Entrevista a Marina Pares, portavoz del Sindicat d'Habitatge Socialista de Catalunya"No se debe construir más; hay que expropiar pisos vacíos de grandes tenedores y los de uso turístico"
Hablamos con la portavoz del Sindicat d'Habitatge Socialista de Catalunya, a las puertas de la manifestación del 5 de abril que propone "acabar con el negocio de la vivienda".

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Microbióloga de formación, Marina Parés milita en el movimiento por la vivienda desde 2018. Actualmente, es la portavoz del Sindicat d'Habitatge Socialista de Catalunya (SHSC), la entidad que surgió hace menos de un año tras la unificación de varios sindicatos de barrios y municipios del área metropolitana de Barcelona. Su lema es claro: "vivienda gratuita, universal y de calidad", a través de una "reforma" del sistema actual, basado en el capitalismo y la jerarquía de clases.
La entrevistamos en Público, justo antes de la movilización convocada para el 5 de abril, que bajo el lema "Acabemos con el negocio de la vivienda", busca reunir una ola de manifestantes similar a la que se congregó en Barcelona en noviembre. Esta vez, sin embargo, la protesta no se limitará solo a la capital catalana, sino que se extenderá por todo el Estado.
¿Cuáles son los grandes objetivos de la manifestación del próximo 5 de abril que propone "acabar con el negocio de la vivienda"?
Para nosotros, "acabar con el negocio de la vivienda" no es solo un eslogan, sino un principio político. El problema de fondo es que la vivienda se ha convertido en una mercancía; el acceso depende de los ingresos. Hoy en día, la vivienda no es un derecho, que por definición debería ser universal y gratuito. Por eso, creemos que para resolver esta crisis es necesario desmercantilizarla de una vez por todas. Esto implica romper con toda la cadena de valor que existe detrás del mercado inmobiliario e impulsar un proceso político que va más allá de reivindicaciones económicas.
Uno de los objetivos del 5 de abril es hacer pedagogía sobre la situación en la que estamos y cuál es la verdadera solución. Hay dos cosas que quiero destacar: por un lado, se hace una crítica directa a la respuesta que defienden todos los sectores, que es promover un nuevo ciclo de construcción masiva. España es el país que más ha construido en Europa en los últimos años y tiene la ratio de viviendas por persona más alta, aunque hay millones de pisos vacíos. Solo en Catalunya, más de 400.000, además de los 100.000 dedicados a uso turístico.
Los sindicatos de vivienda debemos hacernos masivos, somos la única herramienta para evitar la expulsión de los vecinos
Y, por otro lado, es una protesta para recalcar la importancia de fortalecer los sindicatos de vivienda. Vemos cómo fracasan todas las medidas legislativas y nosotros somos la única herramienta para detener desahucios, negociar renovaciones de contratos y evitar que los vecinos sean expulsados para convertir los pisos en alquiler de temporada. Necesitamos hacernos masivos.
¿No están de acuerdo con la propuesta de construir vivienda pública?
Deberíamos preguntarnos si esta es la estrategia del Govern del PSC o del Gobierno del PSOE, o si en realidad es la de los fondos buitre. Las grandes constructoras que especularon con la vivienda después de la burbuja inmobiliaria y la convirtieron en un lujo, son las mismas que ahora están recibiendo financiación para construir en suelo público cedido, con créditos avalados y tipos de interés casi inexistentes.
Deberíamos preguntarnos si la estrategia de construcción masiva es del Govern o de los fondos buitre
Además, hablan de vivienda asequible, pero ¿qué significa realmente? Si nos fijamos bien, veremos que no se trata de alquileres sociales ajustados a los ingresos de las familias, sino de viviendas de protección oficial, que hoy en día también han subido mucho de precio. Están construyendo pisos que realmente no hacen falta y que la gente sigue sin poder pagar. Lo que promueve Salvador Illa no soluciona nada, solo perpetúa el negocio de la vivienda para los mismos de siempre.
¿Quién convoca la manifestación? ¿Hay diferencias en el planteamiento del SHSC?
Es una convocatoria estatal y participan sectores con enfoques algo diferentes. En Catalunya, por ejemplo, la convocamos todo el movimiento por la vivienda: el Sindicat Socialista, el Sindicat de Llogateres, la Confederació per l'Habitatge y la PAH. También hay otros actores sociales, como la CGT, que es un sindicato laboral combativo. Es muy plural. Aquí sí que hay un consenso bastante grande en criticar las políticas de vivienda y el papel de todos los partidos en la construcción del modelo de vivienda actual.
