madrid
Las mujeres deportistas en España no pueden disfrutar de un convenio colectivo que reconozca sus derechos laborales, ganan mucho menos que los hombres que practican la misma modalidad deportiva, reciben premios inferiores que los que se otorgan en la categoría masculina y sufren penalizaciones por la maternidad que no se aplican cuando se trata de una paternidad. Esta larga lista de discriminaciones ha sido dada a conocer durante la décima edición del Congreso Internacional para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres, organizado por la Junta de Andalucía en Sevilla, en una mesa titulada Violencia de género y prácticas deportivas.
En la mesa había mucho conocimiento sobre el tema, ya que estaban Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional y cuatro veces campeona de España de tiro al plato, Beatriz Manchón, tres veces campeona del mundo y varias veces diploma olímpico en piragüismo, Victoria Padial, primera española olímpica en biatlón, y María José López, codirectora jurídica de los servicios jurídicos del Sindicato de Futbolistas AFE, quienes se encargaron de airear las vergüenzas del deporte femenino en nuestro país, cada vez más laureado en las pistas y terrenos de juego pero igual de ninguneado en los despachos oficiales.
La primera diferencia está en los números: mientras casi el 23% de las licencias federativas de nuestro país son de mujeres, éstas apenas representan el 14% de los puestos en las directivas de las federaciones deportivas. "Casi todos los que mandan son hombres", se lamentó Pilar Calvo. Y no sólo eso. También hay muy pocas entrenadoras y árbitras, lo que reduce mucho la visibilidad de la mujer en los diferentes estamentos del deporte y su capacidad de influencia, señaló, por su parte, María José López.
A esas diferencias de número se añaden las legales: en España, sólo los deportistas profesionales pueden disfrutar de un convenio colectivo, algo que se les niega a las mujeres y que ha sido el motivo de la huelga convocada por las futbolistas, que aspiran a cobrar al menos el salario mínimo por jugar los mismos minutos con las mismas reglas y en el mismo terreno que ellos, es decir, 12.000 euros al año, una cantidad muy por debajo de los 180.000 que cobra el jugador de Segunda División peor pagado, subrayó la codirectora jurídica de los servicios jurídicos de AFE.
La falta de un convenio colectivo en deportes como el fútbol, baloncesto, balonmano o voleibol, los más practicados, deja a las mujeres sin derechos laborales, fuera del circuito profesional y con menores posibilidades de progresar en su disciplina. "Es una aberración jurídica que persiste en nuestro deporte", criticó la ponente. Y a su lado, la biatleta olímpica Victoria Padial se quejó de la "falta de apoyo social, cultural, institucional" al deporte femenino en España, que las mujeres deben superar con una mayor capacidad de lucha y superación.
"Los organizadores suelen decir que como participan más hombres pues tienen que darles a ellos un premio mayor"
En los premios que se conceden en las competiciones deportivas también las mujeres salen perdiendo. La Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional recibe denuncias cada fin de semana, según su secretaria general, porque a los hombres les han dado un premio, por ejemplo, de mil euros por ganar una carrera y a ellas, sólo 500 o nada o un vibrador y material para depilación, el galardón que entregaron a las vencedoras del último Campeonato de Asturias de Squash.
"Los organizadores de estas competiciones suelen decir que como participan más hombres pues tienen que darles a ellos un premio mayor, porque aportan más dinero con las inscripciones, pero nosotras les decimos que lo que están haciendo sencillamente es incumplir la ley", ha precisado Pilar Calvo. “No puede haber premios diferentes para hombres y mujeres, eso contraviene directamente el artículo décimo de la Ley de Igualdad”, ha recalcado María José López.
Pero las discriminaciones para las mujeres no se acaban ahí. La lista sigue. Beatriz Manchón habló también de las barreras con las que se ha enfrentado una tricampeona del mundo de piragüismo como ella, Premio Nacional del Deporte en 2005, para competir en el Descenso internacional del Sella, en cuyas cuatro últimas ediciones le han impedido participar, como pretendía ella, en la modalidad senior, la más importante, y sólo se lo permitían en la mixta (hombre-mujer), con una categoría inferior y menor recorrido, asunto que ha llevado a los tribunales de justicia.
Manchón también ha detallado las mayores dificultades que afronta una mujer deportista que decide ser madre
Beatriz Manchón también ha detallado las mayores dificultades que afronta una mujer deportista que decide ser madre, sobre todo cuando está en la carrera olímpica, problemas que, según ella, no padecen los atletas que son padres. Al respecto, María José López relató la experiencia de la ciclista Leire Olaberría, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín, que denunció a la Federación Española de Ciclismo por darle un trato discriminatorio en una concentración del equipo nacional cuando tuvo un hijo. Ese caso, a juicio de la ponente, demuestra que la denuncia, aunque tenga consecuencias para quien la presenta, es la única manera de avanzar para intentar “cambiar unas estructuras muy cerradas” que siguen dirigiendo el deporte en nuestro país. “En el momento que decidimos ser madres ya sabemos que eso va a ser otro gran obstáculo en nuestra carrera. Por eso necesitamos que el apoyo al deporte femenino sea real”, subrayó Manchón.
Por si fuera poco, Pilar Calvo también denunció la existencia de la violencia de género en la práctica deportiva, de la que son víctimas, fundamentalmente, las menores de edad. Según algunos estudios, una de cada cinco menores sufre abusos durante el ejercicio de un deporte, sobre todo durante las concentraciones o viajes, por lo que la responsable de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional recomendó a los familiares mantener un contacto diario con ellas cuando están fuera de casa participando en alguna competición.
Como resumen de toda la mesa, Pilar Calvo apuntó que aunque hay muchas leyes que protegen a las mujeres en todos los ámbitos de la vida, la plena igualdad real y efectiva no existe, por lo cual resulta necesario, a su entender, un impulso político y un apoyo de los poderes que permitan el cumplimiento de las normativas que impiden cualquier tipo de discriminación.
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