Cayo versus Gaspar: IU aprende a no hacerse daño
Cuatro años después del relevo en el liderazgo de IU, no se ha producido ninguna crisis entre las dos cabezas más visibles de la federación. Sus relaciones son "normales", "frías", pero "exquisit
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Se esperaba un choque de trenes. Todo el mundo lo daba por seguro. Y no fue así.
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No hubo ni hay crisis, ni cisma, ni enfrentamiento, ni guerra entre Cayo Lara y Gaspar Llamazares. Sí matices, diferencias de criterio, divergencias en cuestiones internas, en algunos asuntos políticos. Algunos radiados a través de los medios. Los equilibrios siempre son difíciles, pero las aguas no se han llegado a desbordar.
Las relaciones entre ambos se examinaron bajo lupa casi desde el principio por un cierto morbo. Llamazares y los suyos –Izquierda Abierta– habían sufrido una contundente derrota en la IX Asamblea Federal (2008), la desembocadura del periodo de máxima turbulencia interna que siguió a la debacle electoral, en la que IU se hundió como nunca, hasta los dos escaños, uno de ellos de sus socios de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV). Le relevaba en el liderazgo de la federación Lara, un dirigente con un temperamento y un pasado político completamente distinto. Los adjetivos para definir a uno y otro se han consolidado en estos años como moneda corriente. Uno, Llamazares, reflexivo, prudente, trabajador hasta la extenuación, frío, taimado, distante. Otro, Lara, cálido, llano, emotivo, potente mitinero, translúcido, a veces algo rígido, a veces menos ágil.
"Son personas distintas, con caracteres distintos", subrayan dentro de IU
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Vencido y vencedor, excoordinador y coordinador, estaban obligados a convivir. Uno era la voz en el Congreso, otro la voz en la organización. Una bicefalia que, como reconocen unánimemente todas las fuentes consultadas, los dos protagonistas y la propia IU digirieron con naturalidad, con ciertas asperezas, pero sin mayores traumas.
"No, claro que no son amigos, pero ni falta que hace. Son dos personas distintas, con dos caracteres distintos", contesta un miembro de la ejecutiva que conoce y trata a ambos desde hace muchos años. La respuesta de este dirigente podría ser intercambiada por la de otros tantos responsables. Todos coinciden en que se respetan, en que trabajan juntos (más ahora en el Congreso), en que su relación es "fría", "normal", "exquisita en lo formal", armónica, cordial pero no cálida. Lo dicho, no son amigos.
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Llamazares, como líder fáctico de esa oposición interna integrada en la dirección –en la IX Asamblea se acordó que todas las sensibilidades se sentaran en la cúpula–, ha expresado en varias ocasiones sus desacuerdos con las directrices adoptadas por Lara. Ha reivindicado una IU "más amable", más "plural", "sin sectarismos". Ha clamado por una refundación sincera, en la que se abriesen las puertas y ventanas de la federación "con ambición". Pronto, los gasparistas decidieron organizarse, dotarse de una estructura más estable para ganar visibilidad y ejercer de "contrapeso" de la mayoría: así nació, primero, una asociación, el Foro por la Participación Social (2010), y ya después, pasadas las elecciones autonómicas y municipales, en las que IU pudo confirmar su tendencia al alza, el partido Izquierda Abierta (2011). La nueva formación la han promovido los amigos y colaboradores estrechos del exportavoz: Montse Muñoz, Antonio Cortés, Luis García Montero, José Francisco Mendi, Rubén Fernández...
El momento más crítico fue la configuración de la dirección del grupo en el Congreso
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Los últimos cuatro años dejaron algunas heridas. Las tensiones por la caída de una de las colaboradoras más cercanas del excoordinador, Inés Sabanés –que finalmente se refugió en Equo–, las fricciones por la composición de las candidaturas a las generales –en las que según los gasparistas Lara no empujó lo suficiente para que Llamazares concurriera por Madrid–, las estrategias de alianzas, las diferencias a cuenta del conflicto de Extremadura. Pero todas las fuentes consultadas marcan en rojo el momento "más crítico" entre ambos: la distribución de tareas del grupo parlamentario tras el éxito de las últimas generales. El núcleo duro del líder, con su beneplácito, estimó que era necesaria la renovación y que Llamazares, en consecuencia, debía ceder el testigo de portavoz. Le relegó al último puesto en el escalafón de poder del grupo. El diputado se sintió agraviado y estalló furibundo contra Lara. "No acepto humillaciones", dijo. El temblor interno se prolongó unos días, hasta que llegó el acuerdo de IU con sus socios de ICV y Chunta Aragonesista. Llamazares no fue rehabilitado y consideró un "error político" que la dirección no quisiera contar con él. "Le costó entender que eran nuevos tiempos y que no podía ser la única voz en el Congreso", le reprocha una fiel al líder.