En Madrid, por otro lado, hay líneas políticas algo diferentes. También la convoca todo el movimiento por la vivienda, pero también participan sindicatos tradicionales, que a veces hacen guarradas a la clase trabajadora. Así que sí, dentro del movimiento por la vivienda hay líneas diferentes, hay disputas, y fuera del movimiento, también.
La movilización del pasado 23 de noviembre en Barcelona fue histórica y masiva. Desde entonces, ¿han percibido avances tangibles a la hora de garantizar el derecho a la vivienda?
En los últimos meses, hemos visto un avance en entender que el acceso a la vivienda es ahora mismo el principal factor de empobrecimiento de la clase trabajadora en España. Es una de las principales preocupaciones sociales, es decir, más allá del conflicto económico, se está generando una crisis social que está haciendo que todo el mundo hable de ello.
La importancia de organizarse es algo que socialmente todavía está poco arraigado
El 23 de noviembre hubo una combinación de factores que hicieron que la movilización fuera masiva, pero sí pensamos que quizás este 5 de abril no se repetirá la misma magnitud. Ojalá me equivoque, pero creemos que hay dos razones. Por un lado, porque aunque este conflicto se mantiene, no hay una cuestión parlamentaria que lo fomente, y, por otro lado, es una movilización centrada en el papel de los sindicatos de vivienda. Nosotros estamos aprovechando toda la agitación previa para explicar cómo estamos organizando bloques verticales, cómo estamos preparando una huelga de alquiler... La importancia de organizarse es algo que socialmente aún está poco arraigado.
El desahucio de Casa Orsola despertó un gran apoyo porque se personificaba en un inquilino; no era tanto un alegato a la lucha sindical.
Ayudó mucho que el perfil de la persona desahuciada fuera un hombre de clase media, un profesor de instituto público en el centro de Barcelona. Mucha gente se podía identificar fácilmente con él. Mientras tanto, tenemos decenas de desahucios en los barrios periféricos del área metropolitana: familias, migrantes, trabajadores... Aquí no hay movilización. Hemos identificado el problema de la vivienda, pero aún cuesta motivar la solidaridad de clase.
También estamos muy acostumbrados a pensar que las cosas cambiarán rápidamente. Se va a hacer una medida, cambiará la situación y ya está. No hay soluciones mágicas para la crisis de la vivienda, no es una cuestión a corto plazo. Tiene menos gancho y es más difícil movilizar a amplios sectores de la población con estos eslóganes.
Hemos identificado el problema de la vivienda, pero todavía cuesta motivar la solidaridad de clase
Más allá del 5 de abril, ¿hay acciones concretas que consideren esenciales para mantener la presión sobre las instituciones y el mercado inmobiliario?
No queremos sostener la movilización solo para presionar a las instituciones. Nuestro interlocutor no son los partidos políticos, no es el Estado, porque precisamente identificamos que son parte del problema. Queremos aprovechar estos momentos de altavoz para hacer pedagogía política a la sociedad, a la clase trabajadora. A través de nuestra acción sindical, queremos fortalecernos y ampliar la base de la entidad para que haya más conflictos organizados, lo que significa tener más poder de negociación con la propiedad o el Estado.
¿Qué motivó el nacimiento del Sindicat d'Habitatge Socialista de Catalunya?
Veníamos de mucha militancia; hemos estado en sindicatos locales desde la primera PAH masiva de 2008, pero especialmente desde 2018. En el día a día, detectamos limitaciones. Nos movilizábamos para que se aprobaran medidas legislativas que mejoraran las condiciones de vida de la clase trabajadora, pero era un ciclo vicioso. Mientras hacíamos este trabajo, aparecían partidos de la izquierda parlamentaria que capitalizaban esas demandas para incluirlas en su programa político. Ganaban rédito electoral defendiendo esas medidas, pero luego se aprobaban recortadas y con lagunas.
Al mismo tiempo, se impulsan medidas menos visibles, como el refuerzo de los protocolos policiales en los desahucios, que han aumentado mucho y han reducido la capacidad de negociación de los sindicatos. Estábamos desmotivados y frustrados. Confiábamos en unas instituciones que son la fuente del problema y que solo buscan medidas paliativas en lugar de atacar el origen. Queremos acabar con el negocio de la vivienda, con todo lo que eso implica políticamente, y por eso debemos construir un muro de contención frente a la asimilación de la lucha por la vivienda que está haciendo la socialdemocracia, porque la desarticula y acaba con el conflicto social, que es el motor para cambiar la situación.
La socialdemocracia desarticula la lucha por la vivienda y el conflicto social, que es el motor para cambiar la situación
Son firmes defensores de la abolición de los alquileres y las hipotecas y la condonación de cualquier deuda inmobiliaria. Este planteamiento no es viable en el sistema actual. ¿Qué proponen, mientras tanto?
