PONTEVEDRA
El banquero Julio Fernández Gayoso, ex presidente de NovaCaixaGalicia condenado a dos años de cárcel por las indemnizaciones que se adjudicó la cúpula de la entidad tras arruinarla, podría salir de prisión en las próximas horas después de que el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, haya dado el visto bueno a la concesión del segundo grado de tratamiento penitenciario.
Gayoso había solicitado el tercer grado (el régimen abierto)Gali, que el juez ha denegado aunque aplicándole el principio de flexibilidad que le permitirá no tener que dormir en prisión. A cambio, deberá ejercer trabajos sociales para la Fundación Érguete, una institución sin ánimo de lucro dedicada a la reinserción de drogodependientes. Pernoctará en un centro de inserción social de la Xunta en Vigo y podrá pasar los fines de semana en su domicilio familiar.
El momento de la puesta en libertad depende ahora de la Junta de Tratamiento de la cárcel pontevedresa de A Lama, donde cumple la pena, y que acostumbra a reunirse los jueves aunque podría convocar una sesión extraordinaria para acelerar el proceso.
A pesar de que el financiero apenas ha cumplido algo más de un cuarto de su condena, el juez ha tenido en cuenta su estado de salud, su edad (cumplirá 86 años el próximo 8 de diciembre) y el hecho de que, junto a los otros cuatro condenados por apropiación indebida y administración desleal de la caja, haya devuelto la cantidad que la justicia les obligó a reintegrar, es decir 10,4 millones de los 22 que se adjudicaron en pensiones e indemnizaciones antes de que el Banco de España forzara su salida del banco para intervenirlo. Gayoso a ha asumido ya el pago de los 2,5 millones que le correspondían y de una multa de 70.000 euros.
Hay quien lo apoda “el yonqui gallego de las finanzas”, apelando a una carrera profesional que comenzó cuando entró a trabajar en la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Vigo con apenas 16 años, y en la que fue ascendiendo hasta llegar a director general con 34 cumplidos gracias tanto a su capacidad de trabajo como a su facilidad para tejer sólidas relaciones con las redes políticas, económicas y sociales de Galicia.
En el año 2000 Caixavigo se transformó en Caixanova tras absorber a las cajas de Ourense y Pontevedra, y en el 2010, en NovaCaixaGalicia, que operó con la marca Nova Galicia Banco tras la fusión con Caixa Galicia, su rival del norte con sede en A Coruña y cuya exposición al ladrillo bajo el mando de José Luis Méndez la había llevado al borde de la bancarrota. Desaparecido hoy de la escena, Méndez, que se jubiló con una pensión de 18 millones, nunca llegó a ser juzgado.
Aquella fusión, auspiciada directamente por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, fue un fiasco absoluto y precisó de un rescate que costó casi 9.000 millones de euros a los contribuyentes. Es decir, el equivalente al presupuesto de la Xunta para este año, o a más del 15% del PIB gallego del 2010.
Por aquel entonces, las finanzas ya habían convertido a Gayoso y sus compinches condenados (los directivos José Luis Pego, Óscar Rodríguez Estrada y Gregorio Gorriarán y el abogado Ricardo Pradas) en adictos al dinero fácil. Su gestión, basada en financiar la burbuja inmobiliaria y en una exageradísima expansión durante los tiempos de bonanza (Caixanova llegó a tener casi el 30% de su red comercial fuera de Galicia) se retroalimentaba de su poder para influir en la política económica de la comunidad, y les permitía un tren de vida de millonarios respetados e influyentes. La Xunta, las diputaciones, los ayuntamientos, los partidos políticos, las asociaciones civiles... Sería extraño encontrar en Galicia una institución que no tuviera que contar con el apoyo de las cajas para financiar cualquier proyecto económico de cierta envergadura.
Cuando las cosas empezaron a ir mal tras el crac del 2008, Gayoso y los suyos estaban demasiado enganchados a su lujoso modo de vida (el último sueldo del ex presidente rondaba los 600.000 euros al año) como para dejar el negocio sin sacar una última tajada. Eso fue lo que los condenó. No el haber vendido preferentes a ancianos sin conocimiento alguno del mercado financiero; ni el haber colocado hipotecas sobre viviendas tasadas muy por encima de su valor a familias trabajadoras que luego no pudieron pagarlas; ni el haber invertido en negocios muy alejados del objeto social de una caja de ahorros (bodegas, astilleros, medios de comunicación, industrias varias...), ni el haber impulsado una obra social basada en la construcción de auditorios y centros culturales y en la adquisición de carísimas colecciones de arte...
No. Fue esa suerte de toxicomanía por la pasta la que los llevó a la cárcel. A Pego, Rodríguez Estrada y Gorriarán, por apropiación indebida y administración desleal. A Gayoso y Pradas, como cooperadores necesarios para que pudieran cometer esos delitos.
Ahora, el ex presidente de la entidad que contribuyó en buena parte a diseñar el fallido modelo de desarrollo económico de la Galicia del último medio siglo, ha obtenido el amparo de la Fundación Érguete, que preside Carmen Avendaño, la cabeza más visible de la asociación de madres contra la droga que se enfrentaron a pecho descubierto durante los ochenta y los noventa a los poderosos clanes del narcotráfico en Galicia.
La propia Avendaño (cuya vida fue llevada al cine en el 2005 por Gerardo Herrero en Heroína) reconoció ayer en declaraciones a La Voz de Galicia que Gayoso siempre tuvo una deferencia especial por su asociación, a la que siempre apoyó.
El banquero trabajará en la sede viguesa de Érguete cuatro horas al día, de 9 a 13. Servirá el desayuno a los usuarios del centro, la mayoría de ellos personas sin recursos, indigentes y toxicómanos en proceso de rehabilitación. Les asistirá en sus necesidades, los acompañará al médico... E incluso, según Avendaño, podría rememorar su pasado reciente echando una mano a la ONG en cuestiones contables, de auditoría, subvenciones... El juez cree que así “podrá resarcir en cierta medida a la sociedad del daño causado con su acción delictiva”.
En cuanto a sus compañeros de cuadrilla (Pego y Rodríguez Estrada comparten celda en A Lama en un módulo de respeto, es decir con internos que no han cometido delitos graves), seguirán de momento en la cárcel. Como Gayoso han hecho frente a la devolución de las cantidades que les reclamaban, pero no han tenido su misma suerte. De momento, sus peticiones de que se les conceda el régimen de semilibertad han sido rechazadas, y sus recursos están pendientes de resolución.
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