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La demanda de crédito de familias y empresas se desploma con los tipos de interés del BCE más altos en veinte años

La política monetaria del banco central de la Eurozona amenaza con cronificar el euríbor que grava las hipotecas en el 4% y los préstamos productivos por encima del 5% pese a los evidentes daños que esas medidas están causando en el tejido productivo y en

La bandera de la UE y una banderola con el logo del 25 aniversario del BCE delante de la sede de la entidad, en Fráncfort. REUTERS/Wolfgang Rattay

Eduardo Bayona

La política monetaria del banco central de la Eurozona amenaza con cronificar el euríbor que grava las hipotecas en el 4% y los préstamos productivos por encima del 5% pese a los evidentes daños que esas medidas están causando en el tejido productivo y en las economías familiares.

“El Consejo de Gobierno considera que los tipos de interés oficiales del BCE (Banco Central Europeo) están en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial” a rebajar la inflación de la zona euro al 2%, un objetivo para el que va a mantener el precio oficial del dinero “en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario”.

El BCE decidió este jueves congelar los tipos oficiales en el 4,5% para las ‘operaciones principales de financiación’, en el 4% para la facilidad de depósito con la que remunera a los bancos por inmovilizar dinero y en 4,75% para la facilidad marginal de crédito con la que presta a la banca.

Esa política monetaria es la más agresiva desde la creación del euro hace ya un cuarto de siglo al encadenar en 14 meses 10 subidas consecutivas del tipo de interés al que se conceden los créditos para el funcionamiento de las empresas y para la compra de vivienda y el consumo de los hogares. Y está teniendo claras (e inquietantes) consecuencias en la actividad de estos últimos agentes económicos, además de tirar al alza del coste de la deuda pública.

En cualquier caso, las actuales condiciones oficiales de los préstamos, las más duras desde mayo de 2001, no van a experimentar variaciones antes del 14 de diciembre, que es la fecha de la próxima reunión de política monetaria del Consejo de Gobierno del BCE. Mientras, las previsiones de sus responsables apuntan a que el objetivo del 2% no se alcanzará antes de que acabe 2025, más de dos años en los que el IPC comunitario, que cerró septiembre en el 4,3%, debería reducirse a menos de la mitad.

Mientras ese descenso de la inflación se produce y los tipos se relajan, o no, las familias con hipotecas encadenan cinco meses y medio, desde el 16 de junio, con el euríbor que marca la revisión de las hipotecas por encima del 4% después de un año y medio precio por encima del 3%.

Esa presión monetaria, que según todos los indicios va para largo, ha hecho que, según los datos del Banco de España, el TAE (Tasa Anual Equivalente o coste total real) de las nuevas hipotecas superara el 4% ya en agosto cuando, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), hace ya más de dos años y medio que entre dos de cada tres y tres de cada cuatro créditos se contratan a tipo fijo (ya no bajan del 4% sin ‘vinculaciones’).

“Quienes están renovando ahora la cuota de sus hipotecas lo hacen con un coste de 106 euros al mes por cada 100.000 de préstamo, y quienes ya tuvieron revisión el año pasado acumulan uno de 238”, explica Antonio Luis Gallardo, economista y responsable de Estudios de Asufín (Asociación de Usuarios Financieros).

“Las revisiones van a ser al alza, que no es un alivio pero al menos no va a haber nuevas subidas. Es bueno que pare la sangría, pero después hay que curar al enfermo. La cuestión es cuándo van a empezar a bajar los tipos y el euríbor”, señala.

Gallardo estima, en línea con otros analistas, que este indicador podría comenzar a situarse por debajo del 4% en junio, aunque para que ocurra eso deben comenzar a despejarse incertidumbres como la que proyecta el precio del petróleo a cuenta del conflicto armado en Palestina.

La presión financiera es más intensa todavía para las empresas, que desde mediados de verano están asumiendo intereses superiores al 5% al contratar nuevos créditos, con un escalado de mayor gravamen para los préstamos de hasta 250.000 euros que se reduce ligeramente conforme aumenta la cantidad.

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Esa escala apunta a que el endurecimiento de las condiciones financieras es mayor para las pymes que para la gran empresa y también para las micros que para las medianas.

En este sentido, el “Boletín Trimestral de Empleo en las Pymes”, que prevé una etapa dura para las microempresas, llamaba hace unos días la atención sobre “un endurecimiento relevante de las condiciones de financiación” junto con “menos oferta de crédito bancario” y “un destacado aumento de los costes financieros” con el que “el tipo medio” de la deuda viva empresarial “ha pasado de 1,84% en agosto de 2022 a 4,06% en agosto de 2023”.

Esas condiciones de financiación han provocado un desplome de la demanda de crédito que entre julio del año pasado y agosto de este, que es el último mes con datos disponibles, supera ligeramente los 13.000 millones de euros en el caso de las hipotecas y que se acerca a los 21.000 en el de los préstamos a empresas para actividades productivas.

