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Los sudaneses que sobrevivieron al salto en Melilla: "Marruecos nos ha matado y nos ha dejado morir"

Confinados en el CETI de la ciudad, varios migrantes critican la brutalidad marroquí y niegan que estén dirigidos por ninguna mafia, como afirma el Gobierno español. "Llevaban dos días atacándonos en los montes. Decidimos saltar la valla", aseguran.

Tres de los migrantes que lograron cruzar a Melilla el pasado viernes, visto por una rendija en el Centro de Estancia Temporal para Migrantes (CETI), donde están en en cuarentena.
Tres de los migrantes que lograron cruzar a Melilla el pasado viernes, visto por una rendija en el Centro de Estancia Temporal para Migrantes (CETI), donde están en en cuarentena. Jairo Vargas

"Los marroquíes no solo han matado a los nuestros, también les han dejado morir. Es como si fuera una venganza por algo que desconocemos", asevera Nasreddin Kenu. Para escuchar lo este joven tiene que decir hay que pegar la oreja a una rendija o al hueco de una cerradura. Hay que guiñar un ojo para poder verle apenas la mitad del cuerpo y comprobar que el que habla va en una silla de ruedas. "Tengo los pies quemados, no puedo sostenerme", explica. Durante el salto a la valla de Melilla del pasado viernes recibió varios impactos de pelotas de goma, pero no está claro cómo se hizo las quemaduras, "tiene que ser de los gases lacrimógenos", dice en el dialecto del árabe que se habla en Sudán.

Desde allí ha llegado a Melilla, más de 4.000 kilómetros que le han llevado cuatro años y cuatro países: Chad, Libia, Argelia y Marruecos. "Pero en ningún país estamos seguros, en todos nos sentimos víctimas. Escapamos de la guerra, sentimos lo mismo que cualquier persona", dice.

Pero no todas las guerras importan tanto en esta parte del mundo. Ellos no son ucranianos, eso salta a la vista. Nasrredin se fue de casa siendo un niño, con 15 años, y ha llegado a Europa con 19. Todo han sido dificultades desde entonces. "Casi todos los sudaneses venimos caminando gran parte de la ruta. Pocas veces tenemos dinero para ir en un coche", sentencia el joven. "¿Mafias? Las mayores mafias que hay en Marruecos son el Gobierno y la policía. En los montes de Nador nadie puede pagar a una mafia. Nos organizamos nosotros mismos para saltar", contrapone.

Nasreddin Kenu, sudanés de 19 años, herido durante el salto a la valla de Melilla del pasado viernes, en el que murieron 23 personas, según Marruecos.
Nasreddin Kenu, sudanés de 19 años, herido durante el salto a la valla de Melilla del pasado viernes, en el que murieron 23 personas, según Marruecos. Jairo Vargas

En nada se parece el relato del Gobierno sobre la tragedia en la valla al de los propios supervivientes. Ni en el contenido ni en las formas. Uno habla desde una sala de prensa del Palacio de la Moncloa para que se escuche en cada casa y también en los despachos de Bruselas. "Asalto organizado y violento", "bien resuelto". Los migrantes que lograron saltar la verja solo pueden hacerlo a través de una apertura de apenas dos centímetros entre los paneles de plástico opacado que los aíslan en el CETI de Melilla, a donde lograron llegar 133. Dicen las autoridades que están en cuarentena por coronavirus, aunque ya no hay normas sanitarias que amparen este confinamiento de quienes acababan de esquivar la muerte.

Este miércoles, en principio, podrán salir del aislamiento, pero hay más de mil personas que siguen en Marruecos, sin derecho a pedir una protección internacional a la que es más que probable que tengan derecho, inciden desde el Servicio Jesuita al Migrante, que llevan la representación letrada de varios de ellos. Tampoco será interrogados por la Fiscalía en el marco de la investigación de oficio anunciada este miércoles sobre las 23 muertes que Marruecos ha reconocido oficialmente.

65 migrantes procesados en Nador

Junto a Nasreddin, Mohamed Luguga, otro sudanés de 20 años, relata la angustia que lo envuelve desde hace cuatro días. "Estamos aquí encerrados, aislados de todo y sin información. No sabemos quién está vivo, quién está muerto, quién está herido, quién detenido en Marruecos, a quiénes han traslado a otras partes del país. No sabemos nada de nuestros amigos", sostiene.

Según la información oficial, que no es demasiada, más de 900 personas fueron detenidas el viernes y desplazadas forzosamente a cientos de kilómetros de la frontera con Melilla, una cifra que ha aumentado a 1.300 este martes. 65 migrantes han sido procesados judicialmente por diferentes cargos; 35 de ellos serán juzgado el 13 de julio por el Tribunal de Apelación de Nador por cargos como tráfico de seres humanos, secuestro de un agente marroquí para usarlo como rehén, incendiar los montes, violencia e injurias contra la policía.

Los llaman "atacantes" mientras la diplomacia marroquí apunta a Argelia como instigador de este último intento de salto, aunque la mayoría, aseguran los propios migrantes, lleva meses en Marruecos esperando su oportunidad de cruzar. "Lo gendarmes llevaban dos días atacándonos en los montes de Nador, ¿qué otra cosa podíamos hacer?", lamenta Nasreddin.

"Querían que nos fuéramos, pero no te dicen a dónde. Si te están atacando y estás al lado de la valla está claro que intentaríamos saltar", apostilla Nasreddin. Y lo hicieron alrededor de 2.000, con palos y garfios para trepar. "No son armas, lo usamos para escalar la valla. No somos terroristas, somos gente que huye de una guerra", apuntala.

