Lima
Actualizado:Las cifras de las encuestadoras en Perú se fueron moviendo mucho en las últimas cuatro semanas. Casi como una cuestión de olas, quien lideraba una semana en una encuestadora, se retiraba y daba paso a la siguiente en la otra. Y las candidaturas que iniciaron más robustas, fueron languideciendo los días próximos al 11 de abril. Todos los analistas políticos coincidían en señalar que, por su inusual fragmentación, a la segunda vuelta podía llegar "cualquiera". Y así fue. Llegó, montado en una yegua y aupado por las regiones más desfavorecidas, el cajamarquino y maestro sindicalista Pedro Castillo, del partido de extrema izquierda Perú Libre, ante la sorpresa y el descrédito de la Lima conservadora.
"Es un resultado sorprendente. Si nos atenemos a las encuestas publicadas en el día 4, a este domingo, se han movido dos millones de votos. Eso ha impactado duramente en el resultado electoral. Moviendo cifras, los candidatos tenían una baja intención de voto. Y los días previos a la elección se movió un voto muy amplio, donde cabían propuestas conservadoras y propuestas de izquierda", refirió a Público el analista político Juan de la Puente.
Hasta inicios de marzo, la candidatura de Castillo había sido vista por el centralismo limeño casi como anecdótica (no pasaba del 5%), y también como folklórica, llevaba un sombrero de paja palma "chotano" y un lápiz gigante (logotipo de su partido) a todas sus entrevistas en medios de comunicación. Pero la curva ascendente continuó hasta ocupar el séptimo lugar en las encuestas aplicadas el 31 de marzo y publicadas el 4 de abril, última fecha posible según la normativa electoral. Y continuó la proyección hacia arriba en la última semana, justo cuando ya no era posible acceder a la fotografía del momento.
Segunda vuelta entre líderes débiles
Según los resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), al 93.47%, Castillo, de 51 años, es el único, de los 18 candidatos, que asegura su pase a segunda vuelta, con un 19,05% de las preferencias. Le sigue Keiko Fujimori, de 45 años, del partido popular derechista Fuerza Popular, con un 13,32 %. En tanto que el tercer y cuarto lugar lo ocupan el derechista Hernando De Soto, de 79 años, del partido Avanza País; y el ultraderechista Rafael López Aliaga, de 60 años, ambos con 11,71%.
Se trata de cifras bastante débiles que revelan una amplia fragmentación de un electorado decepcionado de su clase política, y dos protagonistas de la segunda vuelta que llegarán con un muy bajo nivel de apoyo y varios pasivos. Fujimori, quien repite por tercera vez consecutiva su pase a una segunda vuelta, es investigada por el delito de lavado de activos por presuntamente haber recibido financiación ilegal a sus campañas electorales de 2011 y 2016 de la empresa brasileña Odebrecht.
En tanto que, desde las elecciones de 2016, cuando perdió la presidencia en segunda vuelta frente a Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), lideró una bancada en mayoría que adoptó una figura obstruccionista ante las medidas del Ejecutivo, y que aceleró la caída del entonces mandatario. Además, en esta campaña, ha exacerbado una política de "mano dura" y ensalzado la figura de su encarcelado padre, Alberto Fujimori (1990-2000), quien cumple una condena de 25 años de cárcel por corrupción y crímenes contra los derechos humanos. La candidata ha asegurado que, de llegar a la Presidencia, le otorgará un indulto humanitario, algo que negó hacer en su candidatura de 2016.
Por su parte, Castillo, durante la gran huelga de maestros que encabezó en 2017 y que detuvo las clases por tres meses por reclamos de mejoras salariales y la no separación del Magisterio de docentes que suspendían exámenes de conocimientos, fue vinculado por el ministro del Interior del Gobierno de entonces a una facción disidente del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep), que mantendría relación con el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef). Dicha organización es señalada por sus presuntos vínculos con el grupo terrorista Sendero Luminoso, actor clave del conflicto armado que se desarrolló entre 1980 y 2000, y que dejó 69.000 víctimas mortales y desaparecidos. El candidato ha negado estas asociaciones.
Castillo postula, además, por Perú Libre, partido de izquierda radical y conservadora, al que se inscribió en el 2020, y cuyo líder y fundador es el exgobernador regional de la centroandina Junín (2011-2014), Vladimir Cerrón, quien cumple una condena de prisión suspendida de 4 años y ocho meses por corrupción. Por esta condena, Cerrón no pudo liderar su plancha presidencial. "Aún es un misterio saber cuánto de izquierda es el señor Castillo y cuánto es solo contestatario. Yo me atrevo a calificarlo de nacional populista", señaló el analista político Juan de la Puente sobre Castillo.
