zaragoza
Ya son medio centenar. El recuento provisional de los cachorros de oso nacidos este año en el Pirineo apunta a que desde la pasada primavera al menos diez nuevos ejemplares se han unido a los 40 que ya poblaban la cordillera, según explicaron fuentes del Departament de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat de Catalunya.
La cifra, que incluye a los oseznos de ambos lados de las montañas, hay que tomarla, no obstante, como provisional a la espera de que los análisis biológicos y los seguimientos de los técnicos confirmen tanto el número efectivo de crías como de qué hembra y de qué macho desciende cada uno de ellos. El dato oficial, que podría superar la decena de nuevos ejemplares, se conocerá a principios del año que viene.
Mientras tanto, la reintroducción de los osos en el Pirineo, y también la presencia de los lobos aunque en menor medida, continúa provocando las protestas de los ganaderos de la montaña, que no dejan de denunciar ataques, tanto a rebaños como a panales de abejas, atribuidos en su mayoría a Goiat, un joven macho de origen esloveno, como el grueso de los animales liberados a lo largo de más de dos décadas en el programa PyrosLife que impulsan el Gobierno francés y la Generalitat catalana.
“¿Cuántos osos se pueden albergar en el Pirineo sin que peligre la “convivencia sostenible” con la ganadería? ¿Qué haremos con los osos que empiecen a sobrar cuando lleguemos a esa cifra?” plantea Joaquín Solanilla, secretario general de la organización agraria Uaga en Huesca, que denuncia “el desasosiego que nos produce la presencia de grandes carnívoros en las proximidades de nuestras explotaciones”.
“La desaparición de los osos del Pirineo no va a solucionar los problemas que padece la ganadería extensiva, pero sí los va a mitigar, y será un motivo menos para abandonar esta actividad”, añade.
La UE propone pagar hasta los perros
La reintroducción del oso ha provocado también las quejas de los gobiernos autonómicos de Navarra y de Aragón y ha llevado a este último a reclamar la “extracción” de Goiat para devolverlo a la reserva eslovena de la que procede, algo que, al menos por ahora, no entra en los planes de los responsables del programa.
Sin embargo, la posición de la UE, que es quien está financiando la reintroducción dentro de sus actuaciones de mejora de la biodiversidad, es firme en cuanto a la protección de los grandes carnívoros. Es, de hecho, innegociable, tal y como indican los comisarios de Agricultura y Desarrollo Rural y de Medio Ambiente, Paul Hogan y Karmenu Vella, en una carta remitida a las comunidades autónomas afectadas.
“Lograr la coexistencia con los grandes carnívoros en la UE es un objetivo común” cuyo “marco de referencia” rechazan modificar tanto la Comisión como el Europarlamento y los estados miembros, señalan, pese a ser conscientes del cambio que supone el regreso de especies como el lobo y el oso, “especialmente en áreas de las que ha estado ausente durante décadas y en zonas rurales donde la ganadería extensiva es una forma de vida”.
Y, en este sentido, animan a las autoridades locales a impulsar planes de conservación y a solicitar financiación comunitaria para llevarlos a cabo, ya que desde noviembre la comisión asume en “las zonas con presencia de los grandes carnívoros” el reintegro de los gastos de adaptación, compra de perros de guarda incluida, y de los servicios veterinarios e incluso, además de las indemnizaciones por las reses muertas, de “los relacionados con la búsqueda de animales desaparecidos”.
“Una significativa financiación está disponible para este fin a través de los programas de desarrollo rural” y del Life, añaden los comisarios, que contemplan cubrir “el 100%” de las medidas preventivas e inversiones de los agricultores, incluida la compra de perros de guarda y su mantenimiento.
Unos piden dinero a Europa y otros no
Esas ayudas se piden a través de los llamados Marcos de Actuación Prioritaria (MAP), actualmente en periodo de revisión en Bruselas y en los que, entre otras medidas, cada comunidad solicita los fondos que considera necesarios para financiar los planes de adaptación de la ganadería para convivir con los grandes carnívoros y para paliar los daños que estos causan. Sin embargo, no todas las comunidades utilizan esta herramienta de la misma manera.
El Gobierno de Aragón, el más beligerante de la cordillera con la reintroducción del oso, y en cuyo territorio se ha detectado la presencia del lobo hace más de un año, ha pedido cero euros para este objetivo. De hecho, términos como “oso pardo” y como “lobo” ni siquiera aparecen en el documento enviado a la Comisión Europea, mientras que el apartado de “Prevención, mitigación o compensación de los daños ocasionados por las especies protegidas” aparece en blanco.
