santiago de compostela
Actualizado:Todo iba bien hasta que llegó septiembre. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se enfrentó en julio a unas elecciones autonómicas con todo a su favor. Había cultivado la imagen de buen gestor durante la covid-19, aprovechó la cobertura informativa de la televisión gallega y se erigió como la moderación dentro del PP frente a la convulsa política madrileña y la confrontación, por parte de su partido, contra el Gobierno de PSOE y UP. Sin embargo, el último giro de Pablo Casado –cuando rechazó la moción de censura de Vox y rompió de manera explícita con la oposición de Pedro Sánchez– arrebató el espacio que había ocupado hasta entonces Feijóo en el PP, o al menos, el que insistía en conquistar.
Así llegó Alberto Núñez Feijóo a la Xunta en 2009 y forma parte de lo que le permitió ganar sus primeras elecciones, bajo la presentación de moderación dentro de los populares y de buen gestor, idea que ha construido y afianzado a lo largo de todo el coronavirus en la comunidad con el apoyo de los medios de comunicación públicos y privados de derechas. El discurso de Pablo Casado en el Congreso de los Diputados marcó un antes y un después para el PP, pero también para el grupo en Galicia, que había llegado al clímax el 12 de julio. Hasta antes del verano y durante la primera ola de la pandemia en el Estado, Feijóo alternó el tono moderado y crítico con el Gobierno de Pedro Sánchez, al contrario que sus compañeros de partido en Madrid, y por ello le pidió sosiego al presidente y marcó distancias con polémicas como las de Cayetana Álvarez de Toledo, que no fue a hacer campaña en Galicia para no trastocar su candidatura. Con todo, Feijóo sí se posiciona a favor de Isabel Díaz Ayuso.
Se acabó el verano y cuando aún existía cierta reticencia a denominarla "segunda ola" de covid-19, Feijóo seguía cómodo cargando en sus intervenciones contra el Gobierno de coalición al que acusaba de "tics antidemocráticos" y a la vez, comparando la situación epidemiológica de Galicia con el resto de comunidades, habiéndola vendido además como un destino seguro para el turismo. Las características geográficas gallegas como la dispersión territorial ayudaron a que el virus no penetrase tanto en la autonomía y Feijóo se supo aprovechar de ello para su defensa en la campaña electoral, pero fueron los expertos sanitarios los que desmontaron su argumento, explicando que precisamente esa baja incidencia provocaría una sobreexposición al virus de la población gallega en un futuro próximo. Así fue, y la segunda ola en Galicia ya alcanza ránquines de contagios y fallecidos. Todo ello cogió de improviso al Gobierno autonómico, con un presidente que no cesa al comienzo de sus intervenciones las comparaciones con el resto de autonomías frente a la situación gallega.
De hecho, la semana pasada Sanidade anunció con una antelación de tres horas el cierre de las principales ciudades gallegas, algo que duraría el puente de Todos los Santos –aunque en Galicia el lunes no era festivo– hasta el martes, cuando supuestamente se revisaría y la Xunta notificaría la continuación de las medidas u otras normas nuevas. Sin embargo, nadie de la administración intervino ante los medios ese día. Era cerca de medianoche y no había noticias sobre si estas restricciones continuarían o no durante la semana. Feijóo defendió a capa y espada que los cierres por días tenían sentido, sobre todo los fines de semana, pero finalmente al día siguiente tuvo que rectificar, mantener el cierre de las ciudades y extenderlas a 53 municipios más debido al pico de contagios –más de 10.100– que ya alcanza la comunidad gallega.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidade de Santiago (USC), Antón Losada, explica que estos son los factores clave que originaron que la comunicación por parte del Gobierno gallego haya perdido la fuerza que había ganado hasta antes de los comicios. "Feijóo no comunica tan bien como comunicaba, los acontecimientos (de la pandemia) se están agravando a mayor velocidad de la que todos esperábamos". En cuanto a la política estatal, el profesor remarca que Feijóo quedó "descolocado" cuando Casado cambió su estrategia y tomó el tono institucional que caracterizaba a Feijóo a la hora de marcar oposición. "Casado le robó el papel y Feijóo no acaba de encontrar su espacio". El de la oposición frontal se lo ha llevado Isabel Díaz Ayuso, y es por ello que, a su parecer, "por primera vez, el presidente de la Xunta se empieza a ver un poco superado, tanto desde el punto de vista político como el de la pandemia".
Para la política gallega moderación y Feijóo nunca han ido de la mano. La portavoz del BNG en el Parlamento, Olalla Rodil, sostiene que quien tenga la visión de que Feijóo pertenece al ala moderada del PP es que "desconoce la realidad del país". Añade que "hay mucho desconocimiento" acerca del perfil político de Feijóo. Coincide el secretario xeral del PSdeG-PSOE, Pablo Arangüena, que lo compara con Gallardón, "finge casi tan bien como él", y pone de relieve la estrecha relación del presidente de la Xunta con la prensa de derechas, además de todo el "aparato propagandístico" que le rodea.
Uno de los motivos por los que Feijóo afeó estos últimos días al Gobierno central es ampliar el estado de alarma hasta mayo, y aseguró que se "cargaba" la campaña de Navidad. Es por ello por lo que en la comunidad se han tomado medidas restrictivas que durarán un mes, precisamente para abrir la mano en diciembre. La oposición, sustentada por el BNG y el PSOE, no entienden la "fijación" del líder del PPdeG con el "Nadal", y las nacionalistas en el Parlamento ya han pedido el confinamiento de la comunidad. Ante las peticiones, Feijóo comparecerá el miércoles en el pleno para dar cuentas sobre la gestión de su pandemia , y la oposición seguirá insistiendo para que el presidente saque a la luz el número de rastreadores con los que cuenta la administración, algo que permanece oculto por la Xunta. Galicia está a la cola del Estado en localizar el origen del contagio de su población.
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