madrid
Actualizado:Cinco horas ha durado la primera reunión entre los representantes de Rusia y de Ucrania para parar la guerra cinco días después de la invasión. La buena noticia es que parece que el diálogo continuará. La mala es que los bombardeos rusos también, incluso con mayor intensidad.
"Encontramos una serie de puntos importantes en los que es posible lograr avances", aseguró tras el encuentro Leonid Slutski, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Duma (Cámara baja rusa), uno de los miembros de la delegación rusa. "Han esbozado unos temas prioritarios sobre los que se vislumbran ciertos avances", resumía Majaíl Podolyak, asesor de la oficina presidencial de Ucrania.
En 24 horas, las partes fijarán un nuevo encuentro en la región de Gómel, frontera entre Ucrania y Bielorrusia, aliada de Vladimir Putin. Eso si el mensaje de las delegaciones es del agrado de los dirigentes políticos de Moscú y de Kiev. Las sanciones económicas ya estrangulan las finanzas rusas y la Unión Europea se ha volcado de lleno en apoyar con armas letales al Gobierno de Zelenski después de que Rusia azuzara ayer el fantasma de una escalada con bombas nucleares.
Mientras tanto, la artillería rusa ha seguido golpeando diferentes ciudades. También instalaciones civiles como hospitales y viviendas. El Gobierno de Kiev cifra en más de 350 los civiles fallecidos en los bombardeos desde que Putin lanzó su ofensiva. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha registrado 102 muertos y 304 heridos, la mayoría por artillería pesada.
El presidente ruso aseguró que sus ataques no se dirigirían contra la población civil, sin embargo, este lunes se comprometía a no atacar más objetivos civiles en una conversación telefónica con el primer ministro francés, Emmanuel Macron.
Kiev resiste bajo las bombas
La reunión de las delegaciones no había terminado cuando llovían sobre la capital ucraniana decenas de misiles. Así ha sido durante buena parte de la madrugada, aunque las tropas rusas siguen sin lograr avances importantes y la estrategia de guerra relámpago que el Kremlin había proyectado parece haber fracasado. Resisten las ciudades de Kiev, Járkov, Odesa o Mariúpol tras cinco días de invasión.
Los soldados rusos casi llegan al centro de Kiev este jueves, pero según varios reportes de agencias, el Ejército ucraniano sigue aguantando el embate en la capital. Allí, miles de civiles han decidido tomar las armas que les ha ofrecido el Gobierno de Volodímir Zelenski y en cada rincón hay voluntarios preparando cócteles molotov para lanzar a los efectivos rusos. La estrategia, a la que animaba el propio Zelesky hace tres días, se repite en cada ciudad ucraniana.
Las fuerzas de Kiev consiguieron frenar durante la noche varias incursiones de infantería rusa, según EFE, que informa de fuertes combates en la vecina localidad de Bucha, al oeste de la capital. Dos helicópteros rusos fueron abatidos por las baterías antiaéreas, asegura la agencia. Los soldados de Moscú habrían llegado a la localidad de Irpén, en la región de Kiev que limita con la capital, aunque el Gobierno ucraniano asegura que han logrado hacerlas retroceder.
En declaraciones a Reuters, un oficial de la Defensa de EEUU asegura que las tropas rusas intentará rodear totalmente la capital en los próximos días. Esta fuente considera que la resistencia ucraniana ha logrado frenar el avance de Moscú debido a una mala planificación militar de Putin y a que varias unidades se han quedado sin combustible. Un refuerzo de la logística rusa desde la vecina Bielorrusia, a menos de cien kilómetros de Kiev, podría poner en aprietos a la defensa de una ciudad asolada por los bombardeos, donde ya es difícil conseguir alimentos y donde el suministro energético puede fallar en cualquier momento.
Son solo previsiones para las que esta fuente militar anónima no ha aportado pruebas, aunque es tan posible como la invasión que Washington predijó durante semanas. Según este oficial, Rusia ha lazando ya alrededor de 380 misiles contra objetivos ucranianos y casi el 75% de la fuerza militar de combate regular en el país.
Bombardeos rusos contra civiles en Járkov
Fuera de la capital, los mayores combates se producen en Járkov, la segunda ciudad del país, con casi millón y medio de habitantes. A unos 50 kilómetros de la frontera norte con Rusia, la urbe ha sido uno de los principales objetivos de Putin desde el 24 de febrero, aunque no ha logrado tomarla por completo pese al fuerte cerco al que la somete.
Al menos 11 civiles han muerto en Járkov durante un bombardeo ruso con misiles grad este viernes contra un barrio residencial, según dijo a Reuters el jefe de la administración regional, Oleg Synegubov. Los heridos se cuentan por centenares, afirmaba Antón Gueráschenko, asesor del Ministerio del Interior ucraniano. "Un ataque inmisericorde y sin sentido contra un barrio residencial", resumía en una publicación en la que mostraba imágenes de cadáveres y heridos en las aceras.
