Sáhara Occidental Sultana Khaya, la activista saharaui retenida y torturada en su casa del Sáhara Occidental
La activista lleva más de tres meses bajo un arresto domiciliario que carece de orden judicial. Organizaciones de varios países han creado un equipo de apoyo para denunciar su situación ante la comunidad internacional.
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Hace más de 45 años que activistas y periodistas bajo ocupación marroquí sufren maltratos, vigilancia, allanamientos, arrestos, torturas y desapariciones por el hecho de ser saharauis y defender sus derechos. Sin embargo, desde el pasado 13 de noviembre la situación no ha parado de recrudecerse. Ese día Marruecos rompió, en el paso fronterizo de Guerguerat [al sur del Sáhara Occidental], el acuerdo de alto el fuego que había firmado con el Frente Polisario 29 años atrás. Desde entonces, activistas y periodistas afincados en el Sáhara Occidental ocupado han denunciado el estado militar y policial en el que viven.
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"Nos recuerda a lo que ocurrió en 2010 e incluso la situación actual parece peor" relata Nazha Elkhalidi, periodista de Equipe Media en El Aaiún. En 2010, las autoridades marroquíes arrasaron el campamento saharaui de Gdeim Izik, a escasos kilómetros de El Aiaún, contabilizándose cerca de una veintena de fallecidos y centenares de heridos y desaparecidos. Después de aquello, las ciudades del Sáhara Occidental se convirtieron en una prisión para activistas y periodistas saharauis. Cuando Nazha alude a la situación actual se refiere a casos como el de Sultana Khaya. Desde hace una semana, vídeos y fotos agitan las redes sociales mostrando el maltrato y la tortura que sufre esta mujer activista desde hace tres meses en su propia casa.
Sultana Khaya vive en la ciudad saharaui de Bojador y es la presidenta de la Liga Saharaui para la Defensa los DDHH y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales. Fue una de sus fundadoras en el año 2010 –no es casualidad el año de creación– pero comenzó a ser una activa defensora de los Derechos Humanos muchos años antes.
Sultana Khaya: "Me detuvieron en un puesto de control a la entrada de Bojador y me registraron de una manera muy humillante"
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Su último calvario comenzó el 19 de noviembre cuando volvió de España tras realizarse unos reconocimientos médicos. Habían pasado seis días desde que Marruecos rompiera el alto el fuego. "Me detuvieron en un puesto de control a la entrada de Bojador y me registraron de una manera muy humillante" cuenta Sultana. Los agentes marroquíes le ordenaron que cuando llegara a casa se encerrase y se aislase. Le aseguraron que si intentaba contactar con algún saharaui correría graves riesgos. "Les dije que me dedicaba a defender los derechos de mi pueblo y que me arrestaran ya, si era lo que querían". Sostiene que uno de los agentes le amenazó diciéndole que si no cumplía sus órdenes lo que iba a hacerle "no lo sabe ni Dios".
Antes de que llegara a su casa, un grupo de policías marroquíes la inspeccionaron por si alguien estuviera esperándola. "Fue ahí cuando agredieron a mi madre empujándola contra la pared provocándole una herida en la espalda y otra en la cabeza" afirma Khaya. Su madre tiene 84 años. No dejaron que la acompañara al hospital de El Aiaún porque estaba bajo arresto domiciliario. Desde aquel momento un grupo de agentes marroquíes vigila su casa permanentemente para impedir que salga al exterior.
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El día siguiente a su llegada, sus sobrinas y su hermana fueron a visitarla. Tuvieron un enfrentamiento con la policía porque les impidieron entrar. Agredieron a su hermana dándole un porrazo en la cabeza y abriéndole una brecha. No dejaron que fuera al hospital. Hicieron una videollamada con una médica española y esa fue la única atención sanitaria que recibió. Desde entonces, todos los días se han repetido situaciones similares.
Cada vez que Sultana intenta salir de casa los agentes le bloquean la puerta. "Vivo en una prisión", asegura Khaya. Pese a los plásticos negros que le han puesto en las ventanas lleva tres meses haciendo fotos y vídeos para transmitir al mundo lo que está pasando alrededor de su casa. "Siempre me intentan agredir o quitar el teléfono pero he podido documentar este arresto domiciliario" sostiene orgullosa Sultana.
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Apoyo internacional a Sultana Khaya
Gracias al activismo y a la persistencia de Khaya se ha formado un equipo multidisciplinar que trabaja para denunciar su agonía ante la comunidad internacional. "Estoy contactando con varios organismos internacionales para intentar contar mi situación y romper este bloqueo mediático", afirma con rotundidad Sultana. Organizaciones como Front Line Defenders, Democracy Now o incluso la misma Equipe Media han publicado diversos informes que acreditan el maltrato y la tortura que están viviendo desde hace meses la activista y su familia.
Khaya está contactando con organismos internacionales para difundir su situación
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Tone Sørfonn Moe es una de las personas que forman parte de este equipo multidisciplinar. "Estamos en contacto frecuente con Sultana para documentar las violaciones que se están cometiendo contra ella y contra toda su familia", afirma. Es jurista noruega y trabaja de forma voluntaria con el Comité Noruego de Apoyo al Sáhara Occidental. "El movimiento de solidaridad que trabaja con los territorios ocupados del Sáhara Occidental está formado por personas de todo el mundo, con diferentes orígenes y nacionalidades. Intentamos cooperar lo más ampliamente posible" asiente Tone.
"Uno de los incidentes de represión más graves en los últimos meses son los ataques y el arresto domiciliario continuado de la activista Sultana Khaya y su familia. Docenas de policías y unidades de inteligencia marroquíes han sitiado el hogar con el objetivo de infligir dolor y miedo en la familia y, en última instancia, silenciar la voz de Sultana pero también la de la comunidad saharaui en general", sentencia la jurista noruega.
