Opinión
¿Síndrome del cuidador quemado o maltratador?


Periodista
Se cae su esposa al suelo con esclerosis múltiple e insuficiencia respiratoria y el marido la deja tirada tres días ahí, hasta que ella muere ahogada ante la falta de atención. Supimos hace unos días que el caso ha llegado ante la Justicia, y que la Fiscalía de Madrid pidió un atenuante para él bajo el pretexto de que tiene el síndrome del “cuidador quemado”.
Parece un titular de mal gusto pero es la realidad. Fiscalía, menos mal que aún así, pide para él doce años de cárcel pero con ese matiz del atenuante, porque llevaba años cuidando a su mujer enferma. Se supone que, por muy quemado que estés, cuando una persona cae al suelo, la atiendes y no la dejas ahí hasta que se muera. Y si no puedes hacerlo, llamas a otra persona o a Emergencias. Pero el matiz es que era ella, su esposa, una mujer dependiente que necesitaba ayuda para sus actividades diarias. No le suministró la medicación para la enfermedad neurológica que padecía ni le proporcionó unos cuidados mínimos. Eso sí le puso una almohada y una mantita, hasta dejarla morir durante tres días. Él, un hombre de buena reputación, militar retirado, dijo en el juicio que fue ella misma quien le pidió quedarse en el suelo. No se puede ser más cínico.
Una vez expuestos los datos, no sé si sienten el mismo escalofrío que tengo yo escribiendo estas líneas. No quiero imaginarme lo que tuvo que suponer para esa mujer tres días de agonía. Tres días sin poder moverse, sin poder respirar bien, con dolor de la caída, de estar en el frío suelo tirada, de pasar así días y noches, de no comer, no beber, no tomar medicación, haciendo sus necesidades encima sin limpieza ni atención, ni una mirada. Tres días viendo cómo tu marido te ignora, cómo no reacciona ni siquiera hora tras hora, viendo cómo eres un mueble para él, que pasa por tu lado como si nada, sin oírte ni siquiera. Tres días teniendo la certeza de que él te está dejando morir, de que te está matando. El daño psicológico fue una tortura añadida para esa mujer.
Luego hemos conocido por la prensa, citando fuentes de la Delegación del Gobierno en Madrid, que la víctima había interpuesto antes denuncias contra él por malos tratos y amenazas, que luego desistió. Ni es la primera, ni la última. Las hijas relatan una vida de vejaciones, insultos, gritos y miedo. Y que fruto de ello, se fueron alejando de su madre. Quizás esto encaja más que el supuesto síndrome.
Por un lado, porque desvela la realidad de muchas mujeres dependientes donde los maltratadores encuentran en la enfermedad el escenario ideal de aislamiento y dependencia, para hacer con ellas lo que les apetece. Por otro, porque habrá que recordar que en este país si algo existe en mayor proporción, y el lenguaje importa, es el síndrome de las cuidadoras quemadas.

Muchas trabajan fuera de casa y dentro, cuidando. Otras deben abandonar sus empleos y entregan sus vidas al 100% a sus familiares dependientes, hijos o hijas, madres, padres, parejas; sin dinero para tener en casa cuidadoras extras… Y, a pesar de todo el agotamiento, no van matando a nadie. Es más, casi siempre los cuidan más que a ellas mismas, que luego sufren todo ese desgaste en su propia salud. Sobre ellas no hay comprensión ni atención. Y, si me permiten el toque personal, como persona cuidadora en muchas situaciones de mi vida, sin ayuda y sin contratar a nadie como apoyo, como tantas otras mujeres, alegar este síndrome con esos antecedentes me parece un insulto a quienes cuidamos sin maltratar, por muy quemadas que estemos.
Quizás la Fiscalía debería de mirar antes esas denuncias previas, porque no es bueno usar un síndrome de una realidad social como excusa para matar. Más que nada, porque para sufrir el síndrome del cuidador quemado primero hay que cuidar. Y este, es evidente, que no es el caso. Que el machismo no es un síndrome.
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