zaragoza
El desmesurado crecimiento de las cabañas ganaderas en España, más con la vista puesta en la exportación que en el consumo interno, ha hecho que se estén engordando de manera constante en el país más de 62 millones de animales de abasto: más de 30 de cerdos, 16 de ovejas y cabras, alrededor de seis de terneros y otros tantos de conejos, a los que hay que sumar la elevada producción de aves, que el año pasado superó los 760 millones de sacrificios, a más de dos millones por jornada.
Ese volumen de reses de todo tipo, cuyo crecimiento coincide en el tiempo con una caída del consumo de carne, provoca una profunda huella ecológica que se deja notar, principalmente, en el consumo de recursos como agua y cereales, en el deterioro de acuíferos y ríos por la deficiente gestión de sus excrementos y en un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, tanto por la propia actividad digestiva de los animales como por las necesidades de transporte que requiere el sector.
Dentro de esa evolución, que lleva camino de convertir a España en el principal establo de Europa, hay un dato clave que explica el aumento de la huella ecológica del sector ganadero: las cabañas que más crecen son las de los animales de mayor tamaño, como los cerdos y los terneros, con incrementos del 8,7% y el 3,5% en lo que va de década, mientras las de conejos y cabras permanecen estables y la de ovejas cae un 19%.
"Producimos el 450% de la carne que consumimos, habría suficiente para alimentar a 211 millones de personas", explica Ferran García, de Justicia Alimentaria.
"Están vaciando los pueblos"
El incremento de la producción, controlada por grandes empresas que utilizan el modelo de integración, en el que el granjero pone la cuadra y el trabajo mientras el integrador se encarga de facilitar los animales, el alimento y la atención veterinaria, se está desarrollando de manera simultánea a una reducción del número de explotaciones, lo que revela la industrialización del sector, que corre paralela a la que se está dando en la agricultura, donde el acaparamiento de tierras convive con el abandono de 7.000 explotaciones tradicionales cada año.
En este sentido, un estudio del Parlamento Europeo presentado este miércoles en la jornada La ganadería industrial: la cara oculta de la carne ‘low cost' señala, con datos de 2013, cómo en España hay más granjas de más de mil cerdos con menos de dos hectáreas asociadas de tierra (2.610, casi el doble de las 1.420 de 2007) como en Alemania (930), Francia (740), Dinamarca (310), Holanda (290) y Reino Unido (190).
La situación se repite con el bovino, con 1.440 explotaciones de más de cien cabezas con menos de dos hectáreas (1.080) por 600 en Francia, 430 en Noruega y 190 en Reino Unido. En ambos casos, las que no tienen ningún campo de cultivo asociado suponen más del 85%.
Las diferencias son menores en las aves de engorde, con 110 de más de 100.000 pájaros, y en gallinas ponedoras, con 240 de más de 30.000.
"La carne a bajo precio que produce la ganadería industrial hace que la extensiva no pueda ser competitiva", explica Mireia Llorente, de Ecologistas en Acción, que recuerda cómo 420.000 explotaciones del segundo tipo han cerrado en una década, según los datos del Ministerio de Trabajo.
"Las macrogranjas y la carne ‘low cost’ están provocando el desmantelamiento de la ganadería extensiva y están vaciando los pueblos", añade Llorente, mientras Blanca Ruibal, de Plataforma Rural, anota que con el modelo industrial "se ponen los recursos al servicio de un negocio".
Europa avisa sobre el descontrol con los nitratos
Los elevados y crecientes efectos contaminantes del sector ganadero han llevado a tomar cartas en el asunto al Gobierno, que prepara un decreto para reducir las emisiones y los vertidos, especialmente en el sector del porcino, que es el que está experimentando un mayor crecimiento.
Esa nueva normativa, paralizada por los dos anteriores Gobiernos, quizá llegue tarde, ya que la Comisión Europea acaba de dar dos meses a España antes de iniciar un proceso de infracción por su dejadez con los nitratos ante “la insuficiente protección de sus aguas contra la contaminación causada por los nitratos procedentes de fuentes agrarias”, entre los que destacan los de origen ganadero.
"España no controla sus aguas de manera efectiva, comprometiendo su capacidad para revisar las zonas vulnerables a los nitratos y evaluar la eficacia de los programas de acción, limitando así la eficacia de la legislación", señala la Comisión, que ha enviado al Gobierno español una carta de emplazamiento en la que le "concede dos meses para responder" antes de "decidir enviar un dictamen motivado", que es la antesala de una denuncia ante el Tribunal de Justicia europeo.
