Este artículo se publicó hace 4 años.
Crisis climática"Es un momento crucial por la inacción frente a la crisis climática, más incluso que por el ascenso del neofascismo"
La historiadora Jo Guldi apunta como los tres mayores retos securitarios la crisis climática, la desigualdad económica y la falta de gobernanza global en el marco del congreso 'La Era de la (In)Seguridad' organizado por el Common Action Forum.
María Iglesias
Madrid-
La historiadora estadounidense Jo Guldi participó en el debate Amenazas contra los Derechos Humanos en la Era de la (In)Seguridad, organizado por Common Action Forum (CAF), junto al ex magistrado Baltasar Garzón y la concejala de Más Madrid Maysoun Douas y expuso que, como planea su libro Manifiesto por la historia, el pensamiento de largo plazo está en crisis y el cortoplacismo de ciclos electorales es incapaz de afrontar los tres mayores desafíos: el cambio climático y la desigualdad económica –que generan oleadas migratorias– y la falta de gobernanza global. "Temas de seguridad", sentenció.
En la radiografía que hace Guldi hoy, a diferencia del 1945 en que se fundó la ONU, los gobiernos y estados están en crisis frente al alza de tecnología, finanzas y banca. Es un momento histórico crucial, "la tormenta perfecta", alerta Guldi. "Más incluso que por el ascenso del neofascismo, por la inacción frente a la crisis climática".
Algo que, en su opinión resulta de tres tormentas menores: la brecha generacional que hace que quienes no vivirán el desastre se resistan a esforzarse; la brecha norte-sur donde el Primer Mundo explotador de combustibles y fuerza de trabajo del Tercero no impulsa su desarrollo y, por último, la corrupción de instituciones que priman el beneficio económico. "¿Cómo no preservar el bien común cuando la vida depende de ello?", se pregunta.
"¿Cómo no preservar el bien común cuando la vida depende de ello?"
Según Guldi la lista de instituciones corruptas es larga: los partidos y estados, pues se permite que empresas les financien y determinen sus políticas; los bancos centrales en Latinoamérica y Europa “que no siguieron el modelo de la reserva federal americana de proteger empleo y contener inflación”; el sistema de impuestos porque las élites llevan sus fortunas a guaridas fiscales mientras se aplican política austericidas; la educación pública en el mundo desarrollado, financiada por empresas como petroleras “que adoctrinan en el milagro económico del fracking”, y hasta la ciencia climatológica porque “no es generosa compartiendo datos y no ha inventado mecanismos que permitan a ciudadanos controlar el entorno con responsabilidad”.
“¿Acaso el sistema universitario prepara a los estudiantes para la crisis climática, para ser críticos con el Estado o dar respuesta a los refugiados? No”, resuelve esta profesora Asociada en la Southern Methodist University.
La historiadora mira con añoranza el 1974 que ve año culmen de la ONU como protectora de la cultura y el desarrollo mundiales “antes de que cediera peso al banco mundial quien usa a los estados en defensa de los intereses de EEUU y el dólar”. En esos 70 “la ONU contrataba a ingenieros agrónomos para asesorar a pequeños agricultores del mundo en cómo defender sus prácticas agrícolas que, si queremos reducir las emisiones de carbono, no deben ser solo el pasado, sino el futuro”, rememora la autora del ensayo Long Land War (Larga guerra por la tierra).
Perversión del lenguaje
Otra corrupción que ataca los derechos humanos es, para Guldi, lingüística, “pues se habla de "democracia" para justificar ataques y, vía medios de comunicación, el poder nos envuelve en discursos de ‘seguridad’ cuando estamos legando a nuestros hijos una era de anarquía y quizá conflictos si muchos llegan a pensar que este no es un mundo en que merezca la pena vivir, sino luchar”.
Guldi propuso a la asamblea progresista de CAF “crear un diccionario del mal, que desenmascare las palabras corrompidas y restablezca el sentido frente al ruido”.
Motivos de esperanza
Jo Guldi declaró a Público, que no es optimista porque el cambio de mentalidad y discurso necesario “puede tardar sesenta años y, en cambio, en diez ya el desastre climático será irremediable y gran parte de la humanidad morirá”.
Cumbres de la ONU como la de Madrid “se celebran desde 1962 pero jamás afrontan quién detenta la propiedad de tierra y agua y cómo eso genera desplazamientos masivos cuando los derechos humanos tener agua, tierra y aire para subsistir sin huir”. Reivindica el Estado nación, “herramienta creada para evitar la conflictividad y proteger”, las instituciones “útiles frente al caos”, y una gobernanza responsable global “que tras los años 70 no hemos conocido”.
“Si los gobiernos no despiertan y se comprometen no resolveremos los desafíos”, insiste. “Los estados se tienen que adaptar a los mercados, para que haya una economía verde, con energías renovables, sin trabajo infantil”. “Quizá sea una causa perdida de no ser por…” y enumera factores esperanzadores:
Guldi: “Los estados se tienen que adaptar a los mercados, para que haya una economía verde, con energías renovables, sin trabajo infantil”
En primer lugar, la implicación cívica que “frente a la parálisis de EEUU donde seguimos aplicando categorías de la guerra fría” siga el modelo de asambleas civiles creadas en 2016 de Irlanda o foros como CAF para articular unas Naciones Unidas ciudadanas, que extienda una red de reuniones por el planeta.
Y en segundo lugar, las posibilidades democráticas de la gestión de macro-datos (Big Data). Guldi, hija de programadora informática, aprendió a programar con diez años, el instituto lo dejó para volcarse “en materias más exigentes” como las lenguas muertas, la geografía humana, crítica teórica y la deconstrucción y, “tras comprobar que todos aprendieron a programar, pero casi nadie historia y cambios políticos” se licenció en Historia en Trinity College, Cambridge y se doctoró Berkeley, California. Hoy ejerce en la SMU de su Texas natal donde usa, con sus alumnos, el análisis de datos masivos en estudios históricos.
“Ya es técnicamente posible para el activismo democrático monitorizar el trabajo de instituciones públicas y empresas”, manifiesta Jo Guldi, “y comprobar, por el análisis de textos masivos, si un parlamento o ayuntamiento ha avanzado o retrocedido en misoginia, qué oradores participan… La monitorización exhaustiva pendiente podría ser clave contra la corrupción. Aunque ello exigiría una transparencia de los datos bancarios jamás vista”
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