La ciudad de Sevilla sale a las calles al son de palmas y castañuelas para celebrar la histórica Feria de Abril, pero su color especial ha quedado desteñido con la sangre del primer equino muerto. Una yegua murió al inicio de los festejos tras caminar a 30 grados durante el inaugural Paseo de Enganches. Comienza así una semana tenebrosa para los equinos, subyugados al mandato de la fusta y la calesa.

"Falta responsabilidad por parte de la administración", han denunciado desde el partido animalista PACMA. "La mayoría de los animales que se usan en la feria son alquilados", por lo que reciben un menor cuidado, según la formación. "Son explotados y tratados como objetos", han añadido en declaraciones a los medios.

El público sevillano asistió consternado a las convulsiones de la yegua el pasado domingo, que falleció sin que nadie pudiera hacer nada. El vídeo ha tenido una gran difusión por redes.

La necropsia atribuye la causa de la muerte a un infarto de miocardio, pero políticos y expertos muestran ciertas sospechas. "Nos sorprende la rapidez con la que se determinó la causa de la muerte", declara a Público Eva Ramos, jurista de PACMA. "Cuando salió la noticia no podía estar hecha la necropsia y un animal en perfectas condiciones no fallece de manera fulminante", añade.

Por este motivo, la formación animalista ha realizado una denuncia "al Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía y la Guardia Civil para investigar las condiciones en las que se encontraba la yegua", informa Ramos.

El presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA), José Enrique Zaldívar, aboga por hacer público el informe de la yegua fallecida para fomentar la opinión ciudadana, según indica a este medio.

178 años de maltrato

El fallecimiento de esta yegua no es un caso aislado. La Feria de Abril se celebra en Sevilla desde 1847 y casi todos los años resuena el perecimiento de algún animal. En 2023 las autoridades registraron hasta tres equinos muertos durante la semana de festejos. Uno enfermo en plena calle y dos más por un incendio en una carpa de caballos.

El año anterior PACMA también denunció la muerte de un caballo en el recinto ferial de la ciudad por el calor y el sobreesfuerzo al que lo sometieron. En 2018, otro equino enfermo falleció después de pasar todo el día tirando de un carruaje y sin comer. También en 2016, uno de estos animales se desplomó y no fue capaz de levantarse.

Los paseos turísticos en carruaje son una actividad muy enraizada en la semana sevillana. "En otras ciudades andaluzas como Málaga no se concede ninguna licencia más desde hace tiempo y rondan la veintena, pero en la capital autonómica son cerca de 100", destaca Ramos a este medio.

"Nos encantaría pedir que se dejen de utilizar animales en estos eventos, pero lo vemos muy complicado", lamenta Zaldívar en declaraciones a este diario. "El caballo forma parte de la Feria de Abril desde hace muchísimos años y cambiarle la idiosincrasia al pueblo sevillano es muy difícil", subraya.

¿Cómo desarraigar una tradición tan antigua?

"No hay ninguna necesidad de utilizar animales para divertirnos", subraya Ramos a Público. "Es una imagen retrógrada y del pasado o, por lo menos, debería serlo". La animalista denuncia que la ley de bienestar animal dejó fuera a los animales de producción, entre los que se incluyen, no solo los dedicados a la agricultura o la ganadería, sino para cualquier actividad lucrativa.

Los de PACMA se reunieron este lunes con el Director General de Derechos de los Animales para que la protección incluyera a los equinos que se utilizan en la Feria de Abril, así como los toros y otras especies que quedan desamparadas por la norma. "Esa ley se ha quedado pequeña. Por supuesto, se puede modificar, pero nos dijeron que por ahora no había ninguna intención de hacerlo", indica la jurista.

Por su parte, Zaldívar aboga por la prevención. "Si estos animales siguen en la feria, que se garantice su bienestar durante los eventos con controles veterinarios exhaustivos", reclama el veterinario. "Se pueden hacer muchas cosas, pero hace falta buena voluntad y que las autoridades sanitarias se preocupen por disminuir los riesgos al mínimo", concluye.