"Solidaridad, unidad y eficiencia": la receta de España en Bruselas para compartir gas

"Solidaridad, unidad y eficiencia". Con esa bandera afronta España el Consejo extraordinario que los 27 ministros de Energía de Europa celebran en martes en Bruselas. El objetivo es sacar adelante la propuesta que la Comisión Europea presentó la semana pasada con el objetivo de reducir la demanda de gas en los próximos ocho meses anticipándose así a un plausible corte total del gas procedente de Rusia.

El presidente ruso Vladimir Putin lleva meses jugando con la llave de gas. El escenario más temido en la capital comunitaria es que decrete un corte total, una medida que dejaría a la UE al borde de la recesión y del racionamiento energético. Para anticiparse a ello, Ursula von der Leyen presentó el pasado miércoles un plan de contingencia bautizado como Ahorra gas para un invierno seguro.

La medida llega ahora al examen y lupa del Consejo de la UE -órgano que reúne a los Estados miembros y encargado de aprobarla- con muchos puntos calientes. España fue el primer país en escenificar su rechazo a la reducción de un 15% del consumo energético considerando que no es la medida más "justa" ni más "eficiente". Una limitación en principio voluntaria, pero que podría tornarse obligatoria si las cosas se complicaban mucho en los Estados miembros más vulnerables energéticamente.

¿Cómo llega nuestro país a esta cita tan importante? España no está solo en su oposición a la propuesta de Bruselas. Algunos como Grecia, Polonia o Hungría han mostrado también su rechazo y más de una decena de países objetan la propuesta. Durante los últimos días se hablaba de solventar este recelo a través de una excepción a países en mejor situación energética, como es el caso de España. En lugar de una bajada del 15%, se contemplaba una horquilla del 10%.

Teresa Ribera, vicepresidenta de Transición Ecológica, llegará mañana a la capital comunitaria con el objetivo de convencer a sus socios comunitarios para no ser "taxativos" con este umbral inflexible. La idea del Gobierno pasa ahora por que las reducciones energéticas atiendan a las particularidades de cada uno de los países más allá de una posición fija que establezca el 15% a lo largo y ancho de la UE.

La dependencia de España del gas ruso es residual en comparativa con el centro y este europeo

En la cacofonía energética que impera en la UE, España se encuentra en una posición privilegiada. Es un hub energético. Cuenta con infraestructuras de gas muy potentes, con una gran presencia de energías limpias, su capacidad de almacenamiento ha aumentado durante los últimos años y su dependencia del gas ruso es residual en comparativa con el centro y este europeo.

La llamada de Bruselas a la solidaridad entre socios europeos ha llamado a los fantasmas de la división norte-sur, que arraigaron con fuerza en la crisis financiera de 2008. La diferencia es que la situación es ahora a la inversa: los países del sur están llamados a socorrer a otros que no diversificaron su dependencia energética con Rusia. No obstante, Madrid reitera que ser solidarios es uno de sus propósitos ante unos meses que se avecinan duros y fríos en suelo comunitario.

"Tenemos un compromiso fundamental con la solidaridad. Y tenemos la convicción de que debemos estar unidos. Pero debemos hacerlo de forma efectiva. Para nosotros la unidad es clave y no adoptar el reglamento jugaría en beneficio de Rusia", afirman fuentes diplomáticas.

España redirige en estos momentos el 20% de su demanda de gas a otros países de Europa. Y asegura estar dispuesta a bombear mucho más en caso de emergencia para países expuestos a los dictámenes de Vladimir Putin, como es el caso de Alemania. Para hacer valer esta propuesta de "solidaridad" energética, el país tiene tres vías: enviar gas a través de los dos tubos que le conectan con Francia, enviar la electricidad ya transformada, o redirigir los buques de gas natural licuado a otras capitales.

Lucha de poder

La propuesta inicial del Ejecutivo comunitario instaba a los Estados miembros a reducir un 15% su consumo de energía, a través de regular los termostatos de calefacción o aire acondicionado, según una base voluntaria. Pero la Comisión Europea se guardaba la carta de hacer esta medida vinculante, es decir, obligatoria, cuando considerase que existía una situación de emergencia, que podría venir dada por, por ejemplo, con un parón total del gaseoducto Nord Stream I, que conecta Siberia con Alemania.

En esta competencia de la Comisión Europea reside el gran recelo. Los países ya trabajan en modificaciones al plan original: no quieren dar tanto poder al Ejecutivo comunitario alegando controversias legales. Los 27 embajadores están negociando que el estado de emergencia energética se declare a propuesta de cinco Estados miembros. En todos los supuestos, la obligatoriedad de reducción del gas deberá ser aprobada por mayoría cualificada, es decir por 15 de los 27 países.

Además, la reunión clave del martes llega con otros aspectos controvertidos. Los 27 países de la UE cuentan con diferentes mix energéticos. El debate y las medidas en este campo no especialmente complejos debido a que se trata de un campo con muchas interconexiones: geopolíticas, comerciales o medioambientales. Los 27 ministros están llamados a abordar aspectos como la capacidad de almacenamiento, las interconexiones, las cuestiones legales, la situación de las islas energéticas, las sequías o la protección de los consumidores. Aun con todo, fuentes diplomáticas se muestran "optimistas" y confían en que el encuentro rubricará un acuerdo.