Castillo vs Fujimori, la ventaja del rostro nuevo
El líder sindical Castillo, natural de la provincia de Chota, situado en la región andina de Cajamarca, a casi 1.000 kilómetros de Lima, ha llegado a la fotografía final apalancado en una actividad política regional que data de varios años atrás (en 2005 tuvo una posición activa en el partido Perú Posible, del exmandatario Alejandro Toledo, desde Cajamarca); y en el liderazgo que ejerció en la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenatep), un brazo articulador que se sumó a la base partidaria del partido Perú Libre, en su ruta periférica hacia la Presidencia.
"No es un outsider, es una persona que tiene una vida partidaria, gremial. Ha sido rondero, dirigente del profesorado. Todo esto parece como novedad, porque ha estado fuera del radar del espectro limeño, pero es una persona que ya tiene tiempo en la actividad política. Yo creo que eso lo beneficia", precisó a Público el psicólogo social Hernán Chaparro.
Castillo ha convencido a sus votantes con un discurso nacionalista y populista. Entre sus promesas se cuentan un referéndum para cambiar la Constitución de 1993, redactada tras el autogolpe de Alberto Fujimori. También un aumento de sueldos a los maestros, sector para el que tiene previsto un un incremento inusitado del 10% del PBI. Asimismo, la renegociación, en favor del Estado, de las utilidades obtenidas por las empresas extractivas que operan en el país sudamericano. Del lado político, Castillo adelantó que desactivaría el Tribunal Constitucional y lo reemplazaría por uno elegido por votación popular, tal como ocurre en Bolivia.
"Que el Estado regule el mercado, y no que el mercado regule al Estado", ha repetido incansablemente el candidato en calles y plazas de las regiones más empobrecidas y olvidadas del país. Precisamente a ese Perú que no es la Lima conservadora, es al que Castillo debe su pase a la segunda vuelta. El apoyo al maestro, según el disgregado de los resultados preliminares de la ONPE, terminó siendo avasallador en algunas regiones de la sierra sur afines a la izquierda como Apurímac, Ayacucho y Huancavelica, cuyos resultados señalan que el apoyo al maestro bordea el 50%.
Un escenario similar al ocurrido en 2006, en la primera candidatura a la Presidencia del entonces candidato de izquierda radical Ollanta Humala (2011-2016), cuando, vestido de camiseta roja, se enfrentó y perdió ante el exmandatario Alan García (1985-1990 y 2006-2011), que se mostró como una propuesta de centro y supo encasillar a su adversario como un candidato del chavismo.
No obstante, precisó que existen marcadas diferencias entre el candidato García del 2006 y Keiko de 2021. Chaparro aseguró que García logró quebrar su alto índice de antivoto (consecuencia de la grave crisis en la que dejó al país en su primer gobierno de 1985-1990) "por su habilidad verbal en el debate". Algo que, pese a la buena articulación de Fujimori, "no es precisamente una característica suya, ni tiene por qué serla" y, más bien, deberá buscar otras cartas para reducir su antivoto, que supera el 50%.
Perú, un país altamente conservador
Aún cuando Perú es un bastante conservador, en materia económico y social, elemento que podría jugar a favor de Fujimori, para Chaparro, "el factor novedad, beneficiaría a Castillo". "Keiko ya ha estado en el poder (fue primera dama de su padre y líder del partido político de amplia mayoría en el parlamento instalado en 2016), eso no le favorece", agregó Chaparro.
En cambio, Castillo podría seguir una ruta similar a la del Humala de 2011, que llegó a la Presidencia tras firmar la llamada "hoja de ruta", un documento donde se comprometía a continuar con la política macroeconómica para generar confianza en el electorado de centro.
La fórmula para Fujimori, según señaló Chaparro, estaría en lograr el apoyo de otros grupos, sobre todo de posturas de centro. "Sería un gran error del fujimorismo acercarse a Renovación Popular (partido de extrema derecha que se proyecta cuarto, con 12,57%). Podría provocar que el apoyo a Castillo aumente", apuntó Chaparro.
La historia electoral reciente, por su parte, ubica al voto antifujimorista como duro y altamente desconfiado del discurso fujimorista. A tal punto que, la posible asociación que hagan de Castillo con el chavismo o el madurismo, para atermorizar a esta facción, podría no tener el resultado esperado. En todo caso, la balanza final se inclinará para quien alcance mejores consensos en las ocho semanas siguientes, claves para la gobernabilidad del país andino en el próximo quinquenio.
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