Este artículo se publicó hace 8 años.
Erdogan: la forja de un caudillo en una Turquía asolada por las purgas
El alzamiento militar producido en Turquía, del que se cumplen tres meses, y sus consecuencias pretenden modificar la arquitectura política de Oriente Próximo. La instauración del estado de emergencia ha destruido cualquier atisbo de parlamentarismo.
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ESTAMBUL.- La misma noche en que se produjo la asonada del 15 de julio ─día al que Erdogan pretende designar como fiesta nacional─ el mandatario turco apareció en la aplicación de Apple FaceTime, y se dirigió a la nación llamando a la gente a tomar las plazas y las calles. Poco más tarde calificaría el fallido alzamiento militar como “un regalo de Dios”, mientras que sus aliados, los Hermanos Musulmanes, contenían la respiración en numerosos países. Las “limpias” ya se estaban ejecutando.
Una vez que Erdogan puso en marcha la campaña contra el movimiento Gülen, las purgas han afectado a miles de personas, muchas de ellas delatadas por vecinos anónimos. Y es que para el Gobierno turco, Fethullah Gülen, de 75 años, conocido como el “ermitaño de los montes Poconos” (Pensilvanya, EEUU), es el instigador del golpe, y no ha dejado de pedir su extradición a los EUUU. Gülen, quien se apresuró a negar las acusaciones, fue más lejos de lo que acostumbra hacer, al declarar que “tenía la certeza” de que se trataba de un autogolpe ejecutado por el propio Erdogan.
Utilizar la aplicación de mensajería ByLock también es motivo de arresto, ya que según el Gobierno es utilizada por los gülenistas en sus comunicaciones secretas. Tampoco escapan aquellos que tienen libros del clérigo, propiciando una imagen insólita hasta hace pocos años: miles de ejemplares aparecen en los contenedores de basura todos los días.
En la madrugada del 16 de julio, cinco horas después del golpe, la situación dio un vuelco súbito a favor del partido de Erdogan, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo). Miles de personas fueron arrestadas de inmediato, hacinadas en polideportivos, entre los que se contaban miles de soldados rasos, tal y como denunció Amnistía Internacional. La humillación para el Ejército tradicionalmente dominado por los kemalistas tuvo repercusiones inmediatas, con la detención de 103 generales, un tercio del total de su mastodóntica milicia.
Una vez que Erdogan puso en marcha la campaña contra el movimiento Gülen, las purgas han afectado a miles de personas, muchas de ellas delatadas por vecinos anónimos
Ni siquiera las autoridades se afanaron en negar la existencia de listas negras, elaboradas con anterioridad al alzamiento militar. Incluso la prensa de tendencia republicana se alineaba con Erdogan y denunciaba al unísono una infiltración de gülenistas en los cuadros del ejército.
El Gobierno turco se ha puesto como primer objetivo al movimiento Gülen y ha conseguido destruir tanto su red empresarial como los medios de comunicación asociados. Así actuó contra el holding Koza Ipek, intervenido a finales de octubre del 2015, justo después de que el diario Bügun, pertenenciente al holding, publicara un reportaje sobre la transferencia de armas desde la Inteligencia turca a los takfiríes que combaten al Gobierno sirio.
Y no es el único caso parecido. Can Dündar, exeditor del diario Cümhurriyet, de tendencia de izquierdas, publicó un reportaje similar y aún sufre las consecuencias. Erdogan le amenazó, estuvo preso y un matón le disparó a las puertas de un juzgado, aunque salió ileso. Actualmente está exiliado. Hasta el día de hoy, 180 medios de comunicación han sido clausurados tras la fatídica noche caótica del 15 de julio, en la que murieron 265 personas.
Incluso deportistas y viejas glorias nacionales, como el futbolista Hakan Sukur, relacionado con el movimiento Gülen, o el actual jugador de los Oklahoma Thunder, Enes Kanter, han sido tildados por el Gobierno de terroristas
Una vez que se produjo la sujeción de los militares, llegó la persecución de los elementos díscolos del poder judicial. Más de tres mil jueces y fiscales fueron suspendidos de sus carreras, 30.000 profesores ─entre los que se encuentran 11.000 acusados de supuestos vínculos con el PKK─ miles de periodistas, sanitarios o trabajadores del Estado. Durante estos primeros días de octubre, 12.801 policías han sido suspendidos. La paranoia de los infiltrados en el estado ya alcanza las 100.000 personas, según TurkeyPurge.
