La piedra angular de los timos de nuestra sociedad: el de la estampita, lo de "la última y nos vamos" y la meritocracia. Hemos sido engañados.
Que sí, que es evidente que quien no trabaja duro no logra nada. Hasta ahí llegamos todos. Pero la historia es que el discursito de la cultura del esfuerzo siempre sale de los mismos para lo mismo: empeorar condiciones laborales, defender recortes o justificar los privilegios de algunos. Y los datos están ahí.
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Paradójicamente, cultura del esfuerzo sí existe pero en realidad es el esfuerzo de los demás. El humorista y filósofo Ignatius Farray lo explicó en su día a las mil maravillas.
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Esto en realidad ya lo han resumido muy bien en las redes (y te lo hemos contado en Tremending) con frases como: "Estudiar como Casado y trabajar como Rivera. La cultura del esfuerzo" o "La meritocracia son los padres, nunca mejor dicho".
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"La heredera de Ryanair que ha triunfado por sí misma"
Otra variante de la meritocracia es la de medios vendiéndonos a niños de papá ricos como esforzados triunfadores. En las últimas horas se ha vuelto a viralizar una noticia de hace años titulada: "Danielle Ryan, la heredera de Ryanair que ha triunfado por sí misma".
"Lejos de los aviones, la empresaria se ha transformado en una magnate de los perfumes, la publicación editorial y la producción cinematográfica", aseguraban.
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Nada nuevo bajo el sol. Ya lo hemos visto en otras ocasiones, como cuando Marta Ortega, hija de Amancio Ortega, fue nombrada presidenta de Inditex y muchos medios destacaron que había empezado "desde cero" y "doblando camisetas". O Emilio Botín y el resto de la familia, otros que empezaron también de cero.
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También está Elon Musk, otro emprendedor que comenzó desde abajo. Claro, desde la mina de esmeraldas de su padre.
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Pero para cultura del esfuerzo, la de la monarquía. Hace bien poco Asturias otorgó la Medalla del Principado a la princesa Leonor por cumplir la mayoría de edad. La meritocracia de crecer, claro que sí.
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Así que ya sabes, si no triunfas es porque no doblas suficientes camisetas.
Y a la altura del mito de la cultura del esfuerzo está otro igual de tóxico, el de la cultura del triunfo. Precisamente en Operación Triunfo, Samantha Hudson hizo hace dos semanas un discurso contra la meritocracia. Por lo que sea la derecha se irritó bastante al ver pinchado su mantra preferido.