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El descenso a los infiernos de Iker Jiménez tras sus mentiras sobre la DANA

Pese a que hace ya tiempo que el polémico presentador es señalado por dar voz a las teorías más absurdas de la ultraderecha, sus últimos bulos sobre los muertos en València le han colocado en la picota: las críticas son generalizadas.

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Los presentadores Carmen Porter e Iker Jiménez posan en la alfombra naranja de la XVI edición del FesTVa. — Iñaki Berasaluce / EUROPA PRESS

Madrid,

"Iker Jiménez no hace ahora nada distinto de lo que ha hecho desde hace más 20 años: difundir bulos, pseudociencia, negacionismo, conspiranoia, mentiras... Durante décadas, se ha alimentado a la Bestia", escribió el pasado martes en la red social X el periodista Luis Luis Alfonso Gámez, autor de Magonia, un blog dedicado al análisis crítico de los misterios paranormales en el que el presentador de Horizonte y Cuarto Milenio ocupa un lugar destacado por sus continuas mentiras. El retrato que hace Gámez de Iker Jiménez ayuda a entender la figura de uno de los comunicadores más conocidos de España, pero al mismo tiempo uno de las más polémicos, y a quien  esta semana se le han visto las costuras con sus bulos sobre la DANA.

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Aunque en torno a la DANA han circulado estos días todo tipo de desinformaciones y noticias tóxicas, Iker Jiménez ha difundido la mayor mentira de todas: llegó a decir que en el parking del centro comercial Bonaire, en la localidad de Aldaia, había "muchos cuerpos". La realidad, certificada por los equipos de rescate, es que no había ninguno. A ello hay que sumar que uno de sus colaboradores más cercanos, el agitador ultra Rubén Gisbert, fue cazado el pasado domingo justo antes de entrar en directo arrodillándose para mancharse los pantalones de barro y dar la falsa impresión de que estaba cubierto de fango.

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Tan burda manipulación de la realidad ha puesto por primera vez contra las cuerdas a Iker Jiménez, justo cuando acariciaba las mieles del éxito. Apenas unos días después de que Horizonte se convirtiera en el programa más visto de la noche del domingo 4 de noviembre con su cobertura de la DANA —por encima incluso de Gran Hermano—, el presentador se ha visto obligado a dar explicaciones y a pedir disculpas, algo a lo que no está muy acostumbrado.

Las críticas contra él han sido tan generalizadas como contundentes: periodistas, humoristas y redes sociales le han señalado como el adalid de la desinformación y le han acusado de servir de altavoz a las teorías más absurdas de grupos ultras y fascistas.

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Este pasado jueves, en otra edición de Horizonte, Iker Jiménez lamentó lo ocurrido, pero lo hizo con la boca pequeña. El presentador dijo que la supuesta noticia de los centenares de muertos en el parking de Bonaire fue "un tuit personal que no es Mediaset, no es Horizonte. Error, desde luego, pero es en mi casa, de madrugada, encorajinado, hasta los cojones y pensando que nos estaba engañando". Olvidó decir que Carmen Porter, su esposa y copresentadora del programa, llegó a anunciar en directo la cifra de los 700 muertos casi como si se tratara de una exclusiva del programa.

Iker Jiménez ha vivido esta semana su particular descenso a los infiernos, pero en su caso, igual que ha ocurrido en València con la DANA, llueve sobre mojado. Pero quizás ha sido durante estos días cuando su estrella ha empezado a declinar. En su ya larga trayectoria profesional, ha ido mutando: empezó su carrera como un especialista en fenómenos paranormales, pero se ha convertido en un difusor de bulos que, bajo la excusa de que él simplemente cuenta toda la verdad por muchos que otros la quieran ocultar, da voz a estrambóticos personajes y agitadores de ultraderecha que inventan historias y acusan sin pruebas.

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Esa es la clave del cuestionamiento a Iker Jiménez que se ha producido estos días: él casi siempre ha dejado que sean otros, los colaboradores y los invitados a sus programas, quienes lancen los bulos y las teorías más absurdas sobre cualquier asunto. Sin embargo, con la DANA ha sido él mismo quien se ha situado en primera línea.

