zaragoza
Las medidas del escudo social, prorrogado esta semana hasta enero aunque con lagunas como la relativa a los suministros de agua, luz y gas, están teniendo un efecto balsámico en la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus al haber atenuado de manera notable los efectos del desplome de la actividad en el mercado laboral, según indican los datos de afiliación y paro conocidos este viernes.
Tanto, como para haber salvado entre medio millón de empleos y 870.000 según se tome como referencia el último año o los nueve meses que van de 2020, algo que, al mantener un mayor nivel de ocupación, garantizar rentas a los trabajadores hibernados y facilitar la supervivencia de empresas, está teniendo obvios efectos tanto en la actividad económica, al paliar la descomunal caída del consumo, como en las arcas públicas, por reducir su gasto y atenuar la merma de ingresos tributarios.
En España lo habitual era que la actividad económica y la ocupación cayeran en paralelo en caso de recesión o depresión para, por el contrario, despegar la segunda con un retraso de hasta 2,5 puntos en las etapas de crecimiento.
Sin embargo, la aplicación en los últimos seis meses de medidas de protección del empleo como los ERTE y de otras destinadas a dotar de liquidez a las empresas, como los avales del ICO, a las que se suman las restricciones al despido, ha revertido esa histórica tendencia de la economía española y ha reducido el arrastre destructor de la caída del PIB sobre el empleo a apenas la cuarta parte en términos efectivos (caída de afiliados a la Seguridad Social) y a menos de dos tercios en cuanto a actividad si se incluyen los asalariados y autónomos hibernados en los expedientes de regulación y el cese de actividad.
Lo habitual en épocas de recesión y depresión era que en España se perdiera un 1% del empleo por cada punto porcentual que caía el PIB, algo que, en términos absolutos, equivalía a algo más de 190.000 afiliados a la Seguridad Social a principios tanto de 2009 como de 2020.
Eso, en el mejor de los casos, ya que la relación llegó en ocasiones a ser de más del doble en la anterior crisis, la de 2008-2013, en la que el porcentaje de pérdida de ocupaciones siempre fue superior al de retroceso del PIB: las averías del mercado laboral español, que la reforma laboral de 2012 no solo no solucionaron sino que a menudo intensificaron, hacía que el empleo saliera peor parado que la propia actividad productiva de la que forma parte cuando se producía un frenazo.
"La pandemia está teniendo un impacto muy importante sobre el mercado laboral y, en especial, sobre la ocupación en las ramas productivas más afectadas por las medidas de distanciamiento social", señalaba hace unos días el Banco de España en sus últimas Proyecciones Macroeconómicas, en las que añadía que "la destrucción de puestos de trabajo se ha visto amortiguada por el elevado recurso a los ERTE y al cese de actividad de los trabajadores autónomos".
Un notable freno a la previsible destrucción de empleo
Los primeros, que llegaron a incluir a más de 3,5 millones de asalariados en abril y mayo, mantenían a 30 de septiembre a 752.711, 622.104 de ellos con la jornada suspendida o recortada por motivos de fuerza mayor y otros 130.607 en expedientes de regulación convencionales, sin apenas coste salarial para sus empresas en el primer caso, mientras otros 148.708 trabajadores por cuenta propia se habían acogido a la segunda de esas medidas, según los datos del Ministerio de Inclusión. Entre ambas fórmulas suman 910.419 ocupaciones total o parcialmente protegidas.
Paralelamente, la pérdida de afiliados a la Seguridad Social se situaba en 447.062 en términos interanuales (de 30 de septiembre a 30 de septiembre) y en 532.149 en lo que va de año, lo que supone, respectivamente, retrocesos del 2,31% y el 2,51%.
Eso sitúa la suma del empleo destruido y el afectado pero protegido por los ERTE y el cese de actividad por debajo de los 1,35 millones en términos interanuales y por debajo de 1,45 entre enero y septiembre, lo que supone en torno al 7% de los ocupados.
Esas tasas resultan, respectivamente, entre cuatro y cuatro puntos y medio inferiores a la caída de la actividad económica que ha provocado la pandemia, con retrocesos superiores al 5% y al 18% en los dos primeros trimestres y con previsiones de recuperación de entre el 11,6% y el 16,66% para el tercero, según las estimaciones del Banco de España y del servicio de análisis de Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorros, que llevan a situar la regresión de la actividad económica en un 11,45% para los últimos doce meses y en un 11,88% en lo que va de año.
Entre medio millón y 870.000 empleos
De no haber aplicado las medidas de protección del empleo y del tejido productivo, inexistentes a lo largo de toda la anterior crisis tanto por parte de las autoridades españolas como de la UE, y de haberse producido el tradicional efecto de caída paralela de PIB y ocupación, la destrucción de puestos de trabajo habría sido superior en medio millón en términos interanuales y en 870.000 en los tres primeros trimestres.
Eso, incluyendo los afectados por ERTE y por cese de actividad entre los eventuales damnificados. Si se atiende a las bajas en la Seguridad Social, las horquillas se amplían hasta situarse por encima de los 1,4 y 1,7 millones.
Ocurre algo similar con los trabajadores por cuenta ajena, con diferencias de en torno a 1,4 millones en los dos periodos entre bajas reales y previsibles en la Seguridad Social y de 640.000 si se atiende a la actividad.
La tarea y la ocupación caminan a ritmos distintos
No obstante, tanto los registros de la Seguridad Social como las estimaciones de los centros de estudio se refieren a puestos de trabajo, y no a la tarea que realmente desempeñan quienes los ocupan, dos magnitudes sobre cuya divergencia, precisamente por el efecto de las medidas de protección, advertía el Banco de España.
"El volumen total de horas trabajadas constituye una variable más apropiada que el número de personas ocupadas para proporcionar una imagen fiel de la evolución de la utilización de este factor productivo y proyectar su evolución en el futuro", señala el emisor, que destaca cómo en el segundo trimestre, que incluyó el grueso del confinamiento y la desescalada, "las horas trabajadas se contrajeron con mayor intensidad que el número de ocupados, dado que muchos de ellos continuaron siendo contabilizados como tales, pero trabajaron un número muy inferior de horas o incluso ninguna".
Es decir, que había más trabajadores de vuelta que tarea para desarrollar, una situación que se ha ido revirtiendo después, "a medida que una proporción creciente de trabajadores ha ido retornando a un patrón laboral de normalidad", aunque sus niveles siguen por debajo de los previos a la pandemia.
Por último, las sombras que se proyectan sobre la recuperación de la actividad económica en general siguen siendo, seis meses después, más intensas en sectores como la hostelería, que concentra a más de un tercio de los afectados por ERTE (250.821), y el comercio (152.360), con los 256.237 de las agencias de viajes a caballo entre ambos; así como en el transporte (33.372 con sus actividades auxiliares) y las actividades culturales y recreativas (30.185, deporte incluido).
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