Este artículo se publicó hace 13 años.
Manu Brabo llega a España: "Estoy flipando con lo que ha pasado"
El fotógrafo relata a su llegada a Barajas su cautiverio de 45 días en Libia
El fotógrafo Manu Brabo ya se encuentra en España, tras un cautiverio de 45 días en Libia, que ha relatado en una rueda de prensa ofrecida en el Aeropuerto de Barajas en Madrid. "Estoy un poco flipado con lo que ha pasado, no sé ni cómo dar las gracias, ni cuándo cojones voy a merecer yo esto. Sois la hostia", ha dicho Brabo, visiblemente emocionado.
También su padre, Manuel Varela, se ha mostrado muy emocionado a la llegada de su hijo cuando ha agradecido al Ministerio de Exteriores por mantener "la esperanza viva" y a los medios por el respeto que han mostrado durante todo el proceso.
Brabo ha explicado su cautiverio, desde que fue apresado por las fuerzas de Gadafi hasta que fue liberado hace dos días, después de un juicio en el que le condenaron a pagar las costas del proceso. El fotógrafo fue acusado de espionaje y de ejercer el periodismo ilegalmente, según ha relatado.
Brabo, visiblemente emocionado, ha relatado su odisea
"La cagamos un día pisándole un poco más de lo que le teníamos que pisar", ha comenzado su explicación de los hechos en un tono distendido. "Hubo un contrataque de los 'gadafos' y el 'ejército de Pancho Villa' echó a correr y nos dejó ahí. Yo traté de alejarme de la carretera, donde estaba el fuego, pero empezaron a disparar sobre nosotros y nos pillaron. Luego fue todo como una película: se bajan, te fríen a culatazos y nos metieron en un coche", ha continuado.
Según ha contado, Brabo y otros dos periodistas fueron trasladados a una casa en Brega "con las manos en la espalda". De allí les llevaron "a un sitio que debe de ser Sirte, por la distancia", donde fueron interrogados con los ojos vendados. El fotógrafo español ha explicado que, tras dos días en un calabozo, les trasladaron a Trípoli donde coincidieron con un equipo de la NBC que fueron liberados a los pocos días. "Eso estuvo bien, porque llegó información fuera de que estábamos en Trípoli".
Las autoridades le acusaban de ejercer el periodismo de manera ilegal
Brabo pasó doce días en "una celda aislado" en un centro militar de detención, donde al segundo día fue interrogado durante cuatro horas. "Empezó bien, diciéndome que España y Libia se llevaban bien, que se habían alegrado de la victoria en el Mundial y me acabaron acusando de espionaje, yo flipando", ha relatado. Después fue llevado a un juzgado donde les hicieron "preguntas básicas" sobre su declaración en el interrogatorio y donde fueron acusados "de entrada ilegal en el país y de ejercer el periodismo sin permiso".
Esa acusación le valió la cárcel, donde estuvo junto con otras 8 personas. Fue allí donde consiguió hablar con su familia después de que "un señor muy amable" les prestara un teléfono. "A partir de ese día me sentí mucho mejor, porque tenía mucha preocupación por ellos. No sabes qué cojones les pasa por la cabeza y cuando hablé con ellos resulta que sabían más que yo", ha explicado.
Tras volver al juzgado una vez más "para lo mismo", Brabo es recibido por un representante de Gadafi. "Me dice que ha visto mi caso, que le parece una injusticia, que está tomando cartas en el asunto y que intenta que sea lo más rápido posible". Tras esta conversación, Brabo fue trasladado a una villa a cinco minutos de Trípoli. "Allí tengo una cama, dos libros en inglés, un espejo, un plato de pescado con gambas y me quedo flipado". Sin embargo, poco duró la estancia del fotógrafo en la villa. "A las cuatro horas a la OTAN le da por bombardear y me trasladan al mismo centro de detención de la primera vez. Me vuelvo a acojonar, porque pensaba que se olvidarían de mí".
"El fiscal que nos interrogó se puso una toga y se convirtió en juez"
No fue así, Brabo fue trasladado a otra villa, donde tenía todo tipo de comodidades y donde les dieron de comer "hasta que parecimos medianamente personas". "Desde ese día la esperanza va creciendo", ha añadido Brabo, que ha explicado cómo fue el juicio por el que fue condenado a pagar 300 dinares. "El martes por la mañana nos llevaron a juicio y en cinco minutos, el mismo fiscal que nos había hecho las preguntas, se pone una toga y ya es el juez. Nos pregunta que cuáles son nuestras peticiones y le decimos que nuestra petición es clara: queremos volver a casa". Fue entonces cuando se les notificó a Brabo y sus dos compañeros que eran inocentes pero que debían pagar las costas del juicio.
Tras un par de días, fueron trasladados en coche a un hotel donde estaba toda la prensa. "Allí aparece el vocero del Gobierno libio a decir que qué guapos estamos, que estamos bien de salud, que si queremos nos preparan el viaje a casa y que si queremos quedarnos trabajando, nos da la visa, que era para decirle que sí", ha bromeado. Brabo ha explicado que fue un representante de la embajada española en Libia el que le explicó su caso y le pidió "paciencia". Esa calma le valió para a los pocos días estar durmiendo en la residencia de la embajada española y poder volver a España vía Túnez. "Y aquí estoy", ha concluido.
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