A coruña
Actualizado:El brutal asesinato de Samuel Luiz Muñiz ha desatado la indignación en un país en el que el discurso homófobo de la ultraderecha parece haber normalizado la persecución ideológica e incluso física de las personas por su origen, raza, creencias u orientación sexual.
El secretro del sumario decretado por la jueza que instruye el caso deja muchos interrogantes abiertos sobre cómo ocurrió la salvaje agresión. Y el hecho de que la policía sólo haya detenido a cuatro personas y haya dejado caer que no ve indicios de odio en quienes mataron a patadas y puñetazos a un chaval de 24 años frágil y pacífico, ha desconcertado a la opinión pública.
Público ha intentado aclarar algunas de esas cuestiones atendiendo a la narración del suceso que se desprende de los testimonios de los testigos, de fuentes próximas al caso y de la valoración penal que algunos juristas atribuyen a los hechos.
¿Hubo provocación previa en la agresión?
No, según la versión de la acompañante de Samuel. Su agresor se habría dirigido a él y le habría espetado el primer insulto homófobo: "¡Deja de grabarme o te mato, maricón!". El sólo respondió "Maricón, ¿de qué?". Entonces recibió los primeros dos puñetazos en la cara.
¿Estaba Samuel grabando o fotografiando a su agresor?
No. Según la versión de su acompañante, estaban realizando una viodeollamada que quizá hizo pensar a su agresor que le estaban grabando. Pero no lo estaban haciendo.
¿Conocía Samuel a su agresor?
Según la policía, nada parece indicar que fuera así. Nunca se habían visto y ni siquiera habían coincidido en los locales a los que ambos acudieron esa noche.
¿Alguien auxilió a Samuel?
No durante la agresión múltiple que acabó con su vida. Pero sí inmediatamente después, y parece demostrado que también antes de aquélla. Tras recibir los dos primeros puñetazos, un joven se habría interpuesto entre él y su agresor para evitar que le siguiera propinando golpes.
¿Por qué la amiga de Samuel no estaba con él cuando varias personas empezaron a pegarle?
Tras los dos primeros puñetazos, Samuel quedó conmocionado. El primer joven que lo auxilió se lo llevó del lugar de la primera agresión, pero él advirtió que había perdido su teléfono móvil, que probablemente se le había caído al suelo. Pidió a su amiga que fuera a buscarlo, pero cuando ella volvió, ya había una turba de personas pegándole patadas y puñetazos.
¿Respondió o golpeó Samuel a sus agresores?
No. Las grabaciones muestran que el joven intentó escapar mientras le pegaban a lo largo de casi doscientos metros de calle, hasta que cayó moribundo frente al número 2 de la Avenida de Buenos Aires.
¿Recibió Samuel insultos homófobos mientras lo mataban?
Sí. Los testigos que vieron la agresión coinciden en que sus agresores le gritaban "maricón" mientras le golpeaban.
Si varias cámaras grabaron la agresión, ¿por qué la policía tardó tanto en identificar y detener a los presuntos autores del asesinato?
Es cierto que hay varias grabaciones, tanto de un local de la Avenida de Buenos Aires como de las cámaras de tráfico del Paseo Marítimo de A Coruña, que flanquea esa calle, y de varias personas que registraron los hechos con sus móviles. Pero no todas las imágenes tienen la calidad suficiente ni fueron tomadas desde los ángulos necesarios para poder identificar con claridad a todos los participantes en el linchamiento. La policía afirma que ha tenido que analizarlas cuidadosamente, compararlas unas con otras y y contrastarlas con los testimonios de los testigos para poder identificar a quienes aparecen en ellas. También ha tenido que investigar los registros de los locales de copas aledaños, que, siguiendo las normas de prevención contra el covid-19, anotaron los nombres y los DNI de sus clientes de esa noche.
¿Cuántas personas participaron en la agresión?
Quienes han visto las grabaciones afirman que al menos una docena de personas habrían golpeado o pateado a Samuel en algún momento a lo largo de los casi 200 metros que pudo recorrer mientras se ensañaban con él. Finalmente, habrían quedado entre seis y siete que lo habrían rematado en el suelo.
