"¡Libres! ¡del! ¡todo!": la revolución de los jóvenes indonesios
El nuevo libro del ensayista belga David Van Reybrouck llega a España, el apasionante relato de la descolonización de Indonesia que enseñó al resto del mundo el significado de la libertad.
Publicidad
madrid, Actualizado:
El arqueólogo y ensayista David Van Reybrouck vuelve a darle al blanco con su última investigación monumental sobre la descolonización de Indonesia, Revolución. Indonesia y el nacimiento del mundo moderno (Taurus). Ya nos lo había demostrado con Congo. Una historia épica, el profundo rigor con el que este escritor se lanza de lleno en los vórtices de las grandes historias mundiales. De aquel ensayo de más de 700 páginas se han vendido alrededor de 600.000 copias, un éxito rompedor, como es muy probable que ocurra con su obra recién publicada.
Publicidad
No teman la amplitud del relato o el peso del grueso tomo, en cada página la pasión reverbera con fuerza, la rebelión de la juventud refresca los ánimos adormecidos, y la tragedia pasada nos alerta frente a las derivas actuales de fanatismo e intolerancia. Este 20 de mayo se celebró el 20º aniversario de la independencia de Timor Oriental, excolonia portuguesa. Pero casi nada sabemos de esa parte de mundo donde las miles de islas que conforman el archipiélago de Indonesia siguen siendo el "gigante tranquilo del que se oye hablar poco o nada fuera del Sudeste Asiático" (pag. 14).
"Me siento como un maestro que tiene que explicar a toda una población su historia"
Preguntamos a David Van Reybrouck el por qué: "Hace sesenta o setenta años Indonesia fue la primera pieza de dominó que caía en la descolonización mundial y, sin embargo, es más fácil encontrar un libro sobre Afganistán y Corea del Norte; y sobre Indonesia, que es la cuarta potencia demográfica del mundo, casi no hay". Las únicas ocasiones en las que el país ha sido protagonista de las noticias internacionales ha sido durante el gran tsunami de 2004 o el atentado yihadista en Bali de 2002, nos explica el autor. "Dicho esto, económicamente sigue siendo el país donde está la selva tropical más importante del mundo, con una biodiversidad increíble, y quizá eso lo convierta en un poder mundial en términos de ecología".
Publicidad
El escritor flamenco es también dramaturgo y durante una reciente gira por Países Bajos se escandalizó por el desconocimiento de los holandeses acerca de su propio pasado: "me siento como un maestro que tiene que explicar a toda una población su historia". Un problema que se ve reflejado en toda Europa donde la instrucción sigue siendo demasiado eurocentrista: "La educación nacional es un producto del siglo XIX, es decir el siglo del estado-nación, del orgullo nacional". En este sentido, el libro tiene el gran mérito de revertir totalmente nuestra perspectiva eurocéntrica y enseñarnos otra cara de la historia, sin duda más enriquecedora y veraz.
Hacia la independencia con Sjahrir
Desde las primeras líneas, el autor nos lleva de la mano para guiarnos sin rémora en los meandros de la colonización holandesa. Desde las primeras rutas comerciales para traer a las mesas de las aristocracias europeas las especias orientales hasta las guerras mundiales, la ocupación del Japón fascista de los 40, los acuerdos de independencia con el Gobierno neerlandés y Naciones Unidas, coronados con la reunión de Bandung en 1955 entre los países africanos y asiáticos, por primera vez sin potencias del primer mundo: los llamados No Alineados.
Publicidad
A pesar de las decenas de testimonios orales que el autor ha ido recopilando con meticulosa artesanía y el grito que después de tantos años sigue resonando con determinación de los labios de un antiguo combatiente: "¡Libres! ¡del! ¡todo!", hay un momento de profunda conmoción: el primer acuerdo de holandeses e indonesios. El encuentro en la suntuosa mansión en el pueblo de Linggadjati, entre el aquel entonces primer ministro de Países Bajos, Willem Schermerhorn y Sutan Sjahrir, primer ministro de la República de Indonesia –con el mítico Sukarno como presidente y Hatta como vicepresidente-.
El grito que sigue resonando con determinación de los labios de un antiguo combatiente: "¡Libres! ¡del! ¡todo!"
Publicidad
De forma inadvertida, David se une a mi sentimiento: "El verdadero héroe del libro es Sjahrir. [Schermerhorn y Sjahrir] hablaban al mismo nivel, había un entendimiento mutuo, tenían el don de la inteligencia junto con la empatía. Habían comprendido que los tiempos habían cambiado".
El encuentro de Linggadjati "fue la prueba de que una verdadera escucha, una verdadera comprensión y una verdadera empatía era posible. Que la condescendencia colonial, el paternalismo, la violencia simbólica y física colonial podía romperse mediante un mejor entendimiento de los problemas y una mejor comprensión psicológica". Los dos primeros ministros volvieron a sus respectivos gobiernos conscientes de haber cumplido con el derecho fundamental de los pueblos a la autodeterminación. Todo ello duró poco: habían pasado tres años, los Países Bajos se habían alejado de su colonia a lo largo de la guerra, no sabían nada de aquel cúmulo de islas e islotes, ignoraban por completo la cultura de sus colonizados, ¿cómo podían entender?
Publicidad
Sukarno y la 'revolusi'
Después de aquel primer intento frustrado hubo más muertes, más hambruna y pobreza. Sjahrir dejó la política y Sukarno guió los siguientes acuerdos, por lo que hoy es recordado como el verdadero héroe nacional. "Willem Schermerhorn tenía cincuenta y dos años, Sutan Sjahrir, treinta siete. Años más tarde, en 1966, cuando Sjahrir falleció a los 57 en un hospital suizo, tras años de cautiverio –Sukarno lo había desterrado–, sus restos mortales fueron repatriados a Indonesia pero antes pasaron por Schipol. En el aeropuerto, Schermerhorn improvisó un discurso durante el cual este hombre de Estado tuvo dificultades para dominar sus nervios: "No solo porque aquí recordamos a un hombre de excepcional talento, sino también, como comprenderán, porque estas palabras evocan en mi mente el recuerdo de una lucha común, en la que juntos sufrimos la derrota contra las fuerzas extremas" (pág. 369).
Los EEUU de Truman salían victoriosos frente a una Europa arrodillada, Sukarno no supo contener la rabia de los 'pemuda'
Publicidad
En un momento determinado, cuando Japón había recapitulado, Holanda vivía una profunda crisis económica y los Estados Unidos de Truman salían victoriosos frente a una Europa arrodillada, Sukarno no supo contener la rabia de los pemuda, los jóvenes y adolescentes de Indonesia. "Jóvenes que habían sido humillados por la enseñanza colonial holandesa y que habían encontrado un orgullo con la llegada de los japoneses", afirma David. Era 1944, año de la gran hambruna, "me imagino a un joven de 15 años: tu madre ha muerto, tu padre ha desaparecido en los campos de trabajo forzado y tu hermana ha sido llevada a las casas de prostitución. Ese era el momento". Este libro cuenta la historia de cada uno de ellos, de su revolusi.