Entrevista a Silvia Intxaurrondo"En una televisión pública se trabaja para el espectador, no para el poder"
La presentadora de TVE habla con 'Público' tras estrenarse como novelista con 'Solas en el silencio'.

Madrid-
Silvia Intxaurrondo (Vizcaya, 1979) convive con intensos madrugones; también con vetos y ataques en redes sociales. La periodista lleva desde 2021 al frente de La hora de la 1, un programa que se ha colocado líder en su franja horaria.
Esta etapa en la televisión pública le ha generado el veto del Partido Popular y los ataques de la derecha a través de redes sociales. Incluso ha sido protagonista de discusiones en el Congreso de los Diputados. Y el tiempo que le queda, la presentadora de TVE ha publicado su primera novela, Solas en el silencio (editorial Harper Collins),
Toda una vida dedicada al periodismo y de pronto puedes afrontar un proyecto más allá del día a día. Un año y dos meses de escritura.
En el periodismo tienes que contar con honradez lo que sucede, pero aquí puedes afrontarlo de la manera que quieras. Puedes meter prejuicios, hilar presente y pasado, puedes ser violento, injusto, romper el corazón a alguien... Te permite que los personajes experimenten y eso es muy bonito.
Es una de las tesis de su novela. ¿El silencio te hace cómplice?
Sí. El silencio es cómplice y niega lo que está pasando. Lo entierra dentro de un manto oscuro que hace que la violencia que sufren las mujeres de la novela quede apartada. No existe porque no se nombra.
¿Y el silencio no está ligado también al miedo?
En este caso, el silencio es un silencio proactivo. Puede venir provocado por el miedo o la incertidumbre, por la incertidumbre de los vecinos si denunciaran lo que ocurre. Pero sea lo que sea, lo cierto es que en Solas en el silencio, el silencio encubre. El lector tiene la sensación de que es más fácil apartar la mirada. Es un silencio cómodo para el que lo mantiene y asfixiante para la víctima.
Casi parece que defines la complicidad como la definiríamos en el periodismo.
Bueno, todo aquel que contribuya a silenciar proactivamente un crimen que tenemos delante de los ojos es cómplice.
¿Cómo te llevas con la sobreexposición mediática a la que estás sometida?
He aprendido a vivir con ella. Al principio me sorprendía, pero ahora dentro de esta sobreexposición me quedo con las críticas constructivas. Muchas veces nos quedamos solo con lo negativo y con lo que vociferan en las redes, pero me ha llegado un público que me llena de cariño por las calles, que me dan dos besos y me dicen que soy su compañía por las mañanas. Desgraciadamente, tendemos a hablar solo de lo negativo, pero resulta anecdótico.
Desde hace un tiempo se ha encontrado una manera de desactivar a los medios tradicionales. ¿La aparición de pseudomedios que difunden bulos se ha convertido en algo preocupante?
Siempre he dicho que en este país hay muy buenos periodistas, pero es cierto que los pseudomedios son una piedrecita en el zapato que nos recuerdan que hay que estar alerta. Los pseudomedios lanzan mentiras para colocar un debate que no existe. Ellos colocan una idea en la sociedad, una idea podrida y pervertida, pero que les sirve para crear un debate político. Y apoyado por otros pseudomedios y redes sociales, consiguen colocarla. Una idea que antes no existía.
¿Intentas evitar temas que los pseudomedios ponen en el debate público o prefieres afrontarlos?
Te salta una luz roja cuando ves un tema así, se les ve de lejos. Pero primero hay que pensar de qué es interesante hablar. Frente a gente que quiere poner una idea que no es interesante, los periodistas sí podemos elegir de qué hablar. Hay polémicas estériles que vienen promovidas por estas webs y estos pseudomedios. Igual no tenemos que hablar de ello, porque no es interesante y es mentira. El error es alargar el debate y ponerlo en una tertulia para conocer opiniones. Si lo llevo a debate, les doy credibilidad.
Casi lo más peligro es que los pseudomedios nuevos normalizan medios que antes tenían una credibilidad dudosa, pero ahora parecen más rigurosos.
Hay pseudomedios que hacen santos a pseudomedios primigenios que ahora nos parecen tradicionales y hay mentirijillas que cuelan en medios tradicionales que parecen que tienen veracidad porque nos hemos acostumbrado a titulares tan burdos que esto ya podría colar. Pero son igual de peligroso ambas cosas. Muchas veces parece que solo mienten los psedomedios, pero no, miente quien miente, y puede estar ubicado en una cabecera tradicional o en un pseudomedio que acaba de llegar.
¿Cuál sería el camino a la solución?
Primero, la honestidad. Los medios de comunicación tenemos que ser honestos. Y tenemos que ser rigurosos. Cuando nos confundimos, hay que decirlo. Pero hay que castigar a quien miente, porque puede provocar mucho daño. Y va siendo hora que sepamos quién está detrás de la financiación de los pseudomedios, pero no yendo a buscar a las administraciones públicas las partidas que se les dan: que esos medios sean claros y digan quién les financia y quienes son sus accionistas. Que aparezca todo en una lista. Creo que eso está tardando en llegar, no entiendo por qué da tanto problema, qué podríamos pensar...
El Mundo te ha criticado esta semana porque tu contrato con TVE garantizaba libertad en tus contenidos.