Sus vecinos han optado por otra vía. Catalunya, que ahora desarrolla un plan quinquenal para “consolidar el futuro del oso pardo en los Pirineos en un marco de diálogo y colaboración” dotado con 2,2 millones (1,65, de la UE) y que trata su presencia como un factor de dinamización de las áreas en las que vive, solicita a Europa 400.000 euros anuales para “compensación de daños a la ganadería y apicultura” causados por esas especies.
Y Navarra, que considera “necesario el mantenimiento de las compensaciones por daños y sobrecostes derivados de la presencia del oso pardo en determinados bosques”, ha presupuestado en 9.950 euros anuales un plan para instalar “boquetes de especies productoras de frutos carnosos (manzanos, espinos, serbales, cerezos, endrinos, etcétera) en enclaves adecuados” para esa especie con el fin de que, al comerlos, reduzca la apetencia de carne y, en consecuencia, los ataques a rebaños y colmenas. También calcula que necesitará 60.000 euros al año para “indemnizar los daños provocados por ataques de fauna silvestre de interés comunitario”.
Otras, como Asturias, necesitan 400.000 euros al año para financiar actuaciones de reforestación con las que “fomentar la conexión entre zonas que alberguen hábitats y poblaciones de especies afectados por fragmentación” como el oso pardo y el urogallo cantábrico, mientras Castilla y León anota 36.926 para la “entrega de perros a ganaderos en régimen extensivo”, 147.705 para “instalación de vallados y cerramientos” y 184.361 para la “compensación de daños causados por el oso”, a lo que se añaden otros 827.000 para compensar las pérdidas que genera el lobo e implementar medidas de convivencia con él.
“La medida de protección esencial es el mastín”
La organización ecologista WWF desarrolla un programa de fomento de la coexistencia entre la ganadería y los grandes carnívoros en 16 de los países comunitarios en los que estos están presentes. “La convivencia es posible donde se trabaja en ella, pero ¿qué pasa en el Pirineo? Pues que no se ha trabajado”, explica Blanca Berzosa, técnico de la entidad, para quien “no tiene sentido reclamar la eliminación del oso o el lobo. Lo que deben hacer los ganaderos es pedir que se activen esas ayudas”.
WWF está interviniendo con los ganadero en la convivencia con el lobo en una zona de la que nunca desapareció, en Zamora, y en otra a la que ha regresado en Guadalajara, Ávila y el norte de Madrid. “Estamos poniendo en valor lo que hacen los ganaderos, las soluciones para los problemas siempre salen de ellos”, señala Berzosa, mediante sesiones informativas e intercambios.
“El mastín, que protege también contra los ladrones y contra los perros asilvestrados, es la medida de protección esencial para los rebaños frente al oso y al lobo”, junto con el encierro nocturno del ganado con un pastor eléctrico, indica.
“No es una raza sino una posición en el rebaño”
Cando el ganadero castellano habla del mastín no se refiere al MEOF (acrónimo de Mastín Oficial Español). “No es una raza sino una posición dentro del rebaño, prefieren perros que desciendan de otros que hayan estado con el ganado. Lo importante es que hayan convivido desde pequeños con las ovejas o las vacas, que se identifiquen con ellas y las defiendan”, anota Berzosa, que explica que el programa incluye “poner en contacto a ganaderos cuyos perros han tenido crías con otros que las necesitan”.
En cualquier caso, la UE financia la adquisición de distintas razas en cada territorio en función de su adaptación a esas tareas.
No obstante, el uso del mastín como perro de guarda tiene algunos obstáculos. Uno se encuentra en el hecho de carecer de una catalogación especial como perro de trabajo, similar a la de los perros-guía que utilizan los invidentes como apoyo en sus desplazamientos, lo que, sobre el papel, obliga a llevarlos atados y con bozal. “Lo han planteado los ganaderos y estamos trabajando en plantear una excepción”, indica Berzosa.
El otro se encuentra en el desconocimiento que los urbanitas suelen tener sobre el manejo del ganado en el monte. “Nos hemos encontrado en varias ocasiones con que grupos de animalistas se habían llevado el mastín para entregarlo a una protectora al creer que era un perro abandonado”, recuerda.
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