Los datos del Parlamento Europeo indican que las emisiones de amoníaco, uno de cuyos principales focos es la ganadería y dentro de esta la del porcino, han aumentado un 12% en España en los últimos años mientras en Europa se reducían un 24%.
La industrialización del porcino
Según el Ministerio de Agricultura, el porcino acapara ya el 36,4% de la producción ganadera española, lo que lo convierte en el cuarto productor mundial tras China, EEUU y Alemania: la cabaña supera los 30 millones de animales y los sacrificios rondan los 50.
¿Y para qué tanto cerdo? Para exportarlo. El país tiene una tasa de autoabastecimiento del 170%, lo que supone que más del 40% de las canales se exportan a otros países, principalmente a China y Francia. La apertura del primero de esos canales, que ahora comienza a griparse al haber empezado el gigante asiático a abastecerse desde África (el tráfico cayó más de un 11% el año pasado), ha sido una de las claves del aumento de la producción de cerdos en España en el último lustro.
En cuatro años, de 2013 a 2017, la cabaña “constante” de porcino pasó de 25,7 a 30,1 millones de animales, aunque el número de bestias engordadas y sacrificadas es netamente superior (49,6 millones el año pasado) al realizarse dos crías por ejercicio en la mayoría de las explotaciones. Y eso animó notablemente el negocio: el valor de la producción pasó de 4.926 a 6.894 millones, con un aumento de casi el 40% en los primeros siete años de esta década.
Los datos del Ministerio de Agricultura dan fe de la industrialización del sector en lo que va de década: el número de cabezas aumentaba un 17,1% y el de reses sacrificadas lo hacía en un 21,5% (de 40,8 a 49,6 millones) mientras el número de granjas se reducía un 8,1% al caer de 94.252 a 86.615 (69.546 de ellas, el 80%, intensivas) en ese mismo periodo.
Menos granjas producen más cerdos a un ritmo cada vez más intenso en España al mismo tiempo que la producción cae en las potencias europeas del porcino: Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Bélgica y Dinamarca sacrifican ocho millones menos de animales al año que en 2010 mientras Holanda, Polonia, Reino Unido y España matan trece más que entonces, con más de dos tercios de ese aumento concentrados en este último país.
Más de catorce millones de aves van cada semana al matadero
Paralelamente, otros sectores como el de producción de aves para carne se encuentran también en plena expansión, con aumentos del número de explotaciones tanto de pollos como de pavos, patos, ocas, codornices, palomas, faisanes y perdices desde 2013, que fue, precisamente, el año en que comenzó una acusada caída del consumo interno.
El año pasado se sacrificaron 760,6 millones de aves que sumaron 1.542 millones de kilos, de los que 236.000, casi el doble que a principios de la década, fueron vendidos a otros países. Se sacrifica una media de más de dos millones de aves cada día, más de catorce por semana.
“Cabe destacar que a pesar de que el sector se ha encontrado con algunas dificultades durante este año, no se ha detenido el crecimiento del mismo, con aumento tanto del número de explotaciones como de la producción”, señala el Ministerio de Agricultura en referencia al ejercicio de 2017, pese “al bajo consumo interno registrado en hogares”.
De hecho, únicamente Francia con 1,65 millones de toneladas de carne de ave, Reino Unido con 1,835 y Polonia con 2,344 superan los 1,542 que produjo España el año pasado. En este caso, al contrario de lo que ocurre con el cerdo, la tendencia es alcista en la práctica totalidad de los países de la UE.
Terneros, ovejas, cabras y conejos
Por el contrario, otros sectores como el vacuno de carne, que requiere mayores tiempos de crianza, se encuentran estabilizados, en este caso con una cabaña de en torno a seis millones de cabezas, aunque también con una notable reducción del número de granjas (de 133.657 a 115.578 en esta década), y con la vista puesta cada vez más en la exportación como consecuencia de la caída del consumo interno. Es otro de los que se ven afectados por los procesos de industrialización.
Los volúmenes de engorde y sacrificio de ovejas y cabras, que suman 16 millones de animales, y de conejos, cuya cabaña ronda los seis millones de plazas, son menores que los de las anteriores especies, sectores con los que coinciden en especializarse en la exportación.
No obstante, y pese a la reducción de la cabaña, solo el Reino Unido, con 23,3 millones de ovejas y corderos, supera los 15,9 de España, que suponen el 18,6% del total comunitario.
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