madrid
Actualizado:El pasado mes de agosto se destruyeron casi 203.000 empleos. Todo un batacazo laboral, el peor que se recuerda desde 2010. Ese dato ha dado pie a que en los últimos días vuelva a hablarse con fuerza de la desaceleración de la economía española tras años de crecimiento.
A esta sensación de repentino empeoramiento económico han contribuido otros dos indicadores que también se han publicado en los últimos días: las matriculaciones de vehículos –un dato que da pistas sobre cómo anda el consumo– se desplomaron un 30,8% en agosto, la mayor caída desde 2008; pocos días antes se supo que en julio visitaron España un 1,3% menos de turistas extranjeros, una cifra que también dispara las alarmas porque el turismo es uno de los motores económicos del país.
¿Hay desaceleración de la economía española? Sí, la hay, pero no es un fenómeno nuevo: ahora copa los titulares, pero en sentido estricto la economía española viene echando el freno desde al menos el año 2016. "La desaceleración es algo inherente al ciclo económico en las economías capitalistas. Lo lógico, después de tantos años de crecimiento económico es que haya signos de desaceleración", explica Eduardo Garzón, profesor ayudante de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid. Los datos así lo refrendan: el PIB creció en 2015 un 3,6%, un 3,2% en 2016; un 3% en 2017, un 2,6% en 2018 y para este año el Gobierno prevé un crecimiento del 2,3%, en línea con las previsiones de la mayoría de los expertos. En 2020 y 2021 se crecerá aún menos: un 2% y un 1,8%, respectivamente, según la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas).
Sin embargo, en los últimos meses ese empeoramiento de la economía se ha agudizado. La mayor parte de las magnitudes que componen el PIB indican cada vez con más fuerza un agotamiento del crecimiento que empezó en la segunda mitad de 2013. Los datos del paro en agosto han dado a PP y Ciudadanos una excusa para cargar contra Pedro Sánchez y desempolvar el viejo argumentario de que los socialistas son unos pésimos gestores económicos. "España está en recesión", afirmó esta misma semana Teodoro García Egea, secretario general del PP, ignorando que para que haya recesión el PIB tiene que caer dos trimestres consecutivos.
A día de hoy la economía española no está en recesión, pero no es menos cierto que muchos nubarrones se ciernen sobre ella pese a que sigue marcando tasas de crecimiento positivas. Y no es culpa del Gobierno socialista, como dicen desde la derecha. O no sólo. La principal amenaza proviene del exterior: el contexto internacional no es nada favorable. Ni el económico ni tampoco el político. La desaceleración en los países de la zona Euro es aún mayor que en España. De hecho, Alemania bordea ya la recesión después de que su PIB cayera un 0,1% en el segundo trimestre del año. Como explican desde Funcas, "el deterioro de la economía europea y el clima de incertidumbre derivado de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y el brexit" ha afectado al crecimiento económico español.
"Hay factores que a España le están afectando de forma notable y que tienen mucho que ver con la situación mundial", confirma el economista Alejandro Inurrieta. "El primero es la caída del comercio mundial. Nuestras exportaciones se han visto afectadas. Hay también un parón tremendo de la industria a nivel internacional y eso nos afecta sobre todo en el campo del automóvil, donde somos el segundo o tercer país de exportación de vehículos. Y luego está el Brexit: este verano, por ejemplo, se ha frenado la entrada de turistas británicos (un 2,2% menos). Por lo tanto, a nosotros nos pilla por un lado la caída de industria, la caída del comercio internacional y la caída del turismo. Todo eso hace que España sea un país muy vulnerable", añade Inurrieta.
Eduardo Garzón también apunta a la situación mundial: "Esta situación viene casi estimulada a nivel internacional, porque hoy día casi ninguna economía está aislada". Garzón cita la guerra comercial entre China y Estados Unidos y el Brexit como elementos de incertidumbre, pero incluye otro factor que puede resumirse en una sola frase: "El dinero no llega a la economía real".
