El Banco de Inglaterra elevó el jueves los tipos de interés por primera vez en más de 10 años y dijo que sólo esperaba que fueran necesarias subidas "muy graduales" en los próximos tres años.

El banco central dijo que en su consejo de nueve responsables de política monetaria votaron 7-2 a favor de subir el tipo bancario de referencia al 0,50% desde el 0,25%, revirtiendo la reducción de urgencia realizada en agosto de 2016, poco después de la decisión de los votantes británicos de abandonar la Unión Europea.

Es la primera vez que el banco eleva los costes de financiación desde 2007, antes de la crisis financiera global que llevó a Reino Unido a su mayor recesión en décadas.

No obstante, la libra esterlina caía cerca de un céntimo frente al dólar y los rendimientos de los bonos del Gobierno perdían unos 5 puntos básicos por la reacción de los mercados ante la cauta decisión del BoE sobre las futuras subidas de tipos.

El gobernador del Banco de Inglaterra (BoE, según sus siglas en inglés), Mark Carney (c) a su llegada a la presentación del informe sobre inflación de la entidad, en la sede del banco, en la City de Londres.REUTERS/Stefan Rousseau

El gobernador del BoE, Mark Carney, dijo que la gran novedad generada por el aumento de tipos creó cierta incertidumbre sobre su impacto en la economía, pero indicó que no hay razones para esperar que dure más de lo normal. También es probable que suban las presiones inflacionarias domésticas, agregó.

"No nos importa tanto dónde está la inflación ahora, sino hacia dónde va", comentó Carney en un discurso tras la decisión. Sin embargo, añadió que incluso tras el incremento, la política monetaria aportará un respaldo significativo al empleo y la actividad.

Los dos miembros del comité que votaron a favor de mantener los tipos, Jon Cunliffe y Dave Ramsden, comparten la opinión de otros economistas fuera del banco de que el crecimiento de los salarios es demasiado débil para justificar la subida de tipos ahora.

Pero la mayoría del comité, incluido el gobernador Mark Carney, decidió que era el momento de comenzar a endurecer la política monetaria pese al flojo comportamiento de la economía británica este año.