caracas (venezuela)
Una calma extraña parece haberse apoderado de Venezuela cuatro días después de que Juan Guaidó se autoproclamara presidente y de que en Caracas se desatara una oleada de protestas que terminaron con 26 muertos, según la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. Como si de una tregua no pactada antes de la tempestad, ambos bandos están a la expectativa del exterior –donde se juega buena parte de la partida—para decidir su próximo movimiento.
El ímpetu de los seguidores de Guaidó parece estar disminuyendo en la calle, algo que el líder opositor intenta combatir con apariciones sorpresa donde se anuncian medidas que llevarán a cabo si consiguen derrocar al presidente Nicolás Maduro. La última es el anuncio de una ley de amnistía para los militares que abandonen las filas chavistas y se sumen a la causa opositora. Una norma que entraría en vigor si Guaidó se hace con el control efectivo del país porque la Asamblea Nacional –de mayoría opositora y presidida por Guaidó—está vacía de poder real después de que el gobierno la declarase en "desacato".
En un acto poco concurrido comparado con lo vivido esta semana, la multitud enloqueció cuando apareció Guaidó, al que le costó marcharse por la dificultad que tenía para avanzar mientras repartía besos y abrazos a sus seguidores. Pese a ser un desconocido hasta hace poco, los detractores de Maduro lo adoran y creen que esta vez sí que pueden vencer. Ataviados con banderas venezolanas, muchos de los presentes en la plaza Alfredo Sader tenían razones personales para estar ahí: familiares presos o hasta alguna víctima de la violencia gubernamental que se viene dando desde hace unos años en las manifestaciones contra el chavismo.
En los discursos los llamados a los militares fueron constantes con apelaciones patrióticas y al líder independentista Simón Bolívar. Guaidó fue más allá e hizo hincapié en el pragmatismo de los integrantes de las fuerzas armadas: "Mantenerse leal al régimen del usurpador ya no tiene ningún beneficio".
Aunque la presión en la calle y en el exterior son muy importantes, los opositores saben que la actitud de las fuerzas armadas es crucial porque, sin entrar en interpretaciones constitucionales, tienen el poder real para apuntalar un orden u otro. “Nosotros no tenemos armas” dicen los líderes anti Maduro.
Entre diversos diputados y concejales opositores que asistieron al acto existe la creencia que habrá movimientos en el ejército en los próximos días. Consideran que la presión internacional es tan fuerte que acabará precipitando la situación, y no contemplan que acabe desencadenándose un conflicto armado si una parte del ejército opta por Guaidó y otra se mantiene fiel a Maduro.
Presión económica
A la presión internacional política que ayer se plasmó con el ultimátum de los líderes europeos liderados por Pedro Sánchez, y a la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, se le debe sumar la presión económica. Las únicas consecuencias reales del reconocimiento a Guaidó en algunos países tienen que ver con el control de las cuentas de las empresas estatales en el exterior que podrían caer del lado opositor y asfixiar económicamente a Maduro que depende fuertemente de esos ingresos.
Guaidó ha manifestado su intención de intentar cambiar el equipo directivo de Citgo, la filial de PDVSA en Estados Unidos que se encarga de refinar y comercializar petróleo en Texas, y que supone una importantísima entrada de divisas para el gobierno bolivariano. El Departamento del Tesoro americano declaró que se intentará que las transacciones económicas con Venezuela sean consistentes al reconocimiento de Guaidó como presidente. Mientras que el Banco de Inglaterra rechazó los intentos del gobierno de Maduro de repatriar 1.200 millones de dólares en oro en un intento de desconectar del chavismo los activos de Venezuela en el exterior.
Guaidó justifica estas medidas en la política de “protección de activos” para evitar, según él, que las autoridades venezolanas continúen haciendo un uso fraudulento de estos recursos económicos.
Apelaciones al diálogo
Por su parte, la autoridades venezolanas continuan apelando al diálogo para resolver la crisis política que vive el país caribeño, en la línea de lo que expresaban México y Uruguay, los únicos países de la región que no han reconocido a Guaidó si no se tiene en cuenta los que integran el eje bolivariano como Nicaragua, Cuba y Bolivia.
Maduro incluso dijo estar dispuesto a reunirse con Guaidó. Un diálogo que la oposición considera vacío y una mera estratagema para enfriar la situación sin hacer ninguna cesión significativa.
El contundente posicionamiento internacional está animando a que los dos bandos estén cada vez más alejados y se crean capaces de imponerse al otro sin ser conscientes de las terribles consecuencias que se pueden derivar.
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