Garzón se refiere a la existencia de una burbuja financiera: "En mi opinión, un elemento que contribuye al agotamiento de este ciclo de crecimiento es la enorme cantidad de dinero que han creado los bancos centrales y que sigue moviéndose dentro de un circuito financiero. Se están estimulando burbujas en la Bolsa, en los mercados de divisas y también en los bonos públicos. Ese es el elemento fundamental: hay demasiado dinero en los mercados financieros que no da el salto a la economía real. De alguna u otra forma ya se ve que esa burbuja va a estallar más pronto que tarde y eso preocupa en muchas empresas, que están reduciendo las inversiones".
En esta cuestión, Inurrieta también lo tiene claro: "Tenemos que inyectar dinero en el sistema porque si no Europa va a sufrir bastante y España mucho más. Lo estamos viendo con la situación de los tipos de interés y de las políticas monetarias. No hay más munición. Los bancos centrales se han dado cuenta de que se pueden tener los tipos a cero e incluso negativos, y ese es otro problema importante: la penalización del ahorro va a hacer que también sufran aquellos que basen su economía en la retribución de ahorros y eso, obviamente, también va a retraer muchísimo la inversión prevista. Ya se está notando un plus de enfriamiento en el sector inmobiliario español, que puede volver a entrar en una situación de parón y de caída importante de precios así como de actividad y transacciones"
Ante este escenario, la pregunta entonces no es si hay desaceleración, sino si existe el riesgo real de una nueva recesión.
Inurrieta opina que sí y de hecho augura que España puede entrar en recesión en 2020. "Hay muchos motivos para la preocupación. La tormenta perfecta para que la economía española caiga se está produciendo ahora mismo: dependemos del exterior en materia energética, pero también del turismo y de la industria automovilística. Ahora disminuye la llegada de turistas, la industria del automóvil, el comercio internacional y nos falta diversificación económica".
Eduardo Garzón también ve un riesgo de crisis, pero especifica que no sería tan grave como la que se produjo entre 2008 y 2013. "En España, los niveles de deuda de las familias y de las empresas son mucho más bajos que en 2007. Si se cortara de nuevo el grifo, mucha gente y muchas empresas lo pasarían mal pero no tanto como entonces porque ya hubo una limpieza por así decirlo. Las deudas están más bajas y eso es un síntoma de saneamiento de las finanzas privadas".
Alejandro Inurrieta: "Hay muchos motivos para la preocupación. La tormenta perfecta para que la economía española caiga se está produciendo ahora mismo"
En Funcas no van tan lejos. Creen que el PIB seguirá creciendo al menos los próximos dos años, aunque con una menor intervención de la demanda exterior (exportaciones) y una mayor aportación de la demanda nacional, pese a que ésta tampoco es inmune a la desaceleración. De hecho, sostienen que el consumo crecerá más de lo previsto gracias a las bajas tasas de inflación que se intuyen en los próximos meses.
La incertidumbre es total. Por eso, Garzón e Inurrieta proponen lo mismo para combatir este riesgo de recesión: aplicar políticas fiscales expansivas. Invertir, en suma. "Esa es la única manera de salir de este atolladero, tanto en España como en Europa", afirma Garzón. "Me refiero a todo tipo de políticas fiscales, desde creación de empleo público hasta inversiones en infraestructuras, pasando por las típicas prestaciones del Estado de bienestar. Necesitamos estimular las políticas fiscales porque es lo único que puede generar un potente estímulo en la economía en un momento en que aprecian síntomas de desaceleración", especifica Garzón.
"España no puede seguir viviendo únicamente de la venta de coches o del turismo. Hay que implementar sectores de medio y bajo valor añadido pero obviamente lanzándose a una expansión fiscal en las áreas más sensibles como son educación, sanidad y política social, dependencia y por supuesto en infraestructuras", coincide Alejandro Inurrieta, quien aboga por que esa expansión fiscal sea coordinada en toda Europa.
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