La factura histórica a la que Obama deberá hacer frente en la Cumbre de las Américas
La cita en Panamá, en la que estará presente Cuba, girará en torno a la declaración de Washington contra Caracas. El presidente de EEUU deberá responder a la condena unánime de América Latina, cansada de las injerencias de la Casa Blanca
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LA HABANA.- La Cumbre de las Américas que arranca este viernes en Panamá es la primera en la que estará presente Cuba. Sin embargo, y contra todo pronóstico, no serán las relaciones de la isla con EEUU lo que centre la polémica, sino la declaración de Washington contra Venezuela, país al que califica de amenaza a su seguridad nacional. La reacción de América Latina ha sido unánime porque nadie cree que Caracas tenga capacidad real para amenazar a EEUU y, por otra parte, semejante calificativo puede servir de base para justificar una nueva intervención militar en la región.
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Lo realmente sorprendente es que a la Administración Obama le sorprenda la reacción latinoamericana, continente que ha sido invadido militarmente por EEUU decenas de veces durante toda su historia y muchos golpes de Estado contra la democracia contaron también con el apoyo de la Casa Blanca.
En Uruguay lidera el Frente Amplio, de los que muchos de sus militantes fueron asesinados o desaparecieron por el Plan Cóndor, asesorado por EEUU. Washington cuestiona al presidente indígena de Bolivia por su vinculación con los trabajadores cocaleros. En Ecuador apoyan a las fuerzas contrarias al gobierno, democráticamente electo, de Rafael Correa. En Argentina, la Casa Blanca defiende los "fondos buitre" y la soberanía inglesa de las Malvinas.
Mientras los organismos de integración regional buscan crear una zona de paz (CELAC) y reclaman la retirada de las bases militares extranjeras (UNASUR), EEUU responde aumentando el número de efectivos y equipos en su base militar de Palmerola, en Honduras. Además, EEUU mantiene bases militares en Cuba, El Salvador, Curazao, Aruba, Colombia, Costa Rica, Islas Turcas y Caicos, Bermudas, Bahamas y Paraguay. Finalizada la Guerra Fría, resulta poco creíble que el objetivo de estas bases sea proteger la región de un ataque foráneo. Exceptuando la base de Guantánamo, en Cuba, el resto de sus instalaciones militares cuentan con el beneplácito de los gobiernos de esos países, los mismos que en bloque votan unánimemente por convertir a la región en una zona de paz, sin bases extranjeras.