Pero el conflicto se detuvo ahí. Los meses han pasado y el ambiente en el grupo se ha ajustado, como narran varios de sus integrantes. "Ahora trabaja cómodo y no hay problemas. Ha visto que se le tiene en cuenta, que no ha desaparecido. Ahora incluso está más ágil, fresco, fino", sentencia un responsable. En la aclimatación también ha influido, subrayan dirigentes y diputados de IU y de ICV, José Luis Centella, primer portavoz adjunto del grupo. "Gaspar y José Luis se entienden bien. José Luis –afirma un cargo orgánico y a la vez parlamentario– es más flexible que Cayo, tiene más cintura". Otra diputada avala la misma versión, igual que otro miembro de la ejecutiva muy próximo al coordinador: "Centella puede ser menos brillante, puede expresarse peor, puede ser menos emotivo que Cayo, pero es un buen organizador del grupo. Se lleva bien con todos". Los gasparistas le reconocen asimismo por buscar "más espacios de acuerdo" con Izquierda Abierta (IAb).
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Los gasparistas apuestan por la conformación de frentes amplios
La estrategia de alianzas copó las últimas discrepancias notables. Llamazares apostó por la constitución de "frentes amplios" con otras formaciones políticas de izquierdas. Lara prefería otro método: sumar apoyos desde abajo, desde la sociedad, y después buscar acuerdos con el programa como base. El coordinador siempre ha insistido en que es básico para IU preservar la cohesión interna y ofrecer un proyecto federal coherente y unívoco, porque ahí radica la fuerza de la alternativa. Al final, para las generales se llegó a un pacto con otras 11 fuerzas que satisfizo también a los gasparistas. En realidad, como relata un miembro destacado del aparato, las dos estrategias no están a años luz: mientras el diputado se centra más en los pactos entre partidos, los laristas juzgan prioritarios tender lazos primero con movimientos políticos y sociales. Pero luego la coyuntura impone sus normas: ahora, a las puertas de los comicios autonómicos gallegos, ya está formalizado el acuerdo entre Esquerda Unida, la rúbrica autonómica de IU, y los beiristas de Anova, sin ningún tipo de sobresalto interno. Cuaja de este modo una tesis defendida con ardor por el exportavoz. En cambio, en Euskadi, el entendimiento entre Ezker Batua (alineada con Llamazares) y Ezker Anitza (la marca reconocida por la dirección) no ha sido posible. Ha habido quejas de IAb que, de nuevo, se han sobrellevado con calma.
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El cambio de estatus de los gasparistas, su consagración como partido político, se ha metabolizado bien. Ha servido, según convienen dirigentes de todas las familias políticas de IU, para "clarificar" las relaciones, y no para incrementar la tensión. "Se acepta sin problemas que Gaspar se deslinde en algunas ocasiones de las directrices de IU en nombre de Izquierda Abierta", asume un relevante cargo orgánico, afirmación que validan en el círculo íntimo del excoordinador. El último ejemplo lo proporcionó el diputado la semana pasada, cuando insistió en que debe plantearse ya, sin demora, el sentido de la permanencia de España en el euro. Lara jamás ha defendido esa tesis en público, la dirección aún no ha debatido en profundidad ese extremo y se halla, de hecho, dividida en torno a ese asunto, y de forma muy transversal. Otro cargo de la dirección expone que si los gasparistas "no molestan" se debe a que la competencia con la mayoría nucleada en torno al líder "es muy desigual". IAb, que salió del congreso de 2008 con una fuerza del 27,1%, aterriza a la X Asamblea mucho más débil tras la marcha de varios notables (Inés Sabanés, Rosa Aguilar) y las escisiones de varias federaciones (Euskadi, Balears). Ni siquiera territorios tan gasparistas como Asturias se han querido integrar en las siglas de IAb.
