Este artículo se publicó hace 4 años.
Los arqueólogos de la Iglesia no localizan la basílica cristiana bajo la Mezquita de Córdoba
“No hemos sido capaces de identificarla”, asegura el especialista Raimundo Ortiz después de un riguroso estudio multidisciplinar que ha incluido un rastreo con georradar, prospecciones parciales y la reinterpretación de toda la documentación histórica del monumento.
Aristóteles Moreno
Córdoba-
“No hemos sido capaces de identificar una basílica cristiana bajo la Mezquita de Córdoba”. Así de contundente se expresó el arqueólogo Raimundo Ortiz, en una conferencia pronunciada el martes pasado en Córdoba como anticipo de la próxima publicación de un exhaustivo informe sobre el controvertido subsuelo del monumento omeya. El pronunciamiento del experto tiene considerable relevancia. Raimundo Ortiz no es un especialista cualquiera. Integra un equipo de arqueólogos, arquitectos e ingenieros contratados por el Cabildo catedralicio para radiografiar el conjunto monumental, incluido el yacimiento bajo el oratorio primitivo que es objeto de una ya legendaria polémica desde hace más de siglo y medio.
Según las conclusiones a las que ha llegado el equipo de especialistas tras años de estudio, la Mezquita de Córdoba está asentada sobre un “complejo de edificios interrelacionados entre sí”, cuya autoría atribuyen al poder episcopal. Poco más añadió sobre la naturaleza de esas construcciones. “Hay elementos no identificados, que funcionalmente no sabemos a qué se dedicaban. Por eso, no se puede hablar de la basílica de San Vicente. No hemos podido identificarla. Hay quizás edificios de uso administrativo también”, argumentó.
La nueva interpretación de los restos arqueológicos de la Mezquita tumban el mito de la basílica de San Vicente sostenido durante décadas por la Iglesia católica como argumento de titularidad sobre el solar y continuidad histórica cristiana. Raimundo Ortiz no hizo mención en su conferencia a los famosos mosaicos descubiertos por el arquitecto Félix Hernández en torno a 1930 ni al crismón hallado en varios ladrillos, utilizados durante años como prueba de la iglesia visigoda enterrada.
Pero es evidente que el equipo de expertos desestima claramente esa hipótesis y se inclina por desvincular estos dos elementos de la supuesta basílica. Tampoco concretó en su intervención qué datos arqueológicos les han llevado a deducir que los restos pertenecen a un conjunto de edificios construidos por el obispo. Público se puso en contacto con Raimundo Ortiz para aclarar esas y otras cuestiones, pero el arqueólogo declinó responder y remitió al Cabildo.
Las investigaciones llevadas a cabo por el grupo de especialistas representan un hito en el estudio arqueológico de la Mezquita Catedral de Córdoba. A través de la empresa Arqueobética, para la que trabaja Raimundo Ortiz, se han usado técnicas muy avanzadas de análisis sin precedentes en la historia del conjunto monumental. El equipo ha revisado toda la documentación dejada por Félix Hernández, el arquitecto que más y mejor excavó bajo la Mezquita, y ha ofrecido nuevas interpretaciones sobre sus dibujos, croquis, fotografías y anotaciones.
También se han efectuado prospecciones con georradar bajo el pavimento de la Mezquita primitiva, según informó Raimundo Ortiz. Las ondas electromagnéticas tampoco fueron capaces de localizar la basílica cristiana. Igualmente infructuosas han sido las últimas excavaciones arqueológicas practicadas por este mismo equipo de expertos en el año 2017, con ocasión de la retirada de la celosía del arco número 17 que da al Patio de los Naranjos para permitir el tránsito de pasos de Semana Santa. En la zanja de 1,5 metros de profundidad que se abrió, además de otros elementos, solo se identificaron dos muros del siglo VI-VII vinculados por el arqueólogo al complejo episcopal. Ni rastro de San Vicente.
La teoría de la basílica visigoda se forjó a partir de dos manuscritos árabes tardíos descubiertos en el siglo XIX por el arabista Reinhart Dozy. Los textos aseguraban que Abderramán I levantó la Mezquita de Córdoba sobre la iglesia de San Vicente, que acabó comprando a los cristianos mozárabes. Félix Hernández excavó el subsuelo durante casi 5 años a partir de 1930 y encontró muros de pobre calidad incompatibles, en su opinión, con un edificio religioso de gran porte. La Iglesia, con todo, ha mantenido el mito vivo durante décadas.
Las conclusiones de Arqueobética recuperan, en cierta manera, las impresiones desmitificadoras de Félix Hernández, pero ahora con métodos de análisis significativamente más rigurosos. Raimundo Ortiz y su equipo creen que la supuesta basílica podría estar en otro punto distinto del complejo episcopal, cuyo perímetro desbordaría el solar de la Mezquita primitiva. Eso indicaría que Abderramán I no construyó su templo islámico sobre una iglesia sino encima de edificios de otra naturaleza.
Su hipótesis choca también contra la propuesta del arqueólogo Pedro Marfil, uno de los escasísimos profesionales que ha excavado bajo la Mezquita. El hoy profesor de la Universidad de Córdoba sí identifica los restos encontrados por Félix Hernández como propios de una iglesia cristiana. Marfil conoce los restos del subsuelo de la Mezquita de primera mano porque dirigió hace años las labores de restauración y puesta en valor del famoso mosaico situado a 2,80 metros bajo tierra y visible a través de un cristal para los visitantes. La crátera floreada del mosaico y el crismón de varios ladrillos son la prueba irrefutable, bajo su punto de vista, de que estamos ante una iglesia visigoda.
Para el investigador del CSIC Fernando Arce Sainz, en cambio, que publicó hace dos semanas un artículo sobre la cuestión, ninguna de las dos teorías se sustentan. Como explicó en una entrevista para Público, los crismones no evidencian, en modo alguno, la presencia de una iglesia ni la hipótesis del complejo episcopal está amparada por datos arqueológicos fehacientes.
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