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Tone tiene claro que el arresto domiciliario de Khaya "se ve agravado por actos arbitrarios de violencia excesiva, amenazas e intimidaciones". Relata que el pasado 13 de febrero, Sultana agitaba una gran bandera desde su azotea cuando el comisario de policía de Bojador, Hakim Amer, lanzó una piedra y la golpeó en la cabeza. "Los vídeos y fotografías del asalto y de las heridas en la cabeza de Khaya se volvieron virales. Al día siguiente, decenas de mujeres saharauis se acercaron al hogar familiar en solidaridad alegando que ellas también eran miembros de la familia Khaya", sostiene. Fueron golpeadas por la policía. Mientras Sultana protestaba por su arresto domiciliario, el mismo oficial de policía la golpeó en la nuca con una porra y volvió a desmayarse.
Asimismo, la jurista denuncia que esta misma semana decenas de saharauis han intentado traspasar las líneas policiales para visitar a la familia Khaya y todos se han encontrado con violencia. "Ahora, Sultana sigue sufriendo un dolor insoportable debido a sus heridas, especialmente después de haber sido golpeada con una piedra dejándola mareada con dificultades para levantarse y para ver", apunta Tone.
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"El último asalto fue el 17 de febrero cuando nuevamente fue sometida a golpes en la cabeza. Esto es extremadamente preocupante ya que dejó a Sultana en una situación aún más alarmante con la cara hinchada con problemas auditivos", cuenta afligida Tone.
Para Sørfonn el papel de la ONU en situaciones como la de Sultana es imprescindible porque "tiene una responsabilidad particular de actuar y denunciar cuando se les informa de violaciones tan graves".
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Sørfonn cree que el papel de la ONU en situaciones como esta es imprescindible
Tone siente que la mejor manera de actuar es siendo honesta: "Tales violaciones no pueden quedar sin documentar. Requieren denuncia. Requieren que hagamos responsables a los que son responsables. No solo por mí sino por toda la conciencia del mundo. Al fin y al cabo, mi libertad como jurista noruega depende de las libertades de los demás y si los derechos de mis vecinos se violan hoy, mañana perderé los míos. Por tanto, es deber de todos luchar contra la injusticia".
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Sultana perdió el ojo derecho a manos de la policía marroquí en 2007
Al hablar con Khaya llama la atención el poder de resistencia, la tranquilidad y la sensatez con la que cuenta su historia. Esa sensación también la ha tenido la jurista noruega al tratar con ella. "Sultana es una de las mujeres más poderosas con las que me he encontrado en toda mi vida. La fuerza que vive dentro de esta mujer y el poder de superar el mayor sufrimiento me da escalofríos" cuenta Tone. Dicha sensación no es extraña tras oírla relatar sus vivencias.
El 10 de mayo de 2007, coincidiendo con la celebración de la fundación del Frente Polisario, centenares de estudiantes saharauis salieron a la calles de la ciudad marroquí de Agadir para manifestarse contra la represión que sufrían sus compañeros y familias en los territorios ocupados. Dicha movilización acabó como una "auténtica carnicería", afirma Khaya. Ella estaba estudiando francés en la ciudad de Marrakech y en solidaridad con sus compañeros de Agadir salió a la calle a protestar. Rememora estar envuelta en una nube de gases lacrimógenos cuando un policía marroquí le propinó un porrazo en el ojo derecho. Lo siguiente que recuerda es llevarse la mano a la cuenca del ojo ensangrentada y notar el globo ocular en su mano.
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Junto a otras dos mujeres saharauis la arrastraron hasta la puerta de una residencia estudiantil, la esposaron y la subieron a una ambulancia. Con ellas subió un policía que estuvo todo el trayecto insultándolas, golpeándolas, cogiéndolas del pelo y metiendo la mano en la cuenca del ojo ensangrentada. "El conductor de la ambulancia se divertía haciendo zig zags mientras decía mata a los polisarios", recuerda Khaya. Llegaron al hospital. El policía bajó a Sultana a rastras y en un baño le metió la cabeza en un inodoro. Después, metieron a las tres mujeres en un furgón policial y las llevaron a una comisaría de un conocido barrio turístico de Marrakech. "Eran dos mundos paralelos. Se oía música. La gente a nuestro alrededor estaba divirtiéndose y nosotras estábamos siendo torturadas en esa comisaría", rememora Sultana.
Desnudaron a los compañeros de Khaya y fueron torturados y humillados delante de ella
Cuando entraron en el edificio vieron a treinta estudiantes más. Les habían retirado las bombonas de gas para hacer té acusándoles de ser un grupo terrorista. "Ese fue uno de los momentos más duros que viví", recuerda Khaya. Desnudaron a sus compañeros y sintió que estaban siendo torturados y humillados delante de ella. "Al poco tiempo llegaron detenidas 25 mujeres saharauis a las que mientras pegaban obligaban a cantar el himno marroquí" revive con tristeza Sultana. No la llevaron al quirófano hasta el día siguiente. Estuvo 20 horas sin asistencia médica mientras la torturaban.
Debido a la pérdida de su ojo derecho, la activista acude periódicamente a un oftalmólogo en Alicante. Cuando Marruecos rompió el alto el fuego el 13 de noviembre decidió dejar a un lado los reconocimientos médicos para volver. "Mi pueblo me necesitaba", asiente. Desde que la pararon en aquel control de Bojador el 19 de noviembre, no ha podido respirar aire fresco. Pese a ello, Sultana tiene claro que "lo único que no se puede doblegar es la voluntad de los pueblos". Y seguirá luchando, cueste lo que le cueste.