El equipo de Lara le reprocha que le guste "marcar diferencias" a través de los medios
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Algunos colaboradores del coordinador sí afean a Llamazares que a veces se abalance a dar su opinión sobre temas controvertidos en los que la cúpula no ha ahormado una posición. En muchas ocasiones, lo hace a través de su cuenta de Twitter, una herramienta desde la que dispara continuos titulares. Unos explican que el diputado es "más rápido que Cayo", más consciente de que debe acoplarse a la coyuntura y cabalgar al ritmo frenético que marcan los medios. Otros entienden que Llamazares gusta más de "marcar diferencias a través de la prensa en lugar de expresar sus discrepancias en los órganos". "Cayo no hace eso, es más colectivo", añaden. El coordinador rara vez se mete en camisas de once varas en cuestiones internas –es más, detesta pronunciarse sobre ellas– o se limita a interpretar un guión previamente pactado en la organización. Y acostumbra a delegar varios asuntos a sus hombres y mujeres de confianza: Centella, Miguel Reneses, Willy Meyer, Ramón Luque, Marga Ferré... Algunos amigos del exportavoz aducen que lo que ocurre es que Lara "se cela", que "está pendiente de quién sale más, quién brilla más" y que, en el fondo, "desconfía de él".
La crisis y los resultados electorales han actuado de cemento
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Dos factores clave ayudan a que los matices no chirríen. Uno, la crisis, que ha actuado de potente cemento. Todas las fuentes consultadas por Público subrayan que el análisis de la situación económica y la propuesta de medidas alternativas es compartido por toda la dirección, sin fisuras. Los datos cantan: Lara ha visto refrendados con una holgura abrumadora (por encima del 70-80%) todos sus informes de gestión. El sábado pasado, sin ir más lejos, el Consejo Político Federal, el máximo órgano entre asambleas, dio el visto bueno a los documentos políticos, sin que ninguna minoría –tampoco Izquierda Abierta– plantease textos alternativos.
Así, se camina hacia el congreso de diciembre en un clima de sólida concordia, de unidad, como no se veía en muchos años. "La política de IU suscita una gran cohesión. Hay una conciencia del conjunto de la organización de que debemos estar a la altura, porque la crisis no deja margen para la frivolidad", sostiene un responsable. No se prevé que los gasparistas presenten una candidatura propia –tampoco tendrían los números para ganar– y por ahora sólo han surgido astillas a cuenta de los estatutos, ya que el acuerdo interno entre todas las corrientes de IAb (los más rupturistas y los más pactistas) es que se acepte que para estar afiliado al partido no haga falta militar en IU, cosa que sí exige el borrador preparado por el equipo de Lara.
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El otro elemento decisivo es el oxígeno proporcionado por los resultados electorales. La progresiva subida de IU, apuntada en todas las encuestas y confirmada en las urnas, ha tranquilizado sobremanera los ánimos. Una IU grande puede permitirse el lujo de que haya posiciones diferentes, discrepancias que no suenen anómalas, afirma satisfecho un dirigente: "Se ve que la pluralidad, uno de los valores indiscutibles de esta fuerza, está más viva que nunca, sin que parezca que es una jaula de grillos".
"La pluralidad está más viva que nunca, sin que parezca una jaula de grillos", dice un dirigente
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A la paz interna ha contribuido el buen engranaje de mayoría-minoría. El equipo de Lara enfatiza su voluntad de contar con todas las sensibilidades, mientras los gasparistas reseñan la "prudencia exquisita" de su actitud, "que ya quisiera haber tenido Gaspar en el pasado", cuando sufría los balazos de Francisco Frutos o Felipe Alcaraz. Llamazares no ha entrado en críticas personales contra su jefe y este le ha reconocido públicamente como un activo de IU. Asimismo, en el seno de los laristas ha evolucionado la percepción del excoordinador: se le alaba por su trabajo y por su "lealtad brutal" al proyecto. No se le etiqueta como "la derecha" de IU, porque en la reflexión sobre la salida del euro o, este verano, con la polémica con el líder jornalero Juan Manuel Sánchez Gordillo, ha adelantado por la izquierda al líder. Como prueba de "normalidad", el equipo del líder (y se da por seguro que él mismo también) asistirá a la asamblea constituyente de IAb, el próximo 22 de septiembre.
Hoy se asume, al cabo, que son perfiles complementarios. Que Llamazares y Lara representan dos almas dentro de IU, distintas pero conciliables. Dos liderazgos diferentes pero igual de "necesarios" para una fuerza tan compleja como Izquierda Unida.