Parece que pedimos la luna, pero ahora mismo necesitamos fortalecer el músculo sindical para negociar cosas reales. No hace falta construir más; hay que expropiar todos los pisos vacíos de grandes tenedores y los destinados a uso turístico. Defendemos la expropiación y creemos que hay que eliminar los desahucios. No puede ser que se expulse a las familias de sus casas sin ninguna alternativa digna. Catalunya concentra la mayoría de los desahucios del Estado.
Necesitamos bajadas reales de los precios. Criticamos el tope del alquiler, en vigor desde hace un año, porque solo ha congelado los precios en máximos históricos. En la última década, los alquileres han subido un 80%. Con un 25% de la población en España en riesgo de pobreza, hacen falta medidas urgentes y radicales. Pero ningún partido defiende cambios que rompan con el negocio inmobiliario.
Defendemos la expropiación y creemos que hay que eliminar los desahucios
Mientras tanto, tenemos que formarnos políticamente como clase trabajadora y entender que los avances se ganan con fuerza y conflicto. Es un choque de intereses: nos están chupando la sangre, los ahorros, los salarios, todo, y no tenemos suficiente poder para decir que no. Necesitamos más fuerza para superar este modelo.
El precio de los nuevos alquileres ha caído un 6,4% en Barcelona y un 3,7% en el resto de zonas tensionadas desde la aplicación del tope. A pesar de ser críticos, ¿qué balance hacen de esta medida?
No estamos en contra de las medidas legislativas, pero las rebajas son mínimas. La ley de vivienda estatal tiene muchos agujeros, como el alquiler de temporada, que ha aumentado mucho. Evidentemente, apoyamos cualquier medida que reduzca el precio de la vivienda, pero a menudo sólo se traslada el problema de un sitio a otro. Las reformas legislativas deben cumplir criterios básicos, como ser universalizables. Por ejemplo, el Ayuntamiento ha comprado Casa Orsola por nueve millones de euros. ¿Podrá Collboni hacer lo mismo con las decenas de miles de Casas Orsola en Barcelona? No. Además, el propietario se ha embolsado tres millones.
Por otro lado, muchas medidas son ayudas para pagar el alquiler, que acaban siendo subvenciones públicas directas a los bolsillos de los rentistas, responsables de la crisis. Por lo tanto, cualquier acción debe ir en contra de la ganancia capitalista.
Hecha la ley, hecha la trampa.
A menudo pensamos que, cuando hay una ley, se cumple. Pero eso no siempre es así. Muchos propietarios, a pesar de la existencia de la regulación de los alquileres, siguen subiendo los precios y exigiendo pagos en negro. En muchos casos, ni siquiera se hacen contratos por escrito. Con la gran demanda actual de alquileres, nos vemos obligados a aceptar lo que hay. Es una situación similar a la del mundo laboral, donde a menudo nos la cuelan, pero lo aceptamos porque necesitamos llegar a fin de mes.
En febrero nació la Confederació Sindical d'Habitatge de Catalunya, en el marco del II Congrés d'Habitatge. ¿Qué opinan de esta propuesta de unificación? ¿Creen que es importante crear una estructura común para todas las entidades implicadas en la lucha por el derecho a la vivienda?
El Congreso de Vivienda es el espacio de máxima participación de los sindicatos de vivienda de Catalunya. La Confederació, en cambio, no representa a todo el movimiento, sino que agrupa algunos sindicatos locales que se han unido para tener más capacidad de actuación.
Entiendo, entonces, que el SHSC no se ha adscrito a la Confederació.
No. La Confederació y el Sindicat de Llogateres han firmado un convenio de colaboración, pero este último mantiene su estructura autónoma. Luego estamos nosotros y la PAH. Este febrero también nació la Taula Sindical d'Habitatge, un espacio entre congresos que debe facilitar la unidad necesaria para el día a día, las movilizaciones y la lucha antirrepresiva.
Ha hablado de represión. ¿Podría concretar?
El sindicalismo, más allá del de vivienda, sufre mucha represión. Por ejemplo, hay sindicalistas de la CNT y huelguistas encarcelados o con multas muy elevadas por llevar a cabo acciones sindicales totalmente legítimas. En nuestro caso, se han endurecido los protocolos judiciales y policiales para garantizar los desahucios. Lo que antes se ejecutaba después de nueve o diez intentos, ahora se resuelve enseguida, con cinco o diez furgones de los Mossos. Los últimos días ha habido muchas detenciones, además del impacto de las infiltraciones policiales que se han destapado.
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