Este artículo se publicó hace 6 años.
MigracionesDe la crisis de los cayucos al récord de pateras: mismas recetas fallidas para un viejo problema
Casi 43.500 personas han llegado a España por mar en embarcaciones precarias en lo que va de año, superando la histórica cifra de 2016, cuando llegaron más de 39.000 personas migrantes, sobre todo a las islas Canarias. Datos que demuestran que la externalización y el control de fronteras sólo tienen efectos a corto plazo mientras imperan la improvisación y la falta de recursos, según los expertos.
Madrid-
El problema se repite doce años después. Entre 2005 y 2006 se desataba la histeria en el país ante una palabra que se coló en los hogares de todos los españoles. “Cayucos”, unos lanchones de madera de fabricación artesanal que llegaban por miles a las costas canarias cargados de personas migrantes procedentes del África subsahariana. Muchos zarpaban desde el área de Nouadhibou, la segunda ciudad más importante de Mauritania, fronteriza con el extremo sur de los territorios del Sáhara Occidental. Otros lo hacían desde Saint Louis, la ciudad costera más al norte de Senegal. Más de 31.500 personas lograron llegar a las islas en las destartaladas embarcaciones que recorrían largas travesías por el Atlántico.
Miles perecieron en el intento, aunque sólo se recuperaron unos pocos cientos de cadáveres. Ése pasó a la historia de la inmigración en España como el año que batió todos los récords de llegadas de migrantes por mar: 39.180, según el Ministerio de Interior. Con mucha diferencia, una cifra nunca vista antes en las costas españolas…hasta este me de octubre.
El dato lo adelantaba la pasada semana el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), que cifraba en poco más de 40.000 los migrantes que habían llegado a España hasta el primero de octubre. Sin embargo, el hito no se ha confirmado hasta que el Ministerio del Interior no ha publicado el recuento quincenal: 43.467 personas migrantes han llegado a las costas españoles en precarias embarcaciones hasta el 15 de octubre. Nunca antes habían llegado tantas personas por vía marítima. Y, sumadas a las 5.202 llegadas a través de las vallas de Ceuta y Melilla, la cifra total de personas que han entrado de manera irregular en el país asciende hasta las 48.669.
Andalucía se ha convertido ahora en el principal puerto de llegada de los migrantes procedentes de África, no sólo de España, sino de Europa, ya que este importante aumento de pateras hacia las costas andaluzas coincide en el tiempo con el drástico descenso de llegadas a Italia y Grecia. Si en 2016 llegaron a Europa casi 400.000 personas, tras el cierre de puertos decretado por el ultraderechista italiano Mateo Salvini y el los acuerdos UE-Turquía para bloquear la ruta de refugiados hacia Grecia, en lo que va de año sólo han llegado a Europa algo más de 108.000 migrantes, según la Organización Internacional para las Migraciones dependiente de la ONU.
Sólo en Italia, el descenso ha sido apabullante. De las más de 181.000 personas que llegaron al país en 2016 usando la ruta Libia-Italia, tras los acuerdos de Salvini y de la Unión Europea con facciones libias y la guerra contra las ONG de rescate en el Mediterráneo, las llegadas han descendido hasta algo menos de 22.000 en lo que va de año.
Consecuencia del cierre de rutas
El aumento de pateras que ponen rumbo a España hay que buscarlo, según Frontex y varios expertos consultados, en el cierre de las rutas del Mediterráneo central y oriental. También en la crisis económica de países como Argelia y Marruecos y en el exilio de muchos jóvenes rifeños, perseguidos en Marruecos por las protestas sociales que estallaron en la región hace dos años. También hay fundadas sospechas de que Marruecos, que se posiciona como socio fundamental de Europa para el control de flujos migratorios, quiere su parte del pastel de fondos europeos que ya han recibido otros países de tránsito y está "levantando la mano" con las pateras que salen de sus costas.
Sin embargo, pese al récord de llegadas, “conviene ser cautos y no alarmistas”, apunta Gonzalo Fanjul, investigador experto en migraciones y miembro de la fundación porCausa, que recuerda que a nivel europeo “estamos muy por detrás de la cifras de 2015, cuando estalló la llamada crisis de los refugiados”. Según Fanjul, incluso en esos años “en los que se hablaba de pura invasión, sólo uno de cada diez inmigrantes que entró irregularmente en Europa lo hizo por estas vías. El resto lo hizo con entradas regulares, con visados y como turistas, en avión, y luego se quedaron”, explica.