¿Quiénes son los detenidos?
Son tres varones y una mujer, de entre 25 y 30 años, vecinos de A Coruña y de nacionalidad española. Sus identidades no han trascendido.
¿Por qué no se han hecho más detenciones? ¿Habrá más acusados?
La policía ha interrogado hasta ahora a quice personas, pero a varias de ellas sólo como testigos, sin que se sospeche que pudieran haber participado en el linchamiento. Fuentes cercanas a la investigación indican que ésta debe ser muy precisa a la hora de establecer qué grado exacto de implicación en la muerte de Samuel tuvo cada uno de quienes lo golpearon, y también para distinguir a estos de quienes los jaleaban sin participar físicamente en la agresión, o de quienes siguieron los hechos por la calle. Todo parece indicar que los nuevos interrogatorios a los tres detenidos darán lugar a nuevas detenciones.
¿Por qué hay tan poca información sobre el caso?
La jueza ha decretado el secreto del sumario, lo que indica que ninguna de las partes tiene acceso a su contenido. Es decir, ni a las pruebas -las grabaciones de cámaras y móviles- ni a los testimonios de los acusados ni de los testigos interrogados por la policía y por la propia jueza.
¿Por qué la policía no ve indicios de odio y homofobia en la agresión?
Resulta lo más desconcertante del caso. Primero, porque el primer contacto de Samuel con la primera persona que le agrede consiste precisamente en una amenaza de muerte homófoba - "¡Deja de grabarme o te mato, maricón!"-, que pocos minutos después se lleva trágicamente a la práctica con la participación de los amigos de quien la efectúa. Segundo, porque los testigos afirman que los insultos homófobos siguieron produciéndose mientras a Samuel lo mataban a golpes, y que sólo dejaron de llamarle "maricón" cuando yacía herido de muerte en suelo. Algunas fuentes jurídicas señalan que la policía se estaría limitando a recabar pruenas y testimonios sin forzar ninguna valoración sobre su tipificación penal, que correspondería en exclusiva a la jueza que instruye el sumario. Pero algunos medios han recogido testimonios de fuentes policiales que, asombrosamente, descartarían la motivación homófoba, alegando que la agresión inicial se produjo no por la condición sexual de Samuel, sino por un malentendido con su móvil, y que, dado que no se conocian, los agresores no podían conocer la orientación sexual de la víctima. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo el lunes que la investigación, sin embargo, no ha excluido la hipótesis de un delito de odio.
¿La muerte de Samuel debe ser calificada como homicidio o como asesinato?
El homicidio es el tipo penal que en el Código Penal español define a las acciones con resultado de muerte, y se castiga con penas de diez a quince años de cárcel. Si el homicidio es doloso y se realiza en concurrencia con motivaciones como la alevosía -la intención de cometer un crimen sin ser descubierto- o el ensañamiento -elevar inncesaria e inhumanamente el padecimiento de la víctima-, se considera asesinato. El asesinato, por tanto, no es un delito diferente del homicidio, sino un tipo agravado de éste. A Samuel lo amenazaron con matarlo y poco después lo mataron a golpes, y resulta imposible describir el sufrimiento que debió padecer. Si los jueces consideran que quienes acabaron con su vida tenían la intención de hacerlo, y que le infligieron un sufrimiento inhumano, deberían castigarlos no como homicidas, sino como asesinos. El Código Penal reserva para ellos penas de quince a veinticinco años de prisión.
¿Qué relevancia penal tiene la motivación homófoba en la tipificación de un asesinato?
El delito de odio está descrito en el artículo 510 del Código Penal, que castiga con penas de uno a cuatro años a quienes fomenten o inciten al odio o la violencia por motivos racistas, ideológicos, de religión, creencias, origen u orientación sexual, entre otros. Pero no existe como agravante del tipo penal del asesinato. El hecho de que la muerte de Samuel se produjera por motivaciones homófobas no agravaría por tanto las penas por su asesinato, sino que constituiría, si los jueces así lo consideran, un delito añadido tanto para sus asesinos como para quienes los alentaron.
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