Fotografías de la agencia Reuters mostraban este viernes varios vehículos blindados rusos destrozados por las fuerzas ucranianas dentro de la ciudad e imágenes de satélite también confirmaban bombardeos el domingo en la calle Soborna, lo que muestra el interés de Putin en este emplazamiento estratégico para conectar por tierra con la región prorrusa del Dombás.
Los combates y bombardeos también han continuado en el sureste del país. En la ciudad de Zaporiyia, en la orilla este del río Dniéper, las tropas ucranianas tratan de evitar que las rusas tomen el control de la central nuclear de la región, una de las más importantes del país. Moscú ha informado de que ya controla las ciudades de Berdiansk y Energodar, en la misma zona, aunque Kiev niega que hayan perdido el entorno de la central nuclear.
En Mariúpol, de menos de medio millón de habitantes, también se ha registrado bombardeos, aunque las tropas de Putin no han tomado la ciudad gracias a los ataques de drones ucranianos contra convoyes militares, según las autoridades ucranianas. Mariúpol también representa un enclave estratégico para que Rusia gane un corredor directo para su infantería entre la anexionada Crimea y el Dombás.
Fuentes militares estadounidenses citadas por Reuters también revelan que tienen indicios de que mercenarios militares de Grupo Wagner podrían estar desplegado en Ucrania para dar apoyo a las tropas rusas. La Unión Europea ha impuesto sanciones al Grupo Wagner, acusándolo de operaciones clandestinas para el Kremlin, aunque Putin asegura que no tiene relación con la Federación Rusa, aunque los contratistas militares privados tienen derecho a trabajar en cualquier parte del mundo siempre que no infrinjan la ley rusa.
Continúa el éxodo de refugiados
Más de medio millón de personas han buscado refugio de los ataques en los países vecinos del oeste, según Naciones Unidas. La mayoría de los desplazados ha cruzado la frontera con Polonia (281.000 personas), seguido de Hungría (85.000 personas) y Eslovaquia (30.000 personas). Aunque también hay movimientos hacia países como Rumanía.
Además, 130.000 personas han buscado protección en la propia Rusia, sobre todo, ciudadanos de las regiones del Dombás tras el recrudecimiento de los enfrentamientos entre tropas ucranianas y las milicias separatistas. La ONU calcula que el flujo de refugiados puede llegar a los cinco millones de personas si el conflicto sigue escalando y la UE ha anunciado que aprobará una directiva que garantizará protección temporal en cualquier país de la UE a todos los que huyan del conflicto.
Casi 500 millones europeos en armamento
El presidente Zelensky, erigido ya en icono de la resistencia, insiste en la necesidad de más apoyos internacionales. Este viernes, de verde militar y escoltado por su primer ministro Denys Shmyhal, y por el presidente del parlamento, Ruslan Stefanchuk, el líder ucraniano se fotografiaba firmando la solicitud de ingreso en la Unión Europea.
Sin embargo, Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores echaba un jarro de agua fría a las expectativas ucranianas. "Ahora tenemos que centrarnos en pasos más prácticos. La adhesión es algo que requiere tiempo, muchos años", aseguraba el domingo.
Además de las graves sanciones económicas desplegadas por Occidente contra Rusia —que han hecho caer más de un 30% el valor del rublo y que han concitado incluso el apoyo de Suiza, el eterno país neutral— lo "más práctico" para detener la invasión es armar al Ejército ucraniano.
Los países de la UE han llegado este domingo a un acuerdo para destinar 450 millones de euros a financiar el envío de armas letales y munición a Ucrania más otros 50 millones para material no letal como combustible o bienes médicos. Tan solo Hungría, cercana al Kremlin, se ha negado a enviar material bélico y tampoco permitirá que los envíos pasen por su territorio.
Para Rusia, este apoyo armamentístico solo contribuirá a desestabilizar más situación. Una advertencia que nadie pierde vista, sobre todo después de poner en alerta una parte de su enorme arsenal militar.
Mientras tanto, la Asamblea de la ONU se ha reunido forma extraordinaria por decimoprimera vez en 70 años para acodar una resolución que no tendrá ningún efecto práctico, más allá de representar ante el mundo quién apoya la invasión rusa, quién se opone y quién se mantiene al margen.
Su secretario general, António Gueterres, ha insistido en que "la mera idea de un conflicto nuclear es inconcebible". El embajador de Ucrania ante la ONU, Sergii Kislitsia, se dirigía en inglés a los países occidentales para pedirles "salvar a la ONU" y "salvar la democracia", mientras que, en ruso, tras comparar a Putin con Hitler, leía la supuesta que un soldado ruso abatido había escrito a su madre. "Rusia y solo Rusia" ha empezado esta guerra decidida por alguien que "ahora está en un búnker", aseguraba.
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