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“Hay un desplome en los saldos vivos en todos los créditos. Se contratan menos hipotecas, los importes son menores y está habiendo amortizaciones”, explica Gallardo. De hecho, parte de los 14.600 millones que han salido de las cuentas de los hogares, en el último año han sido dedicados a amortizar préstamos.

No obstante, el economista matiza que, en buena medida, “se trata de un desplome voluntario”. “No es que los bancos hayan cerrado la puerta, aunque sí hay condiciones más duras. El mercado del crédito sigue abierto, no estamos ante un cierre tan brusco como el de la burbuja”, añade.

Coincide, básicamente, con las conclusiones de la última Encuesta de Préstamos Bancarios del Banco de España, que reseñan cómo “en el tercer trimestre de 2023 tanto los criterios de concesión como las condiciones generales aplicadas a los nuevos préstamos se habrían seguido endureciendo, de forma generalizada, por sexto trimestre consecutivo”.

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Esa tendencia, más acusada en las hipotecas que en el crédito productivo, “respondería al aumento de los riesgos percibidos por las entidades financieras, a una menor tolerancia a los mismos, y, en menor medida, al deterioro de su liquidez”, añade.

Ese cuadro apunta, al menos por el momento y pese a los descomunales resultados que están presentando las principales entidades financieras, con mejoras del beneficio de hasta el 60% en algunos casos, a que las políticas comerciales de remuneración de los depósitos van a seguir quedando aplazadas.

Una reciente encuesta del BCE indica que la tendencia a unas menores oferta y demanda de créditos de todo tipo se está dando de manera generalizada en toda la eurozona por una combinación de la subida de los tipos, la caída de la confianza del consumidor, el endurecimiento del mercado de la vivienda y la “reducción de la inversión en capital fijo por parte de las empresas”.

“La salud de la economía de la eurozona no es buena”

Ese enfriamiento de la economía es objeto de celebración entre los responsables del BCE. Enfriamiento en la jerga liberal, ya que si se omiten los eufemismos el objetivo de la política monetaria del BCE apunta a fomentar el empobrecimiento a base de purgar las unidades menos potentes y solventes del entramado productivo y de generar desempleo.

“Las anteriores subidas de los tipos de interés (…) siguen transmitiéndose con fuerza a ciertas condiciones de financiación, lo que está frenando cada vez más la demanda y ayudando con ello al descenso de la inflación”, señalaba el Consejo de Gobierno en su comunicado. En el mismo advertía de que el precio del dinero se encuentra “en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial a este objetivo”.

Salvo, claro, que algún factor externo o alguna consecuencia de sus propias políticas, prevista y admitida o no, les lleve a alterar sus previsiones.

”El BCE detiene las subidas de tipos de interés básicamente porque la salud de la economía de la eurozona no es buena, especialmente la de Alemania, y no quieren seguir tensando la cuerda”, señala el economista Eduardo Garzón.

El profesor de Economía y Hacienda Pública señala que “los tipos ya están muy altos, y cercanos a los de EEUU”, donde se encuentran en el 5,25%, y eso lleva a los responsables del BCE a “temer que seguir subiendo los tipos rompa algo, como ya vimos que ocurrió en el mercado bancario en EEUU y Suiza”, en un episodio que tuvo réplicas de cierta intensidad en otros como el español.

“Todo apunta a una próxima recesión en la eurozona”

En un sentido similar se pronunció en X (antiguo Twitter) el exvicepresidente del emisor europeo Vitor Constâncio: “Como se esperaba, el BCE dejó inalterados los tipos de interés oficiales. Los datos de ayer mostraron que el PMI compuesto (Manufactura + Servicios) se situó en 46,5, el más bajo desde mayo de 2020, lo que apunta a una próxima recesión, lo que reducirá la inflación a niveles cercanos al 2%”.

PMI compuesto (Manufactura + Servicios) se situó en 46,5, el más bajo desde mayo de 2020, lo que apunta a una próxima recesión, lo que reducirá la inflación a niveles cercanos al 2%”.

El PMI o índice de compras es uno de los principales indicadores de la actividad económica de un espacio geográfico, en este caso la eurozona.

En ese escenario hay otro factor inquietante, como la escalada de tensión en Palestina y sus eventuales efectos en el precio del petróleo y, en consecuencia, en los precios.

“Hay una capa de incertidumbre importante. No sabemos ni qué intensidad puede alcanzar ni qué países pueden participar”, advierte Gallardo, que llama la atención sobre dos aspectos como las fechas en las que está creciendo la tensión, cercanas a la época de mayor demanda energética global del año por la llegada del frío al hemisferio norte, y el espacio en el que se da, junto al Canal de Suez, un paso fundamental para el trasiego petrolero.

“Había unas perspectivas de estabilización, pero ahora hay un panorama que puede afectar al petróleo y con él a la inflación, que no está controlada”, añade.

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