madrid
Mirar fijamente todos los días durante tres minutos una luz roja escarlata puede mejorar la visión en las personas mayores, han hallado científicos de varias instituciones, liderados por el University College de Londres. Este sencillo método, que se plasma en una pequeña linterna de luz led, se ha probado con resultados alentadores por primera vez en humanos tras los experimentos realizados en animales como moscas y ratones.
La recuperación se concreta en distinguir mejor los colores y en ver mejor con poca luz, dos de los síntomas comunes de envejecimiento de la retina, que empieza a partir de los 40 años. "La sensibilidad de la retina y la visión de los colores degeneran gradualmente a partir de esa edad y esto es un problema creciente en poblaciones cada vez más envejecidas", explica el oftalmólogo Glen Jeffery.
El problema es de sobra conocido pero su causa no tanto. Se relaciona con las mitocondrias de cada célula de la retina, que son los orgánulos que suministran energía para su funcionamiento y se suelen comparar con los motores o las pilas de un aparato.
"Las mitocondrias influyen en la velocidad del declive visual relacionado con la edad ya que la energía que proporcionan para que funcione la célula, en forma de trifosfato de adenosina (ATP), disminuye con la edad", explican los investigadores en la revista The Journals of Gerontology. "La densidad de las mitocondrias es mayor en los fotorreceptores, especialmente en los conos, que necesitan mucha energía y median en la visión de los colores. Por tanto, la retina envejece más rápidamente que otros órganos y se produce un significativo declive en la función de los fotorreceptores", concluyen.
Conos y bastones son los dos tipos de receptores de la luz en la retina. Los conos captan los colores y los bastones "ven" en blanco y negro y proporcionan visión periférica y adaptación a condiciones de poca luz, recuerdan los investigadores. "Las mitocondrias presentan unas características específicas de absorción de la luz que influyen en su funcionamiento: absorben las longitudes de onda más altas, entre los 650 y los 1.000 nanómetros, que mejoran su funcionamiento para aumentar la producción de energía", explica Jeffery.
El experimento se ha hecho con una pequeña linterna de luz led de 670 nanómetros, correspondiente al color rojo escarlata, que se entregó a 24 personas sin enfermedad ocular (12 hombres y 12 mujeres) de entre 28 y 72 años tras medir la sensibilidad de los conos y bastones de sus retinas. Se les pidió que durante tres minutos miraran fijamente todos los días la luz emitida por la linterna, durante dos semanas. Después se volvió a medir su sensibilidad.
En personas jóvenes, informa University College, el tratamiento no tuvo efecto alguno pero en las mayores de 40 años se observó una mejora significativa. Esta fue de hasta un 20% en cuanto a la capacidad de detectar colores, especialmente el color azul, que es la parte del espectro más vulnerable al envejecimiento. La sensibilidad de los bastones también aumentó, aunque en menor proporción, en los participantes de alrededor de 40 años o más.
"La tecnología es simple y muy segura, se utiliza una luz roja profunda de una determinada longitud de onda que es absorbida por las mitocondrias en la retina que suministran energía para la función celular", resume Jeffery. El dispositivo recarga el sistema y cuesta ahora fabricarlo unos 13 euros por unidad, aunque serán necesarios mayores estudios para confirmar el efecto positivo antes de que se pueda generalizar el tratamiento.
Otra investigación que pretende paliar los efectos del envejecimiento en la población es la que se empeña en conseguir una sustancia equivalente al cartílago humano que pueda reemplazarlo, especialmente en las rodillas, las articulaciones más afectadas por el paso del tiempo. Sustituir el cartílago natural, que contiene colágeno y por ahora no se puede regenerar, por un hidrogel artificial evitaría muchas de las cada vez más numerosas operaciones de prótesis de rodilla, señalan los investigadores en la revista Advanced Functional Materials, que se dan un plazo de tres años para hacer realidad el tratamiento.
El hidrogel que están poniendo a punto en la Universidad Duke está formado por tres polímeros absorbentes de agua, cuyas distintas propiedades se combinan para asemejar el cartílago humano, una sustancia de asombrosas características mecánicas difíciles de replicar.
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