Opinión
El voto de las mujeres jóvenes: las que rompen, las que desquebrajan


Por Marga Ferré
Presidenta de Transform Europe
-Actualizado a
Las mujeres jóvenes son el grupo social más de izquierdas aquí y en casi todo el planeta. Es un fenómeno global que rompe tendencias, pero no cabezas, ya que las masculinas y académicas aceptan el dato (a regañadientes, no les queda otra) pero le quitan importancia, no lo analizan, prefieren centrarse en ellos, como siempre, en los jóvenes varones que se están derechizando. Lo que les propongo es que nos centremos en ellas, las más jóvenes y en su disruptiva rebeldía, esa que no se estudia pero que está impactando el mundo y les propongo que revisemos por los datos, porque son impresionantes:
En las recientes elecciones en Alemania la sorpresa la dio La Izquierda (Die Linke) alcanzando un inesperado 8,7% de los votos, siendo el primer partido votado por los jóvenes de entre 18 y 24 años:
Lo relevante es que ese 25% de jóvenes que optaron por la izquierda surge de que el 35% de mujeres jóvenes alemanas apoyaron a Die Linke y un 15% jóvenes varones. ¿No les parece relevante?
En España, el corte de edad y género de las últimas elecciones generales nos muestra una brecha similar: las mujeres jóvenes apoyan mucho más a la izquierda. Miren el dato de Bildu porque es extraordinario, como lo es el escaso apoyo a Vox de las mujeres jóvenes:
España y Alemania siguen una tendencia global. Hay pocos fenómenos tan documentados como que las mujeres llevan décadas moviendo su voto a la izquierda y que la brecha de género entre los y las jóvenes de entre 18 y 29 años se ha disparado de forma divergente en la última década. Observen los datos de autoubicación ideológica:
En Corea del Sur, Argentina o Túnez la tendencia es similar, es una constante: las mujeres más jóvenes, hasta 30 años, son mucho más de izquierdas o progresistas. Tengo como dos docenas de estudios en todo el planeta con la misma tendencia, lo que me lleva a compartir con la profesora Eva Anduiza (autora de un magnífico estudio sobre la brecha de género en España) que estamos ante un cambio generacional tectónico, con consecuencias a largo plazo.
De hecho, en Argentina ya hay sociólogos que empiezan a pensar que el sexo y la edad son predictores de comportamiento electoral más relevantes que los socioeconómicos.
De ceguera y olas
De ahí que no entienda la ceguera académica a este empuje progresista de las mujeres jóvenes en todo el planeta, ya que lo relevante no es levantar acta de lo que ocurre, sino preguntarse por qué. Hablo de ceguera académica porque en la explicación del fenómeno hay que empeñarse en no ver lo obvio y lo obvio es lo siguiente:
La brecha de género se dispara a partir de 2014 y lo hace de forma global. Resulta obvio que es la consecuencia de la cuarta ola del feminismo que ha empapado al mundo. Una cuarta ola que se ha convertido en sentido común para las mujeres más jóvenes y que parte de la firmeza de convertir en inaceptable cualquier violencia o abuso contra las mujeres, pero que va más allá.
Cuando surge, hace una década, lo hace con carácter global, como movimiento de masas, articulada a través de redes sociales y con un fuerte componente intergeneracional. Es, además, una ola feminista más anticapitalista que las anteriores, un feminismo que desarma el papel histórico del patriarcado y que ha ganado la batalla de la igualdad como aspiración. Eso explica el mayor apoyo de las mujeres en general a políticas progresistas, pero para entender el marcado sesgo en las mujeres jóvenes intuyo que hay más.
Digo intuyo porque a falta de estudios, tiro de intuición: detecto que, para esas jóvenes, el feminismo que pone la empatía y la antiviolencia en el centro ya viene de fábrica y que ellas aspiran a más: “para las mujeres jóvenes, el acceso igualitario al empleo y la educación ya no es suficiente”, leo (y comparto) en una de las conclusiones de la encuesta que hizo Glocalities entre 2014 y 2023 y que desvela un cambio en actitudes sociales al haber incorporado las más jóvenes “valores antipatriarcales”.
Unos valores que ya no tienen tanto que ver con no aceptar los roles tradicionales de género, sino que tampoco acepta las nuevas formas del sexismo moderno. Un sexismo más sutil, pero no menos peligroso, que “se caracteriza por la negación de la discriminación continuada, el antagonismo hacia las demandas de las mujeres y la falta de apoyo a las políticas diseñadas para ayudar a las mujeres”, por usar las palabras del creador del término, Swimiii.
Una generación de mujeres jóvenes que rompe y desquebraja moldes y estereotipos y que hace que hoy el sujeto político del cambio se parezca más a una trabajadora joven precaria que a cualquier otro sector social.
Este articulo va por ellas, las hijas de la cuarta ola, para celebrarlas, animarlas, empoderarlas, apoyarlas y seguirlas. Y para agradecerles que no se dejen avasallar y quieran cambiar el mundo. Ya lo están haciendo.
Que este 8 de marzo vaya por ellas.
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