“La crisis de los cayucos se solucionó con la externalización de fronteras"
Coincide con él Paloma Favieres, directora de Políticas y Campañas de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). “Estas cifras hay mirarlas en el contexto europeo. ¿Qué son 40.000 personas para el conjunto de población española o de la UE? Nada, tampoco son un elemento perturbador para los servicios públicos españoles”, asegura.
Favieres recuerda que, con la crisis de los cayucos se trasladó el “temor a un desbordamiento que después no fue tal”, que pocas personas de aquellas 39.000 se quedaron en Canarias, pocas también se quedaron en la península y que “no hubo problemas de integración”, por lo que no debería haberlos en la actualidad. No obstante, puntualiza que ha mejorado “muy poco” la “falta de coordinación entre las partes que intervienen en la recepción de estas personas”.
De 2006 a 2018, la experta de CEAR ha detectado importantes cambios en los perfiles que están llegando a España: los migrantes son más jóvenes, se ha disparado el número de menores que viajan solos, ha repuntado con fuerza la emigración marroquí y ha aumentado el número de mujeres que deciden abandonar sus países.
Externalizar, la misma receta
Lo que no ha cambiado, opinan ambos expertos consultados, son las recetas que se implementan en España y en Europa para hacer frente al mayor reto de los últimos años: externalizar el control de las fronteras en terceros países.
“La crisis de los cayucos se solucionó con la externalización de fronteras. Fue el experimento de Zapatero que, después, se ha trasladado a Europa. Ahora, en el Consejo Europeo sólo se habla de buscar socios en países externos para controlar los flujos y de devoluciones a los países de origen o de tránsito”, afirma Favieres.
El presupuesto de Frontex ha pasado de poco 6 millones en 2005 a más de 250 en la actualidad
Con aquellas crisis, la agencia europea de control de fronteras (Frontex), se estrenó en operativos marítimos. España puso en marcha varios “planes África” en los que introducía proyectos de equipamiento, formación y apoyo para el control fronterizo en Mauritania y Senegal, camuflados entre programas de ayuda al desarrollo, además de la repatriación de los migrantes de estos países que estuvieran en territorio español. También, como reveló El País recientemente, los servicios secretos españoles pagaron con fondos reservados a los dueños de los cayucos para que dejaran de lanzar migrantes al mar durante el Gobierno de Zapatero.
En la actualizad, hay varias misiones militares europeas y de seguridad operando en el Mediterráneo para frenar los flujos migratorios, el presupuesto de Frontex ha pasado de poco más de seis millones de euros en 2005 a más de 250 en la actualidad y, desde Bruselas, se habla de ampliar los efectivos en el mar.
Fanjul añade que, además de externalizar, las fronteras se han militarizado bajo la excusa de la “lucha contra las mafias del tráfico de personas” y que también se ha “privatizado” la gestión del control fronterizo, un negocio millonario, como ha documentado porCausa. “Pedro Sánchez está gestionando la coyuntura migratoria de una forma preocupantemente similar a lo que hizo el PP. Se inventó el modelo que se sigue ahora y ni siquiera se plantea realizar ajustes de los que era partidario, como eliminar las devoluciones en caliente”, destaca.
Ese modelo de control fronterizo dio sus frutos a corto plazo. Las llegadas de migrantes irregulares a España cayó a la mitad en 2007 y siguieron descendiendo hasta que la tendencia volvió a cambiar con aumentos ininterrumpidos desde 2013, tímidos al principio, pero marcados desde 2016. “El PP no lo vio venir o no supo cómo gestionar este aumento y siempre se opta por la improvisación y medidas cortoplacistas”, destaca Favieres. “Siempre ha habido falta de coordinación y se mantienen las mismas carencias que en 2006. Falta un sistema eficaz de recepción de personas, de identificación de situaciones vulnerables, como menores y posibles víctimas de trata; faltan asistencia letrada y facilidades para aquellos que quieren solicitar asilo o protección internacional y, sobre todo, faltan plazas en el sistema de acogida”, resume Favieres.
“La cuestión es si, además de controlar fronteras, somos capaces de hacer algo más y ofrecer alternativas legales para migrar, que está demostrado que es el única vía que garantiza controlar los flujos migratorios”, indica Fanjul. “este modelo no resuelve los problemas ni a corto ni a largo plazo. Es un modelo migratorio roto que genera un sufrimiento intolerable para cientos de miles de personas, incluyendo la pérdida de la vida”, argumenta. “Además, es un sistema idiota porque perjudica a todas las partes, ganamos mucho menos de lo que podríamos ganar explorando otras vías, pero esas medidas no están en la agenda política, ni de los gobierno ni de los partidos de la oposición”, zanja el experto de porCausa.
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