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Sin lucha no hay besos. Sobre el 'tsunami' reaccionario de la juventud

Teresa Rodríguez reflexiona sobre cómo la izquierda actual ha perdido el contacto con la juventud, quedándose anclada en los logros del pasado mientras la ultraderecha canaliza el deseo de cambio. A través de sus alumnas, se da cuenta de que los jóvenes no perciben las luchas históricas por la democracia, los derechos laborales o el feminismo como relevantes para su presente marcado por la precariedad.
Para ellos, la política se ha convertido en un espectáculo vacío, y los movimientos progresistas parecen lejanos y elitistas, sin responder a sus necesidades inmediatas. Ante esta realidad, Rodríguez plantea la necesidad de un cambio de enfoque: en lugar de regañar a los jóvenes, hay que involucrarse activamente en sus luchas.
Propone abandonar el tono paternalista y elitista de ciertos movimientos para volver a la acción directa, fortaleciendo sindicatos, luchando contra la precariedad y defendiendo servicios públicos. La coportavoz de Adelante Andalucía defiende que solo mediante el activismo y la organización real se podrá recuperar la conexión con una juventud que no siente que las batallas del pasado le pertenezcan.
"Toca volver al combate, al megáfono y activismo, porque lo que se gana sin pelea se pierde sin resistencia. Y porque, sin lucha, no hay besos".
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