Es una locura. Le molesta al diario El Mundo que yo haya pedido por contrato tener libertad periodística. Tendrán que ver cómo actúan sus periodistas, porque la aproximación es para echarse las manos a las cabezas. Pues nada, vamos a escandalizarnos un rato. Igual, hay medios de comunicación que han dado la vuelta a la página de críticas contra Silvia Intxaurrondo. Pueden decir, a ver qué se nos ocurre y busca en el cajón. ¿Ha pedido libertad periodística? ¡No! Vamos a criticarla. Pues fenomenal, pudiendo tener tiempo para perderlo, fenomenal. Pero yo no lo tengo.
¿Cómo tiene que ser una cadena de televisión pública?
Para mí, una televisión generalista tiene que trabajar en la información honesta y rigurosa y el entretenimiento. En programs magazine, las series… Un entretenimiento poliédrico. Y esta televisión pública se asemeja al que yo creo que debemos tener en la cabeza.
Trabajaste cuatro años en Telemadrid cuando estaba en manos de Ciudadanos. ¿Se parece al Telemadrid que tenemos ahora?
Fue una experiencia apasionante. Pude informar al frente de un equipo maravilloso y tengo un recuerdo extraordinario. Trabajé con absoluta libertad y se cambió la opinión negativa que había de Telemadrid. Pero la Telemadrid que yo veo ahora no se parece en nada a la que yo viví. Aun así, hay profesionales extraordinarios allí. También he trabajado en televisiones privadas y no cambia nada. Me pongo delante de una cámara y, para mí, no cambia nada.
En realidad, todas las cadenas de televisión son, en esencia, públicas.
Es que las televisiones privadas emiten por una frecuencia pública. Con lo cual, deberían estar plegadas al interés ciudadano y deberíamos compartir un código ético. Los controles en la pública son de sobra conocidos y sería deseable lo mismo en las privadas. Sería deseable que haya controles y auditorías a todas las cadenas y que recibamos críticas que nos permitan crecer. En una televisión pública se trabaja para el espectador, no para el poder. Si alguien piensa que se trabaja para el poder, el confundido es él.
Dices abiertamente que estás vetada por el Partido Popular.
Lo sé por que lo han dicho. No es una cosa que yo haya intuido. Lo han dicho y no quieren venir a La hora de la 1. Es grave, porque la responsabilidad de un partido es ir a ser entrevistado en la televisión pública. Cuando un político viene al programa, no es que nos haga un regalo, vienen a dar explicaciones y a rendir cuentas.
¿Cuánto crees que durarías en TVE si Feijóo gana unas elecciones generales?
[Sonríe] Yo creo que esa pregunta no tienes que hacérmela a mí.
¿Pero cuánto intuyes que duraría?
Yo creo que los políticos inteligentes quieren en frente a un entrevistador que pueda llegar a ponerles en aprietos. Un político inteligente crece en la adversidad. Y creo que les interesan los políticos inteligentes.
Dice el libro 'De votantes a hooligans' que cuando la derecha está en la oposición aumenta la crispación social. ¿Eso afecta al trabajar en la televisión pública?
Cuando hablamos de presiones, probablemente los espectadores crean que me llaman por teléfono. Pero hay otras formas de presión mucho más evidentes que no parecen presión. A mí me han planteado decenas de preguntas parlamentarias, escritas y orales, con obligación de ser respondidas. Hay para leer el equivalente al Quijote de la Mancha. Y no es una presión en un cuarto que no ve nadie, es en el Congreso de los Diputados. Vox ha sacado mi fotografía junto a la de Broncano en una sesión de control al Gobierno. Se ha sacado mi nombre en sesiones de control y se han sacado mi nombre en plenos del Congreso de los Diputados. Esto se hace a la vista de todos. No pensemos que los intentos de presión se hacen de forma oscura o en privado, en mi caso están todos a la luz pública. A mí se me ha preguntado incluso por haber usado la palabra "genocidio" por lo que ocurre en Palestina. Hay partidos políticos que han puesto tuits con mi nombre y apellido criticándome.
Tal vez en este caso la palabra no sea 'presión' y sea directamente 'intimidación'.
Cuando un partido político señala a una periodista con una horda de hooligans dispuestos a lanzar un ataque frontal contra esa persona, a ver cómo lo llamamos. Pero no sucede en privado y no me sucede solo a mí, hay periodistas que esto es su día a día. Y hay que ver quién lo promueve. Ahora, Feijóo es totalmente bienvenido a mi programa y está invitado.
¿Y Vox?
En el caso de partidos políticos que van contra los derechos humanos, de la mujer, los migrantes, el LGTBI... Soy partidaria de no darles voz en un medio de comunicación.
Volviendo entonces a una de las primeras preguntas. Si esa intimidación forma parte de su vida diaria, ¿cómo lo aguanta?
Durante muchísimo tiempo me levantaba con pseudomedios y medios tradicionales que mentían sobre mí en sus portadas. Llegaba a la tele a las cinco de la mañana y ya había lanzado urgentes con sartas de mentiras. Lo bueno es que todas las noticias están todas firmadas y veremos a quien se le pondrá la cara colorada en el futuro. Pero he convivido con esa realidad durante meses. Periódicos de tirada nacional y pseudomedios mintiendo al unísono y retroalimentándose entre ellos. No lo entendía, hasta que llegué a la conclusión de que querían que me apartase, pero que tomase la decisión yo. En cuanto descubrí que eso es lo que querían, decidí que me iba a quedar con una sonrisa muy grande.
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