Periodistas como Nazlı Ilıcak, Sahin Alpay, Mumtaz'er Turkone, Gökçe Fırat, Ufuk Sanli han sido detenidos en un proceso que se ha saltado todos los procedimiento legales, según ONG locales e internacionales. Se han registrado casos de desgarradoras violaciones y secuestros ─por parte de la propia Policía─ de familiares de individuos supuestamente implicados en el fallido alzamiento militar.
Incluso deportistas y viejas glorias nacionales, como el futbolista Hakan Sukur, relacionado con el movimiento Gülen, o el actual jugador de los Oklahoma Thunder, Enes Kanter, han sido tildados por el Gobierno de terroristas. Kenes fue literalmente repudiado por sus padres. “Desde ahora mi familia son aquellos seguidores de Gülen, que ondean la bandera de Turquía en más de 171 países; mi familia es Gülen”, dijo el jugador de la NBA tras el repudio. Hakan Sukur pudo huir a EEUU.
Mientras, la situación en el sureste se agrava. El Ejército turco combate contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), lo que conecta de un modo directo con el descorazonador conflicto que se vive en Siria. En el complicado juego geoestratégico que mantiene el gobierno islamista de Erdogan, la prioridad es mantener alejadas a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), consideradas por el régimen turco como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El pavor a un Estado kurdo autónomo en su frontera Este es una de las causas de la famosa permeabilidad de la frontera turca. Así se explica la evidente facilidad con la que los milicianos extranjeros han penetrado en Siria. Apoyar a los extremistas es hacer la guerra a las YPG.
El pavor a un Estado kurdo autónomo en su frontera Este es una de las causas de la famosa permeabilidad de la frontera turca
El pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos, que por primera vez consiguió representación parlamentaria al conseguir más del 10% de los votos en las segundas elecciones del 1 de noviembre del 2015, es otro de los blancos predilectos del AKP. Sólo durante 2015 las sedes del HDP fueron atacadas hasta 400 veces, hasta con bombas y fusiles. Desde la segunda repetición electoral, ha sido un calvario para el HDP. Su co-presidente, Alp Altinors, fue detenido por supuesta pertenencia al PKK.
El arresto del colíder del HDP hizo que un grupo de hackers de supuesta extrema izquierda publicara los correos del ministro de Energia turco ─y también yerno de Erdogan─ en el que mostraba los vínculos y el abastecimiento desde el Gobierno turco al Estado Islámico. La respuesta del Gobierno turco fue la de prohibir el uso de Dropbox y restringir Google drive.
El HDP no es el único partido que sufre la desestabilización. Kemal Kılıçdaroğlu, líder de la oposición del Partido Republicano del Pueblo (CHP), salvó por poco su vida tras una emboscada el 25 de agosto. Para complicar más las cosas, Turquía ha tenido que lidiar con las preferencias de EEUU por las YPG, consideradas como las mejores milicias para combatir al Estado Islámico, lo que ha generado un acercamiento de Turquía a Rusia e Irán.
Erdogan pretende transformar la arquitectura política e institucional del país. Las purgas masivas han generado un ambiente de intimidación inquisitorial. Su objetivo de alcanzar una reforma constitucional e instaurar un sistema presidencialista, tamizado de islamismo político, sirve de espejo para los fieles afines a la Hermandad Musulmana internacional, especialmente tras el fiasco egipcio.
Es probable que las depuraciones en Turquía continúen mientras la UE subcontrate el control de los inmigrantes a Erdogan
Varios analistas turcos señalaban que era precisamente esto lo que buscaba tras la repetición electoral de noviembre del 2015, a costa de reiniciar una guerra con los kurdos y ganarse así a una parte del electorado. Todos necesitan a Turquía. Para la OTAN es esencial. Israel ya ha normalizado las relaciones, a peticiones de la propia Turquía. Rusia ha resucitado el gasoducto que atraviesa suelo turco, e Irán, a día de hoy, mantiene buenas relaciones, a pesar de los soterrados conflictos que ha mantenido con el neocalifa otomano.
Es probable que las depuraciones en Turquía continúen mientras la UE subcontrate el control de los inmigrantes a Erdogan. Y el mandatario turco no tiene prisa."Lo haremos por el país, por la nación. Los que sean: 10.000, 20.000, 50.000, 60.000, 100.000, 200.000... Haremos lo que sea. Debemos hacer esa limpieza, sea en la institución que sea", dijo justo después del golpe militar.
En este contexto, parece difícil que la UE acceda a las reivindicaciones hechas por Erdogan de exención de visados para los ciudadanos turcos, y sin embargo, más cerca queda la instauración de la pena de muerte en Turquía tras las pretensiones del mandatario turco.
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