste sigue siendo uno de los lugares más aislados y desfavorecidos", recuerda.
Una de las mayores pruebas está, han apuntado varios testimonios, en la ausencia de nuevos "visitantes", "curiosos" o "turistas" a Torre Baró, un fenómeno clásico en otros platós reales de películas.
El Centre Obert de Torre Baró fue el sábado una fiesta con los vecinos que siguieron la gala en Granada de los Goya en una pantalla gigante y vibraron cada vez que los protagonistas, como el actor de reparto premiado Salva Reina, tenían palabras para el barrio.
El 47 consiguió cinco de los catorce premios por los que competía, incluyendo el de Mejor Película, que obtuvo ex aequo con La Infiltrada.
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