El 'Naranjito', piquetes y un libro: así se prepara la manifestación por la vivienda desde dentro
'Público' pasa una mañana con el Sindicato de Inquilinas de Madrid. La plataforma y otros colectivos llevan semanas organizando "desde los barrios" la primera marcha estatal contra el rentismo y la especulación.

España cerró el año con 27.564 desahucios. El dato es estremecedor: más de setenta familias perdieron sus casas –de media– cada día. Ibiza, Salou, Calvià y Yaiza tienen entre junio y septiembre más visitantes que vecinos; la población local y los trabajadores, mientras tanto, buscan alternativas en los asentamientos de autocaravanas. La Ley de Vivienda no se aplica y tenemos uno de los parques de vivienda pública más pobres de Europa. La cosa no acaba aquí. Los alquileres turísticos se han disparado. Madrid tiene 15.200 apartamentos vacacionales que funcionan de manera ilegal; Málaga, 43.000 negocios de este tipo que operan sin licencia. La burbuja ha estallado. Y la respuesta se concretará este sábado con una "gran manifestación"; la primera que se organiza a nivel estatal para defender el derecho a una vivienda digna, sostenible y asequible.
"Este ha sido un proceso de alianzas con otros colectivos, de generar poder en los barrios; no sólo va del 5 de abril", advierten desde el Sindicato de Inquilinas de Madrid. El movimiento necesita músculo; los activistas llevan semanas, incluso meses, trabajando en su expansión. La fecha se acerca y tienen la sensación de haberlo conseguido. "Los últimos días han consistido en visitar plazas, comercios y bloques enteros con los chalecos naranjas; lo importante era sobre todo hablar con la gente, hacer una labor informativa", reconocen, para luego añadir: "La acogida ha sido buena, incluso a pesar de la lluvia y el mal tiempo que hemos tenido".
Público ha recorrido con un pequeño grupo de militantes el barrio de Lavapiés, centro neurálgico de la capital y una de las zonas más golpeadas por la gentrificación. El Sindicato de Inquilinas tiene en este distrito una suerte de trinchera; los folletos, las camisetas –corporativas– y los carteles enfundan el espacio. Lucas y Alicia son los primeros en llegar; hablan con este diario como portavoces del movimiento.
Él es uno de los coautores del libro Poder Inquilino (Traficantes de Sueños), un manual que propone estrategias para "transformar la indignación" popular y trata de "desenmascarar a los actores que se lucran con una de nuestras necesidades más básicas". La presentación del dosier ha sido otra de las acciones medulares de cara a la marcha del fin de semana. "El libro aporta algunas claves de por qué la vivienda tiene que pasar de ser el principal problema social en España a convertirse en el principal conflicto", explica Lucas, que avanza por dónde pasan las soluciones: "La huelga es una de las herramientas que tenemos para mostrar nuestro poder y demostrar a los rentistas que son ellos los que dependen de nosotros".
Esta no es la única actuación que han impulsado desde la militancia. El 5 de abril tiene que quedar marcado en el calendario como "una jornada histórica"; no sólo hace falta gente, también pancartas, exigencias claras y miles de llaveros con los que hacer ruido. "La manifestación se ha preparado de una manera absolutamente participativa; nuestra intención era construir poder inquilino en los barrios. Los piquetes han ido bloque a bloque, comercio a comercio, plaza a plaza, hablando con las vecinas y repartiendo panfletos", añade Alicia. Los activistas también han organizado talleres de pancartas para "hacer chapas, pegatinas y carteles", ampliar la red de contactos y "animar a los curiosos que se acercaban a mirar".
Las voces que han hablado con este medio coinciden al reconocer que "los piquetes de inquilinas han jugado en todo el proceso un papel fundamental". Los primeros grupos tenían un objetivo bastante realista: conseguir que se acercara gente nueva al sindicato. Los voluntarios pronto empezaron a visitar los 30.000 bloques de propiedad vertical que se extienden por la capital, para evitar "desahucios invisibles" y presentar la plataforma como "un lugar de acompañamiento y apoyo mutuo". La puesta en marcha de Naranjito fue el colofón de una campaña larga y tediosa, pero que espera recoger este sábado sus frutos.
"Naranjito es el coche de una compañera del sindicato, le pusimos ese nombre por su color, tratando de buscar iniciativas algo más originales", relata Fernando. Los militantes de uno de los nodos lo llenaron de pegatinas y carteles; cogieron un megáfono y recorrieron las calles de Puerta del Ángel, también en la zona sur de Madrid. "Mientras uno de nosotros anunciaba la manifestación del sábado, un poco como hace el afilador; dos compañeros sacaban las banderas –del movimiento– por las ventanas", continúa. La idea, dice, causó sensación y ha servido para "difundir nuestro trabajo entre las personas que sufren este tipo de conflictos –vivir de alquiler–".
Los sindicatos y colectivos sociales exigen una bajada inmediata de los alquileres en todo el país, la recuperación de "todas las viviendas secuestradas", contratos indefinidos por defecto, la ilegalización de las empresas de desokupación y la prohibición de los desahucios de familias vulnerables. La convocatoria, no obstante, mira más allá del 5 de abril: "Este debe ser el primer día de una nueva ola de protestas. Las demandas no se las vamos a pedir a ningun gobierno. El Gobierno ha demostrado que no está dispuesto a tomar medidas para mejorar la vida de las inquilinas, todo lo podemos conseguir –lo estamos consiguiendo– a través de la desobediencia civil organizada".
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