El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, se encuentra ante una encrucijada. Parar ya la sangría humana de la guerra, sentándose con duras renuncias a la mesa de las negociaciones, o prolongar la resistencia y debilitar más la invasión rusa en el campo de batalla, aún a riesgo de salir él mismo tocado de la prolongación de la lucha.
Zelenski está ganando la guerra mediática, con su decidida voluntad de resistencia ante la invasión rusa y su reconocimiento internacional. Pero ese liderazgo esconde también sombras inquietantes que podrían acabar asfixiándolo. Si Rusia termina imponiéndose militarmente y deja sobre la mesa de las negociaciones la fragmentación de Ucrania como un hecho consumado, Zelenski puede ser recordado como aquel presidente salpicado por la corrupción que no supo evitar la mutación de su país en un estado fallido y fagocitado por su vecino del norte.
La capacidad de convicción de Zelenski, amparada por el apoyo mediático occidental, ha llevado, por ejemplo, a que sean las cifras de bajas militares y civiles suministradas por el aparato de propaganda del presidente ucraniano, bien asesorado por estadounidenses y británicos, las que se impongan en los noticieros europeos y de buena parte del mundo. Así, hay una tremenda desproporción entre las desorbitantes cifras de los caídos en las filas rusas y el tímido número de muertos y heridos ucranianos. La mínima lógica de un conflicto parecería desmentir tales datos, especialmente si uno de los contendientes, el que ha lanzado (y planificado) la invasión, es una de las superpotencias armadas del planeta y antes de invadir Ucrania ya lanzó una devastadora campaña de bombardeo masiva de las instalaciones militares básicas de su enemigo.
La intención de Zelenski desde un principio ha sido implicar a los países de la OTAN en la lucha contra Rusia
Uno de los errores que en estos momentos puede cometer Zelenski es repetir los fallos que están siendo más criticados en su enemigo, la supresión por la fuerza de todo elemento discordante en sus filas. Así apunta la reciente defenestración de sendos generales del servicio de seguridad interna del país y de la región de Jersón, calificándoles de traidores y vendepatrias, al mejor estilo de su adversario, el presidente ruso, Vladímir Putin. Tales pasos, ¿reflejan un incipiente resquebrajamiento de la solidez con la que se ha mostrado el Gobierno de Zelenski desde el comienzo de la guerra o muestran una creciente paranoia ante la incierta evolución de la crisis?
Las alocuciones al país realizadas por el joven presidente ucraniano (44 años), con una cuidada pose de firmeza, en atuendo paramilitar, musculado y con una barba muy cuidada, han estado complementadas desde el principio del conflicto con esmerados y contundentes discursos transmitidos por internet a destacados escenarios internacionales, desde el Congreso de Estados Unidos a las principales instituciones europeas —este martes hablará para la Cámara Baja de España—. Ha pedido, en mensajes dirigidos a la opinión pública de todo el planeta, que las calles de las ciudades se vean inundadas por manifestantes que apoyen a Ucrania contra Rusia. "¡Salid de vuestras oficinas, de vuestras casas, de vuestras escuelas y universidades. Salid en nombre de la paz. Venid con símbolos ucranianos para respaldar a Ucrania, para defender la libertad, para apoyar la vida!", dijo en una de esas prédicas colgada en la web de su Presidencia.
La formación de Zelenski antes de sumergirse en política, como actor, guionista y creador de contenidos televisivos al frente de su productora Kvartal 95, ha mostrado una y otra vez sus tablas en el arte de la oratoria. Esa dialéctica animada y divertida, y su dominio del lenguaje corporal fueron fundamentales para conseguir su victoria arrolladora en las elecciones de 2019 y está siendo clave para convencer a sus conciudadanos de que deben resistir al avance ruso. Brava resistencia popular, aunque en realidad sean los soldados ucranianos, bien pertrechados durante años por Occidente, los responsables de combatir al enemigo y no el heroico pueblo a golpe de cóctel molotov, otra de las medias verdades con las que Zelenski ha captado la simpatía internacional.
La exactitud no es tan importante en caso de guerra, sobre todo si los millones de seguidores de Zelenski en Twitter o Instagram ya han elegido a este John Snow ucraniano como ejecutor del malvado Rey de la Noche, encarnado por un Vladímir Putin deseoso de ganar el Juego de Tronos geopolítico. El chistoso cómico cambió el chip y dio paso al superhéroe de las masas, a la voz acusadora de un político de origen judío y rusófono de nacimiento que desmiente así su adscripción al nazismo que le atribuye la propaganda rusa. Por el contrario, Zelenski no duda en identificar a Putin con un Hitler redivivo, mientras parafrasea a Churchill o invoca el ataque japonés a Pearl Harbour para explicar la invasión rusa.