Mohamed asegura que no es capaz de dormir, a pesar de que ahora al menos tiene un catre en el que echarse. "Llevo once meses en Marruecos. Allí dormimos en cartones en las calles. Los últimos diez días estuve en el Gurugú", apunta, uno de los montes que corona la ciudad marroquí de Nador, a 20 kilómetros de Melilla. Cuando reúnen las fuerzas para intentar cruzar la valla van hacia los montes cercanos a las únicas dos ciudades europeas en el continente africano. Él lo ha intento ocho veces, casi todas en Ceuta, y lo ha logrado el día en el que la violencia por parte de las fuerzas de seguridad ha sido más desproporcionada. O al menos la vez que han trascendido las imágenes de lo que ellos definen como una masacre.  "No hace falta que demos testimonio de los que pasó. Está todo grabado en vídeo. Cuando salté la valla pude mirar atrás un momento. Solo había cuerpos en el suelo, gente herida, manchas de sangre y humo de gases lacrimógenos", enfatiza.

La valla de Melilla en la zona del Bario Chino, por donde intentaron saltar 450 personas el pasado viernes y el punto más débil del perímetro por su mayor antigüedad
La valla de Melilla en la zona del Bario Chino, por donde intentaron saltar 450 personas el pasado viernes y el punto más débil del perímetro por su mayor antigüedad. Jairo Vargas

También denuncia que los gendarmes marroquíes no dejaron que los miembros de una organización humanitaria atendieran a los heridos que se apilaron durante horas justo al otro lado de las verjas del Barrio Chino de Melilla, y los agentes españoles también cargaron contra ellos. Hoy solo quedan los girones de algunas prendas enganchadas en las concertinas que coronan la alambrada alauí en este punto, el más débil de la valla, según reconoce el Ministerio del Interior español, que aún no ha instalado los nuevos medios antitrepa con los que ha renovado el resto del perímetro.

Desviados por el bloqueo Libio

La situación de los migrantes que cruzaron el viernes era desesperada, pero desde hacía ya demasiado tiempo. La mayoría era de Sudán, aunque también los había de Chad, Sudán del Sur, Níger o Eritrea. No son nacionalidades habituales entre los que intentan llegar a la parte de Europa que no está en Europa. Es camino de los más pobres o de los derrotados una y mil veces, los que no tienen dinero para embarcarse en una patera hacia o los que ya lo intentaron, lo gastaron todo y fueron interceptados en el mar y devueltos al punto de partida. Todos han pasado por Libia, el principal trampolín de las pateras hacia Italia en el Mediterráneo, un agujero negro de detenciones, extorsiones, torturas y esclavitud bien documentado desde hace años.

Desde 2018, la Unión Europea e Italia se han afanado en adiestrar y dotar de fondos a los guardacostas libios para frenar las pateras que, en muchos casos, fletan los mismos que las interceptan en el mar. Unos 32.500 migrantes fueron devueltos a Libia solo 2021. A los que hay que sumar otros 50.500 entre 2017 y 2020, según la Organización Internacional para la Migraciones (OIM). En lo que va de año, los guardacostas libios han devuelto a más de 9.000 personas, y varias organizaciones ya han alertado de que es prácticamente imposible salir del país para miles de personas. Tras años de bloqueo en uno de los países más hostiles para los migrantes, atravesar Argelia y llegar al norte de Marruecos es la única vía de escape para muchos.

Uno de ellos en Ousman Jadedi, también sudanés. Lleva en CETI de Melilla desde marzo, cuando logró saltar la valla junto a otras 500 personas. Tiene 21 años y no pierde la sonrisa, salvo cuando se le pregunta qué le ocurrió en Libia. "Allí han muerto tres amigos míos. A uno lo mató una milicia en un centro de detención, a otro le dispararon en una redada y el otro se ahogó en el mar", resume. Quiere pasar rápido esta parte de la historia, pero fueron casi dos años y cinco intentos fallidos de llegar a Italia por mar. "Trabajaba mucho, me explotaban, pero podía ahorrar los 3.000 dinares (unos 600 euros) que costaba una plaza en una barca", dice.

Ousman Jadedi, sudanés de 21 años, lleva en el CETI de Melilla desde marzo, cuando logró saltar la valla junto a otras 500 personas.
Ousman Jadedi, sudanés de 21 años, lleva en el CETI de Melilla desde marzo, cuando logró saltar la valla junto a otras 500 personas.

Un día, cuando caminaba junto a cinco compañeros, unos hombres armados les pusieron "una pistola en la cara" y los encerraron en un centro de detención. "Me pedían dinero para dejarme ir, pero yo no lo tenía", dice. "Si no les pagas te pegan, te torturan cada día. Yo estuve un mes, hasta que pude escapar", recuerda. Fue la gota que colmó el vaso, el día que la aventura libia había terminado para él. "Piensas que será más fácil en otro lugar, pero cuando llegué a Marruecos me di cuenta de que es parecido en todos los sitios", afirma. Ahora al menos puede vivir tranquilo, "después de Libia, Túnez, Argelia y Marruecos, estar en este CETI no está nada mal", bromea.

Ha pedido protección internacional y cree que se la van a conceder, como a la mayoría de los que llegan de Sudán. Pero Ousman no puede solo puede pensar que, junto a él lo intentaron otros cientos que la mitad fue frenado por las vallas, las porras de los antidisturbios españoles y las pedradas de los gendarmes marroquíes. Solo hay premio si superas toda esa barbarie. Un premio que en realidad es un derecho que a al menos 23 personas le ha costado la vida

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