Amante de los fenómenos paranormales, de los expedientes X y todo lo relacionado con el misterio, Iker Jiménez empezó desde muy joven a dirigir programas relacionados con estos asuntos. A principios de los años 90 del pasado siglo, cuando apenas tenía 20 años, dirigió y presentó su primer programa, La otra dimensión. Gracias a su talento para proporcionar a lo esotérico y lo fantasioso un barniz informativo, que daba visos de realidad y seriedad a unos contenidos que se movían entre el escepticismo, la fantasía y la imaginación, Iker Jiménez dio el salto a la Cadena Ser, con Milenio 3. Fue el espaldarazo definitivo. No tardó mucho tiempo en pasar a la siguiente pantalla, la televisión: en 2005 estrenó Cuarto Milenio, aún en emisión en Cuatro.

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Durante años se mantuvo en ese registro hasta llegar a convertirse en uno de los referentes en España del misterio, lo esotérico y lo paranormal. Jiménez se convirtió en toda una autoridad en lo que no existe o no se puede explicar: fantasmas, apariciones, extraterrestres, lugares encantados, etcétera.

Sin embargo, a Iker Jiménez el mundo de lo sobrenatural se le quedó pequeño. El pasado mes de octubre lo explicaba en una entrevista: "Yo venía de los años 90, en los que se reían de estos temas. Siempre he hecho sucesos. Nunca tuve dudas, nunca quise ir de lo que no voy, pero tampoco me he quedado solo en ese mundo de lo sobrenatural. La gente se piensa que eso da audiencia, y no es así, la sobrenaturalidad baja la audiencia, pero también te da una audiencia muy fiel. Cuando vinimos a la tele, yo no quería ser el rey del miedo. Quizá después de la pandemia la gente vio en mí un tipo honesto, un tipo que se cree lo que cuenta".

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Como explicaba Jiménez en esa entrevista, la oportunidad para abandonar el terreno de la especulación y pasar al de la información le llegó en 2020 con la pandemia de covid. Ahí nació su segundo programa, Horizonte. En un principio, este era un espacio de divulgación e información. Pero aplicar el mismo criterio y el mismo rigor a un fenómeno paranormal que a un asunto de la actualidad no suele salir bien. Especular y forzar la verdad con las caras de Bélmez no es es lo mismo que informar de la DANA.

Pero Iker Jiménez se considera un periodista, en toda la extensión de la palabra. Sin embargo, casi desde sus inicios Horizonte se convirtió en un programa que, además de apostar por el sensacionalismo más feroz, acogía a personajes sin ningún rigor científico, daba voz a teorías absurdas y conspiranoicas sobre la covid y albergaba a negacionistas de las vacunas.

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Una vez superada la pandemia, Horizonte se ha convertido en un cajón de sastre en el que cualquier asunto es susceptible de ser tratado bajo la perspectiva de "te están ocultando la verdad; solo nosotros te la contamos".

El programa ni siquiera hace un seguimiento exhaustivo de la actualidad; es un espacio abierto a los bulos de toda especie y condición y nutre sus contenidos con lo que más polémica genera en las redes sociales, sobre todo si dan aire a la extrema derecha. Ahí tiene Iker Jiménez su cantera de colaboradores, a cada cual más extraño y más ultra: por su programa han desfilado personajes que defienden el fascismo y el racismo; alguno incluso ha llegado a decir que los palestinos son "basura humana".

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Una de las polémicas más sonadas fue la de Roma Gallardo, otro colaborador habitual de Iker Jiménez que lanzó otro bulo para atacar a la ley trans: aseguró haber ido al registro civil a cambiarse el sexo para ser mujer. "Es muy sencillo. Solo necesitas llevar tu DNI y tener la voluntad, no te piden nada más", explicó en Horizonte de Cuatro. "No te preguntan nada, no te ponen en duda nada", incidió.

Pese a todos estos bulos e intoxicaciones, pese a dar pábulo a todo tipo de especulaciones, pese a su tendencia al alarmismo, Iker Jiménez conserva el respaldo de Mediaset. Los espectadores le respaldan y sus programas están entre los más vistos de Cuatro, con audiencias que rondan el 10%. De hecho, el pasado mes de septiembre renovó su contrato de larga duración con Mediaset, lo que prácticamente le garantiza la inmunidad pese a la convulsa semana que ha vivido.

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