Este artículo se publicó hace 4 años.
Protestas en EspañaAgresiones, insultos y amenazas: Vox y PP avivan la confrontación social en las calles
Concentraciones ilegales que no respetan las medidas de seguridad, poniendo en riesgo de contagio a los asistentes, han producido enfrentamientos en las calles por parte de los seguidores de Vox y del PP.
Paula Llorente
Madrid-
Durante el transcurso de estas semanas se han producido graves enfrentamientos en las calles de toda España. Las incitaciones y la tensión provocada por las caceroladas de seguidores de Vox y del PP han podido acabar en incidentes desagradables.
España se encuentra en plena desescalada hacia la nueva normalidad, y en ese contexto, toda la crispación generada por la ultraderecha y la derecha en el Congreso ha acabado cristalizando en las calles, en forma de odio y enfrentamientos durante las protestas de las últimas semanas.
La tensión estos días ha ido en aumento, llegando incluso el acoso hasta las puertas de los domicilios de varios ministros. Concentraciones ilegales que no respetan las medidas de seguridad, poniendo en riesgo de contagio a los asistentes, y sacrificando los esfuerzos que todos los ciudadanos han realizado estos meses con el confinamiento.
El aplauso sanitario de las 20:00h, cada vez más tibio, ha dejado paso a las caceroladas desde balcones y ventanas, y a las protestas, que tienen lugar en torno a las 21.00 horas. Las manifestaciones que comenzaron en la calle Núñez de Balboa, en el distrito madrileño de Salamanca, se han extrapolado al resto del país.
Cacerolada en el barrio de Moratalaz
Uno de los incidentes más graves fue el que se produjo el pasado 21 de mayo, en la Avenida de Moratalaz (Madrid) para reclamar la dimisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez por la gestión de la pandemia del coronavirus. Algunos manifestantes reprocharon a dos jóvenes que no participaban en la protesta que pasaran por allí. Estos abandonaban el lugar tranquilamente cuando les lanzaron varios objetos. Al revolverse fue cuando comenzó una pelea entre unos y otros, en las que uno de los manifestantes acabó con una herida sangrante.
En el vídeo se puede ver como un individuo vestido de rojo que se encontraba en la cacerolada del grupo, rodeado de personas con banderas de España, se lanza a golpear a dos transeúntes y a partir de ahí comienzan los disturbios.
Agresiones a periodistas
La escritora y colaboradora de medios de comunicación, Noelia Adánez, fue agredida con un manotazo en su móvil durante una de estas protestas. La respuesta de los agentes fue culpabilizarla, "si le han dado un manotazo es por algún motivo", reprochó uno de ellos.
Según explicó Adánez, el hombre que le tiró el móvil llevaba una pegatina de STOP Feminazis y, además, la siguió durante la concentración y la amenazó, diciéndole que sabe dónde vive. Pero incluso sabiendo esto los policías optaron por decirle a la denunciante que le quitase importancia a las afirmaciones de este manifestante.
Público pudo grabar la conversación entre Adánez y dos policías que vigilaban Ferraz.
Banderas y motores ruidosos
El trabajo a pie de calle para el periodista de TVE Gabriel López se convirtió el pasado 23 de mayo en una tarea difícil de desempeñar. El reportero, que transmitía desde el centro de Madrid cómo transcurría la marcha por la capital, se perdió entre el inmenso ruido que los manifestantes ocasionaron durante su locución.
Los manifestantes comenzaron a pasar por medio de la cámara con banderas, motores ruidosos y gritos a sus espaldas, pero finalmente el periodista consiguió continuar con su trabajo, a pesar de que en varias ocasiones el espectador no podía escuchar nada de lo que se decía.
Enfrentamientos verbales y cruces de reproches
Otra de las caceroladas donde se protagonizaron escenas de tensión fue en Alcorcón, Madrid. Allí coincidió una manifestación contra el Ejecutivo con una contraprotesta convocada por colectivos antifascistas.
Ambos grupos, la mayoría con mascarillas, se enzarzaron en enfrentamientos verbales, pero la presencia policial evitó mayores incidentes. No obstante, sí se produjeron diversos gritos y cruces de reproches entre ambos. Así, mientras los participantes en la cacerolada pedían la dimisión del Gobierno al grito de "libertad", el otro grupo coreaba eslóganes como "fuera fascistas de nuestros barrios".
Agresiones por la bandera de la II República
Javier Cuesta, músico de profesión, fue agredido en el barrio de Fígares (al sur de Granada capital) por parte de cuatro ultras que antes de darle una paliza, se habían "meado debajo de su balcón" del que colgaba una bandera tricolor de la II República en homenaje a Julio Anguita, histórico líder comunista fallecido recientemente.
"Los responsables de esta situación son los políticos que han permitido crear este escenario público"
Los hechos ocurrieron el sábado 23 de mayo, hacia las nueve y media de la noche, el mismo día en que Vox convocó su manifestación. En el barrio de Fígares, cerca del centro de Granada, se reúnen cada tarde un centenar de personas con banderas españolas, frente a la oficina de Correos.
El músico, de 44 años de edad, concluye que "los responsables de esta situación son los políticos que han permitido crear este escenario público, este ambiente crispado". "Nunca he visto tanto odio en las calles y tantos disparates en las manifestaciones del centro de mi ciudad. No sé sinceramente a dónde vamos a llegar", dice en conversación con Público.
Insultos homófobos y amenazas
Durante otra de las protestas de Vox contra el Gobierno en Barcelona,el pasado 23 de mayo, un grupo de manifestantes profirió insultos homófobos de todo tipo y amenazas a dos hombres que enseñaban una bandera del arcoíris, símbolo de la comunidad gay.
Según publicó la alcaldesa la ciudad, Ada Colau, en Twitter "en Barcelona todo el mundo tiene derecho a manifestarse, incluso unos machirulos desfasados en coches pijos. Lo que no permitiremos en ningún caso es la intolerancia y la homofobia". La edil aseguró que trasladaría los hechos a la Fiscalía por un posible delito de odio.
Finalmente, el episodio no pasó de las ofensas verbales, ya que las personas que proferían los improperios lo hacían desde sus vehículos motorizados. Pero uno de ellos se subió a su propio coche para ultrajar a los jóvenes, y fue esto lo que comenzó a asustar a las víctimas de los insultos.
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