Rosa Baños, psicóloga: "España es el país que más ansiolíticos toma y esa no es la solución"
Doctora en Psicología, Rosa Baños atiende a 'Público' y analiza la salud mental española y la necesaria intervención de políticas para encontrar soluciones de carácter general.
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madrid, Actualizado:
Cada vez son más las voces que discrepan públicamente sobre el enfoque actual de la salud mental. No todo es ir al psicólogo y la solución no pasa siempre por estar medicalizados. Si la raíz del problema común son las condiciones laborales, por lo que la solución pasa por medidas políticas. Poco puede hacer un psicólogo si el culpable de tu estrés es tu sueldo y tu incapacidad para pagar el alquiler.
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Esta es la lectura que también extrae Rosa Baños, doctora en Psicología, Psicóloga Especialista en Psicología Clínica y Catedrática de Psicopatología por la Universitat de València. "Hay estudios que dicen que por cada euro invertido en salud mental retornan cuatrocientos", concluye entre muchas cosas durante su entrevista en Público.
Dice que con este modelo actual sobre la salud mental no puede seguir así. ¿A qué se refiere?
Hay una diversidad tal en conflictos de salud mental que no hay manera de abordarlos con el actual modelo. Es un modelo muy orientado a la enfermedad, no a la prevención y desde luego no a la promoción de salud. No todo son problemas de trastornos mentales. Por ejemplo hay personas con las que habría que promover distintas pautas de vida y alimentación. Si triplicáramos el número de psicólogos apenas llegaríamos al mínimo que recomienda la comunidad europea y eso tampoco es la solución. Imagina que quintuplicáramos la contratacion de psicólogos... Los problemas de salud mental son muy variados.
Necesitamos personas especializadas en diferentes problemas que estén bien distribuidos geográficamente. Muchas veces, la persona ni siquiera piensa que su problema tenga solución. Hay tan escasa educación sobre salud mental... El ejemplo es el del los dentistas: a la gente antes se le caían los dientes y se veía como algo normal. No había conocimiento sobre salud bucodental.
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La legislaciones en torno a la salud mental es tremendamente rígida. Si tienes una depresión o un problema de ansiedad te van a dar una baja completa. Pero a lo mejor no te viene bien y necesitas quitarte una serie de responsabilidades o reducir jornada. Te dicen "vete dos meses y vuelve", cuando el propio contexto laboral debería ser una fuente de reinsercción y tratamiento.
El libro 'Sedados', de James Davies, concluía que algo falla cuando "estar bien" significa en realidad que estás disponible para volver a trabajar y ser productivo.
Claro, pero no es eso solo. Hay que repensar muchas cosas, no solo la parte de dar tratamiento. Además, siempre pensamos en tratamientos a medio-largo plazo para cualquier cosa, cuando resulta que podemos hacer muchas intervenciones psicosociales breves que no actúan específicamente para un trastorno en concreto, sino que actúan para mecanismos que ayudan a prevenir el trastorno o a no agravarlo. Son intervenciones breves y cortas y no necesitas un psiquiatra, lo puede hacer un enfermero o un trabajador social.
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No podemos entender el trabajo únicamente como una fuente de estresores, es un pilar fundamental: es donde sociabilizamos y contribuimos al grupo, es donde nos sentimos dignos... es una fuente de bienestar. Tenemos que cambiar eso para que todo esto ocurra.
Usted apunta también a que hay tratamiento para casi todos, pero solo llegan al 60% de las personas.
Y lo más grave es que muchos no son los adecuados para ellos. Hay muchas personas que están recibiendo tratamiento y no es el adecuado para ellos. O no son basados en la evidencia o no se imparten en el momento adecuado, y eso es muy grave.
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Un tratamiento se mide por tres cuestiones: eficacia, que realmente te ayuda a mejorar la calidad de vida; eficiencia, que además es adecuado para ti; y luego está el coste-efectividad: quiere decir que sin rebajar ni un mínimo la eficacia y la eficiencia, lo consigues hacer de la manera más sostenible, no diría barato.
Pensamos en los tratamientos psicólogos como estancos y que se aplican del mismo modo, pero ni todos somos iguales, ni todos los profesionales son iguales, ni todos los problemas son iguales. Hay que contexualizar qué intervención para qué persona en qué momento y con qué dosis.
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¿Teme que la psicología se convierta en el contendor de todos los problemas?
Eso nace de pensar que la salud mental es tú problema, pero es un problema de salud pública. Si yo quiero realmente abordar un problema no puede ser solo con que tú tengas un psicólogo. Necesito políticas sociales, necesito cambios laborales, necesito cambios a nivel de valores culturales... Necesitas todo eso. Muchas veces los problemas de psicólogo son de trabajador social. Puedo ayudar a la persona, pero si determinadas cosas del contexto no cambian es echar agua en un agujero de arena.
Hay estudios que dicen que por cada euro invertido en salud mental retornan 400. Imagínate que tienes una hija adolescente y tiene un problema de conducta: te avisan desde el colegio, dejas tu trabajo, vas para allá, vuelves al trabajo y no estás bien... La repercusión que tiene es brutal. No es que tu hija no vaya al colegio, es que tú no trabajas bien, la maestra ha interrumpido el colegio y se han desplazado profesionales. Todo eso es lo que cuesta un problema de salud mental.
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Durante la pandemia, la población joven la ha sufrido con mucha dureza. ¿Es preocupante a nivel generacional? ¿Saldrán del bache o quedarán secuelas?
Tengo una mirada optismista. Siempre esperé que la salud mental estuviera visibilizada como se debe. Por ejemplo, en los medios antes no se hablaba de suicidios. Si quieres afrontar un problema, el primer paso es reconocerlo. Los jóvenes son un agente impulsor de la salud mental tremendamente positivo. Viven el problema, pero son parte de la solución. Quiero que se tomen medidas y se repiense el sistema contando con todos. No quiero un sistema farmacologizado de la salud mental, somos el país que más ansiolíticos toma y el uso de psicofármacos está disparado y esa no es la solución.
A los jóvenes que sufren de salud mental tras la pandemia muchos los han llamado "la generación perdida". Toda situación negativa no tiene por qué dejar secuelas. Afortunadamente, las personas somos tremendamente resilientes. Las cifras están retornando a antes de la pandemia, pero ya eran muy altas. La pandemia la recordaremos como una época no muy buena, pero los adolescentes superarán esta etapa. Y en medida que el sistema les dé recursos, lo harán creciendo más aún.