Países neutrales, halcones y reacios: así es el mapa europeo de la guerra
Emitir eurobonos, bautizar planes de guerra o enviar soldados a Ucrania son algunos de los puntos de divergencias en una UE que ha activado el modo bélico.

María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
"Nadie se está preparando para una guerra", aseguraba José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores español, poco después de que la Comisión Europea llamase a los ciudadanos a tener acopios en sus viviendas para subsistir en caso de emergencias, incluidas un conflicto armado. Bruselas inspiró su famoso "manual de supervivencia de 72 horas" en el modelo sueco. Los países nórdicos son pioneros en el bloque en sensibilizar a sus ciudadanos ante la posibilidad de que la guerra estalle. Este es solo uno de los puntos en los que divergen las capitales europeas, pero el listado de discrepancias sobre el ambiente bélico que se instala en el bloque es amplio y llega a todas las capas: gasto militar, tropas en Ucrania o financiación.
Halcones
Los países del Este y los Bálticos llevaban años advirtiendo a sus socios comunitarios del peligro que suponía la Rusia de Vladimir Putin. La invasión a Ucrania confirmó sus peores temores y les dio el rédito político en Bruselas para ir imponiendo una estrategia muy agresiva con Moscú y en defensa de disparar el gasto militar. La Europa oriental ha vivido con ello su momento de mayor influencia en la Unión, marcando el paso y apremiando al resto a seguir su discurso duro.
Lituania advierte de que Putin podría atacar territorio de la OTAN antes de 2030 y pide la entrada de Ucrania en el bloque comunitario para el 1 de enero de 2030. Estonia ha sido uno de los países más vocales contra el inquilino del Kremlin. Su ex primera ministra, Kaja Kallas, es ahora la jefa de la diplomacia europea y ha trasladado "su obsesión" con Rusia a la capital belga.
Por su parte, Polonia es el país de la OTAN que más dinero de su PIB destina a las partidas de seguridad y defensa. Varsovia tiene uno de los ejércitos más potentes y ha anunciado esta semana que presentará un programa para dar entrenamientos de guerra a todos los hombres del país
España dice no al rearme
"El término rearme no me gusta en absoluto", señalaba Pedro Sánchez en su última cumbre europea. El descontento, compartido con Italia, llevó a Von der Leyen a recular y referirse a su plan multimillonario para comprar material bélico como "Preparados para 2030". España es uno de los países que se siente más incómodo con esta fiebre de guerra. Al fin y al cabo sus amenazas y la percepción sobre sus ciudadanos son diferentes. De Madrid a Moscú hay 4.111 kilómetros. Nuestro país aboga por aumentar las partidas de seguridad y ha acelerado sus trabajos para alcanzar el 2% de su PIB. Pero para ello exige no recortar en otras huchas de sectores sociales, quiere instrumentos financieros comunitarios inspirados en el plan post-pandemia y busca ampliar la definición de "amenazas" para incluir en estas partidas lo referente a la ciberseguridad, las amenazas híbridas o la Inteligencia Artificial. Esta última petición cuenta con pocos adeptos tanto en la Comisión como en el Consejo.
Meloni, la funambulista
La primera ministra Giorgia Meloni es la líder que mantiene una posición más complicada, contradictoria y difícil de sostener. Su apoyo firme a Ucrania choca con sus simpatías con Trump y su Administración. Es el equilibrio imposible. Aboga por recomponer la relación transatlántica. La líder del ultra Hermanos de Italia ha propuesto la celebración de una cumbre entre la UE y EEUU bajo la consigna de que "la división de Occidente sería desastrosa para todos".
Sobre los temas referentes a la seguridad de la UE mantiene una postura muy alineada con España: rechaza el término rearmarse y quiere una definición amplia de amenazas. "Creo que 'Rearmar Europa' es un nombre engañoso para los ciudadanos, porque estamos llamados a fortalecer nuestras capacidades de defensa, pero hoy esto no significa comprar armamento de forma trivial", afirmó recientemente ante el Senado.
El tema en el que la mandataria transalpina ha sido más clara es en la medida propuesta por Emmanuel Macron de enviar tropas a Ucrania para supervisar la paz: "No enviaremos a un soldado italiano a Ucrania".
Macron, el autoproclamado capitán
Emmanuel Macron intenta erigirse como el mediador y la voz de una Europa que ha sido apartada y esquinada por Trump de las negociaciones sobre el futuro de Ucrania. un plumazo. El presidente galo ha impulsado dos cumbres en París para poner en marcha una "coalición de voluntarios" que busca imponer sus condiciones para la paz. Antes de la última, habló por teléfono con el presidente norteamericano, al que fue a visitar hace un mes a la Casa Blanca. En el otro lado, dos meses después de jurar su cargo, Trump continúa sin hablar con ningún líder de las instituciones europeas.
Junto al británico Keir Starmer, Macron quiere liderar el envío de soldados a Ucrania para disuadir a Putin de atacar en el futuro y como "garantía de seguridad". De hecho, serán ambos mandatarios los que representen a Europa en la mesa de negociación. El presidente del único país de la UE con armas nucleares se ha ofrecido para extender su paraguas nuclear al resto de aliados comunitarios
Ortodoxos
Alemania y Países Bajos objetan financiar el macro desembolso en defensa con dinero comunitario porque temen que pueda sentar un precedente para la mutualización de la deuda. "No a los eurobonos", aseguró durante la última cumbre europea el primer ministro neerlandés, Dick Schoog. Tradicionalmente un halcón de la disciplina fiscal, el convulso contexto global ha provocado un cambio mayúsculo en la política germana. El Bundestag ha aprobado recientemente un cambio constitucional para poner fin al límite de endeudamiento y comprar con ello miles de millones en armas.
Orbán, el verso suelto
Víktor Orbán ha visto en la guerra en Ucrania y en la posterior victoria de su admirado y amigo Donald Trump la ocasión perfecta para redirigir todos sus problemas internos a Bruselas y cargar contra la política belicista de la UE. Desde el inicio de la invasión rusa ha dejado clara su posición sobre el conflicto que se libra a las puertas de la UE. De hecho no ha enviado armas a Ucrania durante estos tres años. También ha puesto resistencia a la aprobación de los 16 paquetes de sanciones -requieren unanimidad- contra Putin, pero ha terminado cediendo en todos. Ante los anhelos de Bruselas de dar la bienvenida a Ucrania a finales de esta década, el enfant terrible de la política europea asegura que no lo permitirá: "A Hungría nunca se le preguntó sobre la guerra, pero tendrán que preguntarnos sobre la adhesión de Ucrania. ¡Pedimos una Unión sin Ucrania!".
Sin embargo, no ha mostrado grandes resistencias con los planes de seguridad y defensa. De hecho, durante la última cumbre, el líder del Fidesz avaló las conclusiones que amparaban el gasto militar, pero se desmarcó del texto que apoyaba a Ucrania.
Neutrales
Uno de los grandes cambios de paradigma que ha dejado la guerra en Ucrania sobre la arquitectura de seguridad europea es la entrada de Finlandia y Suecia, históricamente países neutrales, en la OTAN. Austria, Irlanda y Malta dentro del bloque comunitario continúan con esta política de no alineamiento, prohibición de acoger bases militares o de unirse a un foro militar. Dublín, por ejemplo, se ha comprometido con el apoyo a Kiev desde el primer momento, pero lo ha hecho donando equipamiento no letal. El nuevo ecosistema de guerra pone en dilema a estos países. Mientras Viena se ha comprometido con el aumento del gasto en defensa, La Valeta apuesta por dar más peso a la diplomacia y al diálogo.
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