"Rusia marcha por el camino del mal", dijo Zelenski en uno de sus discursos, para corroborar que en Ucrania se está dirimiendo una lucha entre la luz y las tinieblas. "Si nosotros caemos, ustedes caen", aseveró en otro vídeo, mientras se mostraban los hipotéticos efectos de un ataque ruso sobre París. La intención de Zelenski desde un principio ha sido esa: implicar a los países de la OTAN en la lucha contra Rusia. Si no de manera directa, sí al menos en la batalla de los sentimientos.
Zelenski y los 'papeles de Pandora'
Al contrario que Putin, el líder ucraniano habla en directo por internet. Puede ser escuchado en cualquier parte del planeta y en cualquier momento, mientras el "ogro" ruso requiere de una desaforada parafernalia para sacar al aire el mínimo discurso. La imagen del caballero sin armadura, sonriente con su omnipresente e impecable camiseta verde oliva, contrasta con el trajeado y circunspecto Putin, faltón con sus propios halcones y adusto en el gesto de quien ha de contener la ira para no borrar a Ucrania del mapa.
Según la periodista y escritora estadounidense Anne Applebaum, experta en Rusia y la Unión Soviética, Zelenski ha dejado claro que no se rendirá ni abandonará Ucrania, pese a las ofertas para su evacuación personal realizadas por la Administración de Joe Biden. “"Es un actor y sabe que tiene que interpretar un papel. Y lo interpretará hasta el final", afirma la autora del libro Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos.
En la filtración de los llamados Pandora Papers surgió el nombre de Zelenski
El hábil manejo de las redes, tan importantes a la hora de confundir al enemigo o ganarse aliados, estuvo detrás del éxito de la revolución digital que lanzó Zelenski al llegar al poder. Pretendía poner a Ucrania al nivel de sus primas exsoviéticas del norte, las repúblicas Bálticas, y así afianzar al país en su camino euroatlántico. Sin embargo, los avances en la era digital no fueron acompañados por el éxito en la guerra contra la corrupción, que hacía de la Ucrania prebélica uno de los países de Europa más afectados por esa plaga, solo superado por la propia Rusia y Azerbaiyán.
En esa extendida corrupción, toma forma otra de las sombras que se ciernen sobre Zelenski y que han sentenciado de antemano la vana promesa de rápida incorporación de Ucrania a la Unión Europea a cambio del reconocimiento de que este país no será parte de la OTAN y de que su papel de estado neutral es un paso indispensable para aplacar el furor ruso.
Durante la campaña electoral que le llevó al poder, Zelenski tuvo el apoyo del oligarca ucraniano Ihor Kolomoisky, acusado de fraude y lavado de dinero en Estados Unidos. Se acusó entonces a Zelenski de ser una marioneta de Kolomoisky y de que su ley de 2021 para acabar con la corrupción en realidad enmascaraba una ofensiva contra los magnates más díscolos con el Estado, mientras se hacía la vista gorda con aquellos más complacientes y cercanos a Kolomoisky. Este magnate “no solo es socio de Zelenski. Es también su mentor", llegó a afirmar el diputado ucraniano Volodimir Ariev en una red social.
Kolomoisky no es el único obstáculo que podría malograr una salida airosa de Zelenski en caso de que se tuerzan las cosas en el ámbito militar para Ucrania. En la filtración de los llamados Pandora Papers, coordinada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), sobre delitos financieros internacionales, surgió el nombre de Zelenski y su creación de empresas offshore desde 2012 por medio de su productora Kvartal 95 con el fin de adquirir propiedades de lujo en Londres y disponer de acciones en empresas productoras de cine y de distribución cinematográfica.
Estas y otras acusaciones han puesto en duda el compromiso real del actual presidente ucraniano con la lucha contra la corrupción. Y no es difícil prever que puedan surgir más si se ratificara en la mesa de las negociaciones la pérdida de Crimea y otros territorios en el este del país. La popularidad de Zelenski se desplomaría. En esta compleja situación, el líder ucraniano no parece tener otra salida que la resistencia y el aumento del desgaste ruso en el campo de batalla. El aumento del desgaste ruso y, desgraciadamente, de las víctimas civiles, ucranianas, en la guerra.
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