La extraordinaria longevidad de los miembros del COI
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El Comité Olímpico Internacional despedía este miércoles a uno de sus miembros más veteranos, el neozelandés Tay Wilson. Este dirigente deportivo fue miembro del COI entre 1988 y 2005, y miembro honorífico desde el 2006, ha fallecido a los 89 años tras una vida dedicada al deporte primero y lucrada después gracias a él. Gracias a su nombramiento, de carácter vitalicio, Wilson pudo percibir hasta el último de sus días su pensión olímpica.
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Pero no se trata del único miembro de avanzada edad dentro del organismo olímpico, ni mucho menos. Quizás sea la llama olímpica que albergan en su interior y permite a sus corazones latir más allá que el común de los mortales, pero lo cierto es que ser nombrado miembro honorífico del COI asegura una larga vida para los afortunados que alcanzan tal reconocimiento.
Mary Alison Glen es la más veterana de todas, con 96 años
Buena prueba de ello es comprobar la edad de los últimos integrantes que han fallecido en los últimos años. Así, Gunnar Ericsson fue miembro honorífico hasta los 94 años, Marc Holder, que descubrió el escándalo en torno a los Juegos de Invierno de Salt Lake City 2002, hasta los 87 y Juan Antonio Samaranch, presidente del COI durante 21 años, que vivió hasta los 89 años. Actualmente, el comité presenta una lista de 31 componentes de esta distinción, cuya media de edad alcanza los 82 años. La más veterana de todas es Mary Alison Glen-Haig, que con 96 años contrasta con la integrante más joven de esta lista, Manuela Di Centa, que nació en 1963 -51 años-.
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Para llegar a este reconocimiento, deben de ser aceptados por mayoría de dos tercios en la sesión del COI en la que se recoja el nombramiento de los nuevos integrantes. El requisito para ser nombrado miembro honorífico, es haber realizado "diez años de servicios excepcionales", según recoge la Carta Olímpica como miembro del Comité y ser aprobado por mayoría de dos tercios. Una vez que acceden a este cargo, vitalicio por supuesto, los 'elegidos' son invitados a asistir a los Juegos Olímpicos, a los Congresos Olímpicos y a las Sesiones del COI, donde se les reserva un sitio. Además, pueden dar su opinión cuando se lo solicite el Presidente del COI, aunque no tienen derecho a voto.
Pero existe otra vía para ser reconocido como miembro honorífico. A propuesta de la Comisión ejecutiva del COI, éste puede elegir como miembros de honor a altas personalidades ajenas al COI que le hayan prestado servicios eminentes. Los miembros de honor no tienen derecho de voto y también serán invitados a asistir a los Juegos Olímpicos y a los Congresos Olímpicos, donde tendrán su plaza. Además, el presidente del COI puede invitarles a asistir a otras manifestaciones y reuniones del COI.
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El tener una elevada edad no corresponde sólo a los miembros honoríficos. Entre los miembros del Comité, personalidades como Vitaly Smirnov, Olegario Vázquez Raña, Joseph Blatter superan los 78 años y continúan ocupando su sillón como integrantes del COI, sin plantearse aún una jubilación. En el caso de Smirnov, su unión al organismo olímpico data del año 1971. 43 años en el cargo y la llama sigue viva.
Este esquema anquilosado provoca que el COI, organismo que se encarga de promover el olimpismo por todo el mundo y de coordinar las actividades del Movimiento Olímpico, sea en realidad una gerontocracia. Eso sí, la calidad de vida es indudable. Sus miembros se retiran a edades muy avanzadas, si no acceden antes a la categoría vitalicia de honorífico. Además de guardar la antorcha olímpica el Comité Olímpico Internacional parece tener también la llave para disfrutar de una longeva existencia.